Por Germán Bianchi, médico oftalmólogo, jefe de trasplante de córnea en Clínica Nano.
Los espectáculos de fuegos artificiales se realizan desde hace mucho tiempo. Originarios de China, en el siglo VII, se hacían estallando cañas de bambú para espantar malos espíritus, mientras que, en Europa, desde el siglo XV, se utilizaban en espectáculos para agasajar a las cortes. Actualmente, siguen vigentes, son muy llamativos y representan distracciones artísticas magníficas, que, manipulados por profesionales, suelen ser seguros.
Los problemas se asocian con su uso masivo por "no profesionales", lo cual ha traído gran cantidad de accidentes que, entre otros, pueden ocasionar daños oculares indirectos, superficiales por quemaduras secundarias de partículas que caen en la conjuntiva, la piel palpebral y las pestañas. Son frecuentes y de poca severidad. Muchas veces, mediante un intenso lavado con agua, son lesiones reversibles en 48 a 72 horas y sin secuelas. En algunos casos, se pueden agravar si la zona afectada fue la córnea, ya que pueden quedar secuelas visuales.
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Pero los daños por impacto directo son los más graves, sean por un cuerpo extraño/proyectil o por la onda expansiva de la explosión. Son situaciones en donde se puede afectar la retina, que es la parte interna del ojo. En algunos casos, se produce una inflamación que, con un tratamiento con gotas se resuelve, aunque en ocasiones puede llegar a desprender la retina. Y, en esta situación, la visión podría perderse completamente, a pesar de que se realicen complejas microcirugías.
Otro escenario son las quemaduras profundas de la superficie ocular, que también son severas y afectan la visión. A veces, la lesión suele ser tan severa que, para su resolución, se requiere un trasplante de córnea. Pueden ocurrir quemaduras de la piel palpebral. Aquí, se precisan múltiples injertos de piel y varias cirugías reconstructivas complementarias, que, a veces, no terminan de ser eficaces. Siempre son lesiones muy dolorosas ya que la superficie ocular es la zona del cuerpo con mayor sensibilidad.
En una publicación de la revista JAMA Opthalmology de junio 2020, se revisó la cantidad de personas que sufrieron accidentes oculares asociados con fuegos artificiales a lo largo de 19 años (desde el 31 de diciembre de 1999 a finales del 2017), en 100 hospitales de los Estados Unidos. Se encontraron 34.548 casos en donde las lesiones iban desde afecciones superficiales a estallidos del globo ocular y ceguera. Entre los datos, destacan que el 66 por ciento era menor de 18 años. Y, finalmente, sobre la importancia de prevenir y regular la utilización de pirotecnia.
Ante el riesgo de accidentes que se pueden advertir, los fuegos deben emplearse, principalmente, por profesionales, en lugares abiertos y adecuados, para evitar incendios o heridos indirectos. Sólo los adultos deben manejarlos, aunque en todo el mundo se desalienta su utilización y se enfatiza en la necesidad de medias de control y regulaciones sobre el tema. Es importante resaltar que, además del riesgo de quemaduras, incendios y daños oculares, también producen un daño psicológico y alteran a los animales por los estruendos generados.
Un punto más, también muy oportuno en época de fiestas, al destapar una botella de espumante, se recomienda tener cuidado de no apuntar a la propia cara ni a la de terceros. Sostener el corcho con la mano para que no salga expulsado con fuerza ni pueda golpear a alguien de rebote.
Con información de Télam