Como todos los 31 de diciembre, La Rioja se reúne para vivir la ceremonia más importante a nivel religioso que recuerda el alzamiento diaguita contra los españoles durante 1593, llamada Tinkunaco. En la ocasión, el pueblo riojano se congrega para salir a la procesión, que inicia en la Iglesia San Francisco de Asís, con la figura del Niño Jesús Alcalde. También es llevada la imagen de San Francisco Solano por los párrocos de la orden franciscana, acompañados por el gobernador y el intendente, sus secretarios, los promesantes del Niño Jesús y los 12 aspirantes de la cofradía de los Alféreces.
A su vez, desde la Iglesia Catedral es llevada la imagen de nuestro Patrono San Nicolás de Bari por los promesantes, el alférez mayor, el obispo, los guías y todos los miembros jerárquicos de las iglesias de la ciudad. Al mediodía ocurre el encuentro entre las dos imágenes en el centro de la plaza 25 de Mayo, haciendo alusión a aquel pacto histórico. Ahí son recibidos por las autoridades políticas, los fieles, vecinos y espectadores. Este encuentro entre ambas figuras es el clímax de la ceremonia, donde todos festejan.
Cuando la ceremonia toca el final, las imágenes son llevadas a la Iglesia Catedral donde permanecen hasta el 3 de enero. Al día siguiente se celebra la procesión de San Nicolás de Bari, durante esos días de ceremonia resuenan cajas chayeras repitiendo sin cesar cantos en quechua dirigidos al Niño Jesús Alcalde.
La ceremonia del 31
La capa que lucirá Jesús, Divino Niño Alcalde en el año 2023, obra nombrada “Príncipe de la Paz”. Está ayornada con La Cruz de Tierra Santa y el Escudo de La Orden de Frailes Menores. Bañada con una constelación de estrellas, los olivos evocan la paz y los laureles dorados de la gloria del príncipe de la Paz. También tiene incrustaciones de piedras, que simbolizan las piedras vivas de Jerusalen.
Expresa la intención de pedir por la Paz en las tierras de Jesús, en consonancia con los 800 años del primer pesebre que hizo San Francisco de Asís en la Navidad de Greccio en el Año 1223. Está dedicada también a los padres franciscanos custodios de los santos lugares.
A través de sus redes sociales, Ricardo Quintela publicó fotos de esta ceremonia donde se lo vio junto a los riojanos y riojanas que festejaban. "Otro Tinkunaco de Riojanidad que vivimos en la fe celebrando un nuevo encuentro como un pueblo de amor y esperanza. Damos gracias por todo lo vivido y por un año nuevo que llega con desafíos donde estaremos unidos y unidas", sostuvo.
El origen del Tinkunaco
El Tinkunaco es la fiesta popular y religiosa más importante de La Rioja. Se celebra hace más de 400 años entre el 22 de diciembre y el 3 de enero. En ella confluyen raíces andinas e hispánicas que se fueron resignificando a lo largo de la historia.
Durante el Tinkunaco se conmemora un pacto de paz que sucedió en las Pascuas de 1593 entre los conquistadores españoles y los diaguitas que habitaban La Rioja. Medio siglo más tarde de aquel episodio, fueron los jesuitas quienes retomaron esta historia como parte de su práctica evangelizadora y dieron origen a esta celebración.
Lo que se conoce en la actualidad como La Rioja, en 1591 estaba habitado por el pueblo diaguita, quienes fueron despojados de sus libertades y convertidos en mano de obra esclava cuando el conquistador español Juan Ramírez de Velazco funda la ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja el 20 de mayo de 1591.
Los conquistadores, además, buscaron eliminar la cultura diaguita y su sistema organización política, por tal motivo impusieron nuevas autoridades y edificaron un fuerte en el territorio diaguita. Los indígenas resistieron durante dos años hasta que el jueves santo de 1593, decidieron levantarse y atacar la ciudad. Cuando se disponen a atacar en las puertas del fuerte español, el Fray Francisco Solano se presenta en el lugar, predica a todos en una lengua única y logra controlar el ataque.
¿Qué queda de esas celebraciones originales?
Si bien con el tiempo se fueron perdiendo muchos significados, sobre todo la cuestión simbólica relacionada a lo indígena, en contraposición lo religioso se fortaleció a lo largo del tiempo y hoy prevalece con más fuerza que antaño.
La fe, algunos rituales, los atuendos, el canto en quichua, y las cofradías, que son organizaciones de laicos, encargados de resguardar la ceremonia, son algunas de las cosas que quedaron intactas de aquellas épocas. La cofradías de Aillis representa a los indígenas y la de los alféreces, a los españoles.El nombre Tinkunaco, que en la lengua quichua significa “encuentro”, se le asigna recién a principios del siglo XX durante el obispado de Monseñor Enrique Angelelli, quien popularizó esta ceremonia, dotándola de nuevos sentidos para las y los riojanos.