La muerte de Natalia Fraticelli, ocurrida en la ciudad santafesina de Rufino hace 22 años, da marco a Invisibles, la segunda obra de Andrea Martínez que la propia dramaturga dirige los viernes a las 22 en la sala porteña del Teatro Border.
El caso de Natalia se cerró calificándose como suicidio pero quedó en la piel, en los sentimientos, en mi cabeza y subsistió en mi imaginario y apareció durante un taller de dramaturgia donde empecé a escribir sobre una mujer rubia lavándose el pelo con el agua de una gotera y soñé con ella, reveló Martínez a Télam sobre la génesis de Invisibles.
Con aquel primer impulso y un posterior viaje a Rufino donde llegó a charlar con el padre de la muchacha de 15 años, la artista dio forma a un relato que calificó de melodrama negro.
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La pieza que desde el 6 de mayo sube a escena los viernes a las 22 en la sala sita en Godoy Cruz 1838, es protagonizada por Vanina Corral y Rodrigo Diez quienes asumen lo que la autora describió como una historia de amor post-mortem.
Pero convencida que si la gente no va al teatro, el teatro va a la gente, Martínez resaltó que Invisibles tendrá una función gratuita el próximo viernes 24 a las 19.30 en la Casa de la Cultura del Barrio popular 21-24.
Los artistas somos emergentes de la sociedad en la que vivimos y mi idea del teatro es que se mueva y pueda conectar con otros públicos, postuló la teatrista que antes creó y dirigió Flash en mi mente y sigue sosteniendo la dirección del unipersonal Machada, una obra combinada, sobre textos de Federico García Lorca reunidos por Úrsula Tripel y asumidos por Mariangeles Bonello.
Con información de Télam