(Por Ornella Rapallini) Primera egresada universitaria de una familia rural del centro de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Erreguerena cuenta los desafíos que enfrentó en su camino de escolarización en un escenario marcado por la pobreza y el devenir del mundo chacarero, destaca su deseo de progreso y remarca que le debe todo a la universidad pública.
"Recuerdo una escolarización atravesada por la pobreza continua, durante la década de 1990 no había una política pública que te acompañara como estudiante. El neoliberalismo apunta al individuo sin contexto y soy muy consciente de que las condiciones materiales te condicionan, arrancás desde otro lugar", afirma María Eugenia, hija de trabajadores rurales y oriunda de Balcarce, quien se graduó como Licenciada en Historia en la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Unicen), en Tandil.
"¡Qué dolorosa es la ruptura del diálogo intergeneracional!", afirma esta mujer de 37 años que da clases en escuelas rurales y urbanas a estudiantes de entre 12 y 20 años y se pregunta "¿cómo puede ser que la gente no se acuerde lo que fue la década del '90? ¿o que las nuevas generaciones no sepan de qué son hijos, de qué son nietos?"
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En diálogo con Télam, María Eugenia remarca que empezó "a ver los avances de las políticas públicas estudiando en la universidad" y recuerda que llegó a Tandil para estudiar en 2005, a sus 20 años, viajando "a dedo" y "sin un mango".
Como tuvo "buenas notas toda la vida", cuando llegó al nivel superior golpeó puertas para continuar estudiando y así fue como la Secretaría de Bienestar le informó que podía acceder a un programa nacional de becas.
"No había trayectorias universitarias en mi familia", aclara y rememora que para acceder a la beca, le pidieron un promedio mínimo y pudo mantener sus estudios gracias a que una pensión municipal de Balcarce en Tandil le garantizó la vivienda.
"Iba y venía 'a dedo' porque no me quedaba otra y, en los caminos, entre muchos de esos viajes, conseguí un trabajo en una multinacional que me permitió tener también un postítulo de Dirección y Gestión en Agronegocios", añade.
María Eugenia nació en 1985 y su núcleo familiar estuvo compuesto por personas de cinco décadas distintas: su padre nació en 1931, su madre en 1941, y sus hermanos en 1959, 1960 y 1973.
"Tengo una diferencia generacional grande con mis papás", señala.
Su madre, Amparo de los Ángeles Ruiz, y su padre, David Erreguerena, eran vecinos en la Colonia Balcarce Cinco Cerros -ubicada a casi 100 km de la ciudad balnearia de Mar del Plata-, donde en el contexto de la reforma agraria peronista se hizo un fraccionamiento de campos, y "se casaron muy jóvenes".
Como hijo del medio entre 12 hermanos, su padre llevó una vida rural de trabajo desde pequeño en la zona, donde no había escuela.
"La escolarización en las décadas del '20, '30 y '40 no era un valor. El valor era aprender una cultura de trabajo que permitía tener una vida productiva. La escuela era para quien tenía el privilegio de estar en la zona urbana. Además, para que funcione una escuela rural tenía que haber buenos caminos y transporte", explica la historiadora.
A su padre le enseñó a leer su hermana Elsa a quien "se la llevaron a vivir a Balcarce para que cuidara a los hijos de los patrones y la mandaron a la escuela donde hizo primero y segundo grado".
Y aunque no pudo ir a la escuela, ayudó a construir una en la colonia donde vivían y siguió cultivando su gusto por la lectura con revistas, historietas y diarios, cuenta María Eugenia.
Su madre, hija de inmigrantes españoles que tuvo seis hermanos, atravesó su infancia en un contexto de "reparto de tierras que conformó la colonia en 1947, cuando el campo se dividió y pensó en crear una escuela por las familias de los colonos que eran 'insumos' de trabajo: la producción era familiar".
La escuela N°27 donde asistió su madre hasta cuarto grado se inauguró en 1949, pero "ni ella ni sus hermanos pudieron ir a la escuela hasta 1951, porque no tenían cómo ir", recuerda la profesora.
El hogar familiar era una casilla con piso de tierra en el campo, sin ningún servicio, y los hermanos mayores de María Eugenia fueron a la escuela a partir de los 6 años porque no había jardín de infantes en la zona.
Para su madre y padre, esa etapa "fue como una forma de escolarización paralela", porque al ayudarlos en los deberes "ellos aprendían también", destaca María Eugenia.
"Dentro de su casilla construyeron un mundo del que salimos nosotros. Trabajaban en la zona de papa, con 'changos' de Santiago del Estero y Córdoba, colaborando con la construcción de la escuela, el club, formando parte de cooperadoras y de la creación de un mundo chacarero, que se construyó en la Argentina entre 1940 y 1960", explica.
Pero el "punto crítico" llegó cuando sus hermanos entraron en la edad de ir a la escuela secundaria que coincidió con "el inicio del desvanecimiento del mundo chacarero", por lo que en 1970 "por una cuestión de educación de los hijos las familias no pudieron continuar viviendo en los campos, ya que la secundaria empieza a ser un valor o un requerimiento", remarca la hoy docente.
Siguiendo con el repaso histórico, recuerda que la década del '80 fue "muy dura para el agro argentino, empiezan las sucesiones que dispersan la propiedad rural" y cuenta que sus padres tuvieron que mudarse a la ciudad de Balcarce.
"Cuando nací ya se había desvanecido el mundo chacarero. Fueron años dramáticos sin ningún acompañamiento del Estado sumado a que crecí durante el menemismo, por lo que el empleo rural era pobreza. Recuerdo a mi papá, que ya era un señor mayor, trabajaba desde 1935 y ya estábamos en 1990 y me dan ganas de llorar", afirma María Eugenia.
Cuando su padre murió, meses antes de la crisis del 2001, María Eugenia tenía 14. No pudo jubilarse y su madre -hoy de 82 años- vio imposibilitado su acceso a una pensión por el régimen privado de AFJP, como también a una jubilación propia luego de haber trabajado toda su vida sin estar registrada.
Por su historia familiar, hoy esta egresada de la Licenciatura en Historia de la Unicen dice:
"Le debo todo a la universidad pública".
"Es importante que haya un Estado que tenga como política pública la obligatoriedad de la educación, que significa que la escuela está obligada a generar las condiciones para que los alumnos estén y tienen que estar todos. Si todos no tienen las mismas condiciones, el Estado de alguna forma las tiene que acompañar", subraya.
Además de mostrar con orgullo su título universitario, María Eugenia integra la comunidad del proyecto feminista "Mujeres que no fueron tapa", es delegada de la Unión de Docentes Bonaerenses, activista por la diversidad corporal y construye su casa como beneficiaria del Programa Procrear.
Con información de Télam