"Ay, Camila!", una pieza que aborda la historia de amor prohibido de la joven Camila O'Gorman y su fatal desenlace, se estrena este viernes a las 20 en el porteño teatro El Extranjero, con dirección de Pablo Razuk, quien afirmó que "esta obra es un manifiesto de la lucha de las mujeres".
"Es una obra que ilumina, que sana, que toca la sensibilidad de propios y extraños. Es historia viva, un espectáculo que, a pesar de la tragedia, nos propone directamente un camino de encuentro con la fuerza más poderosa que sigue siendo la del amor, con mayúscula", expresó Razuk en una entrevista con Télam.
Con autoría de Cristina Escofet, la pieza narra desde el punto de vista de Camila (Carla Haffar) su historia de amor clandestina con el cura Uladislao Gutiérrez, con quien se escapa de Buenos Aires para comenzar una vida juntos y, a lo largo de la trama, esta joven de clase alta confiesa sus miedos, cuenta la adoración por su abuela, sus juegos de niña y su compromiso social.
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"El texto de Cristina es una maravilla que conjuga crónica histórica, poesía, espiritualidad, y la visión de una `patria´ y su sociedad de la época", destacó Razuk, también actor.
La protagonista de esta historia se hizo conocida a partir del recordado filme "Camila", dirigido por María Luisa Bemberg, con actuaciones de Susú Pecoraro, Imanol Arias y Héctor Alterio, cuyo estreno tuvo lugar en 1984 y al año siguiente estuvo nominada a los premios Oscar en la categoría Mejor Película de habla no inglesa, y tiene el antecedente de la novela de Enrique Molina "Una sombra donde sueña Camila O'Gorman".
La relación prohibida entre la joven Camila O'Gorman y el sacerdote Uladislao Gutiérrez, quienes decidieron fugarse sin éxito para poder estar juntos, tuvo un trágico final, ya que los descubrieron en Corrientes donde se habían instalado, y luego fueron fusilados en 1848 por orden de Juan Manuel de Rosas.
Télam: ¿Cómo surge la idea de llevar esta historia al teatro?
Pablo Razuk: Surge a partir de una gira por Madrid y Barcelona. Yo estaba trabajando como actor en "Padre Carlos, el rey pescador", obra sobre el cura Carlos Mugica, de Cristina Escofet. Y pensamos en buscar otro material de la misma autora.
Allí descubrimos "Ay, Camila!". Nos quedamos enamorados del libro y de todo lo que podíamos hacer con el material. Y salió bien.
T: ¿Tiene puntos en común o busca diferenciarse en la mirada de la película de María Luisa Bemberg?
PR: Es muy difícil comparar cine con teatro. Creo que no es posible. El cine goza de un formato de actuación y una línea temporal que se cuenta de diferente manera. El teatro sigue siendo "la madre" de la ficción, ese "número vivo" que ocurre delante de los ojos del espectador, con todo el riesgo, el vértigo y la emoción que eso conlleva. Los puntos en común son los personajes y su historia de amor como disparador, creo que el espectador va a encontrar en "Ay, Camila!" la posibilidad de preguntarse en forma íntima y personal sobre la humanidad de esta historia.
T: ¿Cómo describís el personaje de Camila?
PR: Una joven impetuosa y muy culta, teniendo en cuenta que tratamos con una "niña" de la clase acomodada que sabía cuatro idiomas, tocaba el piano y desde ya tenía los modales y las formalidades de su clase. Pero a la vez, influida por su abuela ("la Perichona") quien tenía una visión de la libertad y del registro del deseo muy presente. Sin dejar de lado su vocación de servicio y su compromiso con las injusticias que observaba a diario. Y fue esa vocación el puente que la hizo conocer y trabajar con Uladislao Gutiérrez, el párroco de iglesia, y a la postre su pareja.
T: ¿De qué manera pusiste en ejercicio una mirada con perspectiva de género para contar hoy en día esta historia?
PR: Esta obra es un manifiesto de la lucha de las mujeres que siempre estuvo presente en la historia. Camila O' Gorman es un ejemplo histórico de una mujer que enfrentó a los poderes de turno: el Estado, la iglesia, la familia y la moral de aquellos tiempos. Una niña de la alta sociedad argentina, que a mediados del 1800 ofreció todo lo que tenía por amor. Una de las que levantaron su voz y fue silenciada. Por eso ella, en la obra, regresa para contar en primera persona su propia versión.
T: ¿Es necesario revisitar desde esa perspectiva la forma en que se cuentan estas historias?
PR: Sí, el revisionismo es importante, más teniendo en cuenta que la historia, como la conocemos, está llena de agujeros negros y que ha sido contada con y por intereses concretos. Y sin dejar de lado que los historiadores, en general, han sido hombres.
T: ¿Qué desafío tenés como varón para tratar el tema y cómo te atraviesa el feminismo en el ámbito artístico?
PR: Aprender. Todo el tiempo estamos aprendiendo a desandar formas y sentidos que conocimos de una manera y que ahora hay que rever para incluir, no será fácil, ni rápido, pero como hombre de las artes y persona que predica el amor como forma de intercambio, sé que es imperativo este aprendizaje.
Con información de Télam