Cora Roca es la autora de "Los teatros históricos de la ciudad de Buenos Aires 1783-1930", un libro de gran formato y 446 páginas editado por Eudeba, una vívida investigación desde la que confesó que "la desaparición del teatro Odeón, fundado en 1892 y demolido en 1991, me dolió muchísimo, porque por él pasaron grandes compañías internacionales que huían de las dos guerras, y enriquecieron nuestra historia teatral".
E inmediatamente Roca enumeró esas celebridades teatrales: "María Gerrero, Eleonora Dusse, Pirandello, el Teatro Libre de Antoine, Vittorio Gassman, el Teatro Nacional Popular Además de famosas compañías que tuvimos, como las de Camila Quiroga, Armando Discépolo, Luis Mottura, Paulina Singerman, Enrique de Rosas, Antonio Cunill Cabanellas ".
El nuevo libro de Roca, realizado con la colaboración de Proteatro y Mecenazgo Participación Cultural, exhibe en su portada una señorial fotografía del teatro Coliseo original, del que desde cuya azotea nació la radio argentina.
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Es lo que algunas personas llaman "libro objeto", tan bello como para ser exhibido sobre una mesa ratona, aunque su verdadero tesoro es la investigación desplegada por la autora sobre decenas de salas teatrales que existen o existieron en la urbe porteña, con fotos a todo color, programas de mano, planos de los edificios, afiches de época, fotografías que revelan determinados detalles y puntillosas investigaciones sobre artistas, obras y cuanto dato atraiga su interés.
Con una oportuna contratapa del empresario Carlos Rottemberg, el libro de Roca no discrimina el origen ni la razón de la existencia de cada teatro; su enumeración comienza por "La Ranchería. Ubicado en las actuales calles Alsina y Perú (1783-1792)", sigue con el "Coliseo Provisional de Comedias. Ubicado en las actuales calles Reconquista y Pdte. Tte. Gral. Juan D. Perón (1804-1893)" y recorre con documentos y fruición muchos otros edificios y sus historias.
Finalmente añade un centenar y medio de ámbitos escénicos sobre los que no pudo lo dice con amargura- conseguir información suficiente acerca de su nacimiento, actividades y posible paso a otras actividades ajenas al arte.
La página oficial de Cora Roca la presenta como "Actriz, docente e investigadora teatral", pero Roca es en realidad una "amadora" del teatro argentino; fue discípula de los mejores, editó libros sobre su maestra Hedy Crilla, el músico Leopoldo Federico, el pionero Rodolfo Franco, el teatro para chicos, tratados sobre la escenografía y uno sobre el insigne Saulo Benavente, del que hace una década realizó una enorme exposición itinerante con sus escenografías.
Fue investigadora del Conicet, becaria del Fondo Nacional de las Artes, del Instituto Nacional del Teatro y de Proteatro y sigue siendo muchas cosas más. El teatro es su vida.
"Mi primera entrada a un teatro fue una conmoción y me impresionó vivamente cuando vi 'Espectros', de Ibsen, dirigida por Hedy Crilla, en el Teatro Independiente La Máscara -apuntó Roca en diálogo con Télam, en referencia a la sala que ocupó la esquina de Paseo Colón y Belgrano-. Fui con un grupo de compañeros de la Escuela Nacional de Arte Dramático, donde estudiábamos para ser actores."
Télam: Ya que la arquitectura teatral te interesa tanto, ¿cuál fue tu impresión al ingresar a la sala?
Cora Roca: En el hall esperábamos a que dieran sala, y yo me encontraba muy nerviosa y ansiosa por entrar y ver el espectáculo que tanto nos habían recomendado los maestros. La arquitectura de la sala era de estilo colonial, muy cálida, y solo disponía de una platea, lo que le daba una intensa intimidad.
T: ¿Cuál era tu sensación a cada caída del telón entre acto y acto?
CR: Mi sensación era muy viva, la intensidad del conflicto me subyugaba, las actuaciones me tenían absorta y quería abarcarlo todo; las luces, el vestuario, la escenografía Además yo soy una romántica, para mí el telón de boca es fundamental, y me retrotrae al Renacimiento italiano, donde fue creado. Cuando me siento en una butaca, lo primero que miro es el escenario (si no tiene telón de boca), en caso contrario recorro con mi mirada toda la sala, para descubrir sus espacios, su estilo y sus secretos.
T: -¿Tenés alguna sala favorita, ideal?
CR: Mi sala favorita fue el teatro Agón, en la calle Maipú al 300 (que ya no existe), donde debuté como actriz, y me embarga cierta melancolía, unida a momentos de plenitud en aquel escenario.
T: Cuando presenciás una obra, ¿la identificás con la sala en que estás viéndola? ¿La obra cambia si se muda de sala?
CR: En general sí la identifico con la sala, si la puesta coincide con el espacio escénico; porque he visto algunas obras que cambiaron de sala y perdieron su concepción original y su encanto.
T: Las frecuentes remodelaciones que tuvieron algunas salas, ¿las entendés como avances arquitectónicos o técnicos, o una pérdida de identidad?
CR: Sinceramente, como una pérdida de identidad, y hay muchas en que detrás de la pantalla gigante que anuncia el video el espectáculo, está oculto el frente original. ¡Una lástima!
T: A principios del siglo XX existían los grandes teatros céntricos y otros en los barrios. ¿Qué diferencia había entre lo físico, los recursos técnicos, las maquinarias, los repertorios?
CR: Yo diría que a partir del siglo XIX ya había teatros céntricos y algunas salas en los barrios, en general perteneciente a las Sociedades de Socorros Mutuos de cada comunidad, por ejemplo el Teatro Ateneo Iris, de La Boca, de 1881. Solían ser salas "alla italiana" con recursos técnicos sólidos y con repertorios en dialecto o en genovés, como el del Ateneo Iris.
T: La llegada del teatro "amateur" o independiente, en los años 30 ¿modificó la arquitectura teatral? Si así fue, ¿hubo reacciones por parte del público?
CR: Los teatros independientes estaban formados por cooperativas y se hacía teatro por amor al arte; sus salas eran muy dispares y muy precarias, a lo que tuvieron que adaptarse los elencos y los técnicos. De ninguna manera modificó la arquitectura teatral porteña. Convivían como hasta ahora- los teatros de empresarios comerciales o teatros oficiales y los independientes.
T: ¿Cada teatro tiene un aroma propio?
CR: Sí, por cierto, cada sala tiene su aroma y los actores que hacen temporadas seguidas en la misma sala lo perciben.
T: ¿Existe la creencia en la "mufa" en el teatro?
CB: Es una construcción. Un ejemplo es el famoso "Jettatore !", de Gregorio de Lafèrrere, siempre se piensa que hay alguno en el elenco. Otra cosa que trae mala suerte es el color amarillo y por eso en algunos elencos no lo usan.
Con información de Télam