"Hay diagnósticos apocalípticos sobre la TV, pero sigue encendida", destacó Natalia Vinelli

08 de enero, 2024 | 12.55

La investigadora Natalia Vinelli, que acaba de publicar su tesis doctoral dedicada a la televisión digital, puso en entredicho los repetidos vaticinios sobre el fin de la televisión y destacó que "a la TV diagnósticos apocalípticos nunca le faltan, pero sigue encendida", a la vez que observó que existe un "enorme riesgo" sobre el espacio que ocupan las emisoras comunitarias y alternativas en el nuevo tiempo político.

"Es una realidad evidente que los consumos audiovisuales se han diversificado, pero podemos decir que lo que buscamos en la televisión es distinto de lo que buscamos en las plataformas de streaming. El vivo, las noticias, la cercanía, el deporte, los seguimos consumiendo por televisión. El Mundial fue un momento clave. Muchas personas se encontraron con la TDA y la tasa de encendido subió", aseguró Vinelli en una entrevista con Télam.

La investigadora acaba de publicar el libro "La televisión alternativa en la transición digital. Las experiencias de Argentina y chile", editado por la Universidad de Quilmes.

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Vinelli es autora de dos libros de amplia circulación en el campo de la comunicación académica: "La televisión desde abajo. Historia, alternatividad y periodismo de contrainformación" y otro -publicado con diversos títulos- dedicado a la Agencia de Comunicación Clandestina (ANCLA), orientada por Rodolfo Walsh, como herramienta política para luchar contra la dictadura militar.

Télam: En la etapa final del kirchnerismo hubo un impulso del consumo de televisión digital, con paquetes donde predominaban señales abiertas y señales de noticias, con el reconocimiento de licencias. Si bien el despliegue de infraestructura permanece, aquel proyecto parece abandonado. ¿De qué hablamos hoy cuando hablamos de televisión digital? ¿Existe como una categoría útil para describir la realidad de la producción y el consumo audiovisual?

Natalia Vinelli: Es una pregunta difícil pero puedo intentar una respuesta simple: la televisión siempre se está acabando, malos diagnósticos no le faltan, y sin embargo sigue encendida. Es una realidad evidente que los consumos audiovisuales se han diversificado, pero podemos decir que lo que buscamos en la televisión es distinto de lo que buscamos en las plataformas. El vivo, las noticias, la cercanía, el deporte los seguimos consumiendo por televisión.

Ahora, en el caso particular de la televisión digital, el problema es que tuvo cuatro años de franco desfinanciamiento, y el proceso de recuperación posterior fue limitado, concentrado sobre todo en el mantenimiento de la infraestructura de transmisión, que había quedado muy decaída después de la gestión de Cambiemos.

El Mundial fue un momento clave. La postal de la gente gritando goles que llegaba segundos después por cable señala la potencia que tiene la puesta en valor de la TDA. Pero para que se mantenga se necesitan políticas públicas integrales, que permitan trabajar en la producción de contenidos recuperando los niveles iniciales, junto con nuevas licencias que diversifiquen la grilla y campañas educativas y de difusión que enseñen a instalar la antena en coexistencia con la televisión por cable, entre otras cosas. Es decir que se requiere de un Estado activo. ¿Qué ve la gestión de Javier Milei ahí? Una empresa pública para privatizar. Entonces primero hay que resistir eso.

T: El proceso de "transición digital" que describe el libro fue también un proceso de apertura (más señales, cupos a diferentes sectores) ¿Cuáles fueron las resistencias de ese proceso, el balance de lo ocurrido y el estado actual de la cuestión a días de que se suprimieran las últimas restricciones a la propiedad concentrada de medios?

NV: La transición digital se dio en paralelo a la sanción de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. La digitalización era la base material de la democratización, ya que el sistema permitía (o permite) la coexistencia de más señales donde antes había lugar para una sola. Ése fue el punto más alto de avance. Pero la barrera para el desarrollo de este proceso siguió siendo la concentración, primero con las cautelares contra la aplicación de algunos artículos de la ley, después con el decreto 267/2015 que derogó esos artículos medulares y otros de la ley Argentina Digital.

También hay que decir que son pocos los concursos que se llevaron adelante para poblar el espectro con nuevas propuestas, entre ellas las comunitarias que tienen reservado el 33 por ciento del espectro. Entonces hoy te encontrás con una televisión digital de mucha calidad técnica, abierta y gratuita, pero con una grilla muy acotada, con muy pocos canales en comparación al cable o a la televisión satelital.

T: ¿Son diferentes las respuestas en la Ciudad de Buenos Aires que en el resto del país?

NV: No veo que haya respuestas diferentes. Hablamos de leyes nacionales, por lo que el Estado nacional y sus instituciones son las que tienen la máxima responsabilidad para aplicar la ley. Hoy son 17 canales nacionales y luego en cada zona hay canales locales, pero siguen siendo pocos al igual que los concursos. Por ejemplo en el AMBA son 31 canales en total, tres de ellos alternativos o comunitarios; en Córdoba dependiendo de la zona hay 18 o 20 canales; en Mendoza, Las Heras, son 21.

En 2022 Enacom llamó a concurso para Las Heras, el canal comunitario Giramundo TV preparó su presentación, pero la convocatoria al poco tiempo se levantó y se dejó sin efecto. En Cura Brochero, donde funciona Proa Centro, Enacom también llamó a concurso. La emisora se presentó, pero la licencia hasta ahora no fue adjudicada. Estas vueltas ponen su parte en la explicación de por qué son tan pocos los canales emitiendo con licencia en televisión digital.

T: ¿La apertura a la TV comunitaria en la transición digital fue más fuerte en Argentina que en otros países de la región? ¿Por qué?

NV: En Argentina la experiencia se desarrolló mucho porque a diferencia de otros países, la misma normativa que reconoció a las emisoras comunitarias estableció un fondo de fomento destinado a garantizar la migración digital, fortalecer la producción de contenidos y acompañar la gestión de los medios. Es el llamado Fomeca, que se financia con el 10 por ciento de lo recaudado a través del impuesto a los servicios de comunicación audiovisual. Todos los canales y las radios reconocen en este fondo una herramienta clave que permitió su consolidación y su profesionalización. También hay experiencias consolidadas en Chile, como Pichilemu TV o la mítica Señal La Victoria; en Bolivia; en Venezuela tuvieron un punto muy alto en los primeros diez años de los 2000.

T: ¿Hay riesgos para la subsistencia de las experiencias de TV comunitaria en el contexto de los anuncios de estas semanas sobre medios, telecomunicaciones, asignación de publicidad?

NV: El riego es enorme. Primero, el DNU 70/23 favorece la concentración e impacta en el sistema de medios, impidiendo el funcionamiento de nuevos actores, o de actores más chicos. Desempareja todavía más la cancha en favor de las grandes empresas. Segundo, el proyecto de ley ómnibus delega facultades al Ejecutivo, entre las cuales están las definiciones sobre el destino de los impuestos de asignación específica, como el derivado de la ley audiovisual y que recién decía que se creó, justamente, para garantizar la pluralidad de voces. Ese mismo fondo destina parte al INCAA, al Teatro, al Instituto de la Música, a las bibliotecas populares, a los medios comunitarios. Si sumamos la privatización de los medios públicos y Arsat, el escenario se complejiza. Tercero, el anuncio de la finalización de la pauta nacional por un año impacta más en los medios comunitarios, aunque siempre favoreció a los principales medios. No existe una ley nacional de publicidad oficial y esa sigue siendo una deuda porque permitiría federalizar, transparentar y democratizar su aplicación. El panorama es sombrío, pero también hay experiencia acumulada para enfrentar estas medidas.

Con información de Télam