(Por Ornella Rapallini) Brian Moschen, decano de la Facultad Regional Reconquista de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), ubicada al norte de Santa Fe, contó lo fundamental que fue la educación pública en su vida, para pasar de vender comida en la calle a ser ingeniero electromecánico y referente universitario de una casa de estudios que "es el combustible de la industria en la región".
A los 11 años, después de ir a la escuela pública por la mañana, Moschen se subía a su bicicleta y, durante la siesta, en Reconquista, salía a la calle a vender facturas o 'patitas', como le llaman en esa zona del país.
"Siempre tuvimos una posición social baja. Trabajé toda mi vida, desde la primaria, después fui a la escuela técnica, donde me enseñaron a soldar, y uno siempre va haciendo alguna changa, como le decimos acá en el norte", contó a Télam Moschen, de 39 años, quien es además el primer graduado de la Facultad Regional Reconquista de la UTN en convertirse en decano de esta casa de estudios.
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"Estoy agradecido con la educación pública. Para mí la universidad es todo y creo que nunca hay que olvidarse de dónde uno viene, hay que mantener la humildad y el respeto. Si la UTN no hubiese estado acá yo no sé qué hubiese sido de mi vida, sinceramente", afirmó.
El ingeniero nació en Reconquista y se crió con su madre, oriunda de un pueblo a 40 kilómetros del lugar, y una de sus tías. En total tiene 16 tíos y tías de parte de madre.
"A los 7 años me fui a vivir a Venado Tuerto (700 km al sur de Reconquista) solo con mi mamá, donde ella se titularizó como maestra -hoy jubilada- y cursé en su clase, en multigrado de una escuela rural durante dos años", recordó Moschen. En 1994 volvieron a Reconquista, donde llegaron dos hermanas y un hermano con la nueva pareja de su madre.
La facultad que hoy dirige tiene 36 años de historia y "es el combustible de la industria en la región", aseguró el decano.
En la actualidad, 1.000 estudiantes cursan carreras de grado como Ingeniería electromecánica y Licenciatura en administración rural, como también tecnicaturas universitarias en Higiene y Seguridad en el trabajo, Mecatrónica, Mantenimiento industrial y Programación, que a su vez se dictan en tres extensiones áulicas ubicadas en las ciudades de Calchaquí, San Javier y Avellaneda.
"Si uno repasa las empresas de la zona seguro hay una persona que se recibió acá o al menos ha pasado por las aulas de la Facultad Regional, y trabajan en las empresas y las hacen funcionar. Son un aporte al sector socioproductivo de la región, donde hay empresas fuertes en metalmecánica vinculadas con el agro, otras de base tecnológica, frigoríficos, industria del cuero y aceiteras", explicó Moschen, cuya historia "se repite" en la facultad.
"Hay muchos casos como el mío y la facultad en ese aspecto aporta un montón. Hace poco se recibió un muchacho acá de ingeniero, que es hijo y nieto de pescadores", resaltó.
Como casa de estudios, persiguen distintos objetivos: formar profesionales que se inserten a la industria, hacer crecer el sector, formar investigadores que busquen innovaciones y resuelvan problemas de la sociedad y del medio productivo, y desde el área de Extensión llegar a las personas que no tuvieron la posibilidad de acceder a la educación formal o la universidad pública, con cursos de oficios.
De los cursos, participan unas 200 personas al año, que se forman en oficios como instalación de aire acondicionado, precisó.
"Buscamos darles una herramienta a esas personas y la posibilidad de que aprendan algo para cumplir sus metas, sus fines, sus sueños", completó.
Respecto a los discursos que promueven la privatización de la educación pública, el ingeniero consideró que "si lo dicen es porque algún beneficio sacan de eso", pero "los que lo reciben y lo aceptan, se están olvidando de un montón de conceptos: acá en la región el 95% de los profesionales son egresados o graduados de universidad pública".
"A veces hablo con profesionales, quienes así como yo fueron toda la vida a la educación pública y compran ese discurso de privatizar. Entonces ahí, tal vez, estamos fallando al no comunicar todas las cosas que se hacen y mostrar el valor que tiene la educación pública para el desarrollo de los pueblos", evaluó.
El decano comenzó la carrera de Ingeniería en 2003 cuando la facultad no tenía edificio propio y cursaba en un establecimiento de una escuela secundaria.
Para poder estudiar, trabajaba por temporadas en una curtiembre, una fábrica, arreglaba aires acondicionados, cortaba el pasto, pero se mentalizó en estudiar porque "sabía que era la única posibilidad de ser alguien", afirmó.
Durante su paso por la universidad, fue presidente del centro de estudiantes, donde luchó junto a otros compañeros por la certificación de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria de su carrera.
Se recibió de ingeniero electromecánico en 2011, integró los consejos departamentales como estudiante, como graduado y como docente, también el consejo directivo, fue secretario de Ciencia y Tecnología de la facultad y, en diciembre de 2021, fue nombrado decano.
"Recuerdo cuando apareció el programa nacional de becas universitarias o lo que fue en 2010 las becas bicentenario. Eso me dio oxígeno", rememoró, y destacó que con las becas Manuel Belgrano y las Progresar, en la actualidad, "también se cubre a gran cantidad de jóvenes".
"Toda la vida fui a la educación pública. A uno le cambia la cabeza cuando pasa por la universidad, uno cambia las formas de ver las cosas, sobre todo en lo que respecta a la cuestión del bien común. Por ahí uno de chico tiene un pensamiento medio egoísta, quiere todo para uno, pero al pasar por la universidad y formar parte del centro de estudiantes empezás a ayudar a otros, a colaborar y a pensar qué se puede hacer para el bien común", concluyó.
Con información de Télam