Las violaciones de datos afectaron a casi 6.000 millones de usuarios en 2021

08 de marzo, 2022 | 16.48

Las filtraciones de datos durante el 2021 superaron a más de 6 millones de cuentas. Esto no es casual si analizamos que cerca de un cuarto de la población mundial incrementó el uso de los medios digitales para comunicarse y realizar trámites durante la pandemia.

El robo cibernético es una de las estafas más comunes en las redes y lo que perjudica al usuario es la dificultad de seguir los rastros a través de la web de los sospechosos. Generalmente son personas expertas que no dejan huellas, a pesar de que la víctima haya sido cuidadosa en su accionar.

En Argentina sucedió en mayor medida con las instituciones bancarias, donde una ola de correos electrónicos pidiendo información personal terminó por estafar a varios usuarios. Estos no lograron conseguir respaldo de los banco, lo que generó un problema mayor que involucró al Estado.

El período donde se registró una filtración superior de datos fue de cinco años, donde se lograron conseguir contraseñas de sitios como LinkedIn, Netflix y otros sitios web similares. Muchas veces el error inicial se comete cuando se utilizan las mismas contraseñas para todos los sitios.

¿Cómo evitar las estafas?

En primer lugar, y aunque resulte tedioso, las contraseñas de cada sitio deben ser diferentes y difíciles. Si bien nos proporciona una facilidad temporal que éstas sean las mismas en cada página web en la que se ingresa, a la larga produce un peligro para la seguridad, tanto de datos personales como bancarios o de las tarjetas de crédito.

Lo peor que puede ocurrir es no recuperar el dinero o los datos robados y perder parte valiosa de la información personal y de la economía, sin razones claras y con la posibilidad de haberlo podido evitar. Siempre la selección de una contraseña que no facilite los ingresos a extraños será una inversión en la protección de los datos propios, aunque lleve más tiempo.

En junio, se hackearon los perfiles de más de 700 millones de usuarios en LinkedIn, recordemos que en esa aplicación se guardan datos como nombres personales, direcciones, geolocalización, género, experiencia laboral, profesional y personal y otros datos de vital interés que no deben por qué circular en las redes.

Muchas veces las empresas, como LinkedIn, aclaran que las violaciones no fueron en sus sistemas de seguridad sino más bien con procesos más detallados que no dependen de la vulneración de su seguridad.

En abril, los datos personales de 533 millones de usuarios de 106 países en Facebook fueron hackeados y publicados en un foro de internet. Entre los datos figuraban números de teléfono, direcciones, nombres completos, ubicaciones, correos electrónicos, biografía de los usuarios y datos personales.

Este robo es grave si se tiene en cuenta que con sólo dos datos pueden provocarse daños irreparables en la vida de las personas que decidieron simplemente hacerse un perfil en esta red social. También en el caso de Facebook la empresa se protegió del error.

En enero, lo mismo sucedió pero en Brasil, donde más de 220 millones de usuarios se publicaron en un foro y esta vez también se compartieron sus salarios, sus números de tarjetas de créditos, sus imágenes faciales y sus datos básicos como dirección de su casa y correo electrónico.

En ese mismo mes, unos 214 millones de usuarios de Instagram, LinkedIn y Facebook sufrieron violación de privacidad de sus datos en internet, donde más de 400GB de datos se dieron a conocer. Entre estos, información personal, lugares y puestos laborales, países de residencia, perfiles de suscripción entre otros.

Está claro que la filtración de datos es un mal que ataca en cualquier momento y es cada vez mayor, ya que aunque las empresas mejoren sus sistemas de seguridad, muchas veces los usuarios deben estar atentos y lo cierto es que los hackers se especializan con el paso del tiempo y la profundización de los sistemas de robo.

¿De qué forma prevenir la filtración de datos?

Una opción viable es que las organizaciones evalúen los datos que piden al usuario al momento de realizar algún registro. Lo ideal es que pidan la menor cantidad de datos personales posibles, como tarjetas de crédito o fotos del DNI. Este proceso facilita el robo de datos importantes y muchas veces las empresas ni siquiera los necesitan.

El riesgo que corre el usuario es inevitable, ya que muchos sitios web no dejan operar si el usuario no provee determinada información, por lo que los consumidores exponen su información personal para acceder a servicios de empresas donde no se les garantiza la seguridad mínima.

Si analizamos las violaciones de privacidad que ocurrieron en el 2020, podemos apreciar que se expusieron más de 155 millones de registros de usuarios y que en el 2021 esto se incrementó a 281 millones, lo que supone un aumento del 70%.

Una de las formas que existen para evitar los hackeos en las cuentas es, en principio, agregar opciones de recuperación de cuenta. Por ejemplo, en el correo electrónico puede elegirse la opción de enviar un WhatsApp o un mensaje de texto a la hora de ingresar, por lo que sí o sí el usuario deberá tener acceso físico a su teléfono personal.

Actualizar las aplicaciones y el sistema operativo de computadoras y teléfonos celulares es de vital importancia para estar al día con los sistemas de seguridad que cada uno propone y mejora. En el caso del navegador también se recomienda tener la última actualización.

La correcta administración de contraseñas es lo más importante en última instancia, además de  cambiarlas mensualmente, es ideal proponer una diferente para cada aplicación. Así como muchas cuentas bancarias solicitan las actualizaciones de las contraseñas, el mismo sistema debería aplicarse para el resto de las cuentas.

Si bien la seguridad no depende enteramente de cada usuario, sí se puede colaborar de forma externa a las empresas de productos y servicios con una manipulación responsable de cada cuenta. Las posibilidades de ser hackeados pueden disminuir en un 80% si el usuario está atento a las medidas en las que puede ayudar.