Edgardo Dib, director sensible, crea un espectáculo hipnótico con "Hedda Gabler"

11 de agosto, 2023 | 11.35

El director santafesino Edgardo Dib estrenó su versión de “Hedda Gabler”, original de Henrik Ibsen que data de 1890 e infiltró la acción original en Oslo, Noruega, con el aire provinciano de su ciudad natal, creando un espectáculo hipnótico y seductor, en la Sala Marechal del Teatro Municipal 1º de Mayo, dentro del ciclo “El TNC produce en el país”.

Sin desviarse de la historia original, centra su acción en la protagonista Hedda Gabler (Carolina Cano), a la que agrega la preposición “de” Tesman para reafirmar el sentido de posesión marital a una joven que no halla comodidad en la jaula de oro en que vive, representada por un alto tablado central, rodeado por un anillo a nivel, con el público en los cuatro costados.

Se ha dicho que Hedda es un espejo desbocado de la Nora de “Casa de muñecas”, escrita una década antes por el autor noruego, a la que la procesión le va por dentro y todo le explota en el momento del famoso portazo; la desdichada Hedda en cambio es salvaje, vindicativa y al mismo tiempo seductora y tramposa. Es hija del General Gabler, que está presente en la memoria de todos aunque haya muerto, y eso le da una categoría jerárquica ante quienes la rodean.

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Pese a estar recién casada con Georg Tesman (Sergio Abbate), no duda en seducir al poderoso y resbaladizo Juez Brack (Raúl Kreig) y hasta al escritor, exalcohólico y deprimido Elyort Loevborg (Ruben Von Der Thüsen), a quienes la decepción no les tarda en llegar; todo ello en medio de rencillas internas como el temor de Tesman de que Loevborg le dispute un lugar de catedrático que se ha ganado, cosa que no sucederá.

En medio de todo eso, y animados por el alcohol, los hombres se van a una fiesta y el confundido Loevborg pierde su valioso manuscrito, que es recogido por Tesman sin que su autor lo sepa. Aprovechando su aflicción, Hedda le entrega a Loevborg una de las dos pistolas de su padre y le indica alejarse y tener una “muerte digna”. La otra pistola se usará luego.

Hedda utiliza su poder aristocrático y al mismo tiempo sus demonios interiores para sonsacarle datos profesionales sobre Loevborg a Thea de Elvsted (Luciana Brunetti), una antigua compañera de estudios, aun vapuleándola y agrediéndola físicamente. Thea confiesa el temor que le tiene y Hedda asegura también temer de sí misma y sus alteraciones de ánimo, devenidas según ella del insoportable aburrimiento que le ocasiona ser una esposa burguesa.

Dib aúna los personajes de la solterona tía Julia y la criada Berta, una presencia clave como testigo de toda la historia (la interpreta Luchi Gaido) y también objeto de agresión por parte de la dueña de casa. Pero esa no es la única modificación que introduce en la obra, en principio por reducir sus cuatro actos originales a poco más de una hora de representación, sino que el aire provinciano, santafesino, florece por momentos como señal de identificación, incluido el parecer y no ser de la protagonista.

No solo porque en medio de la tragedia introduce menciones al mate, al dulce de leche y a las empanadas, y en algún momento todo el elenco se larga a bailar una típica cumbia santafesina, sino porque Hedda repite cada tanto el hecho de refrescar su cabeza en una tina con agua como forma de combatir los demonios interiores en una ciudad calurosa y húmeda, absolutamente lejana a un país de Escandinavia, donde se desarrolla el original.

Otro ingrediente que a Dib le interesa es el qué dirán en las calles esas multitudes que farfullan en conjunto frases ininteligibles, a veces a la manera de un coro griego y otras como amenazantes sujetos de anteojos oscuros.

El prolífico Dib no le teme a la osadía y ya salió exitoso en otras adaptaciones de textos ajenos; en su vasta trayectoria llamó “La casa del campo: allegro pianissimo”, y ubicó la acción de “Tío Vania”, de Anton Chéjov, en un barrio santafesino, “Yo siempre me soñé novela” –sobre “Boquitas pintadas”, de Manuel Puig-, “Iago, escena para un crimen” –sobre “Otello”, de William Shakespeare-, “Edipo y yo”, sobre la tragedia de Sófocles, con inserciones de Malfatti y De las Llanderas, y “El jardín de los cerezos: suite para cuatro personajes”, también de Chéjov, un abierto manifiesto “queer”.

Tal entendimiento entre director e intérpretes, tanta cadencia, tanto trabajo de relojería proviene del conocimiento entre todos –lo que Dib llama “nuestra familia” y fue puntal del teatro independiente argentino desde hace casi un siglo-, trabajar con los mismos intérpretes y no recurrir a los elencos concertados tiene sus ventajas. Esta vez se incorporan al team Carolina Cano y Luciana Brunetti, discípulas de Dib en su taller y dos valores a tener en cuenta.

En tren de descuentos puede mencionarse el uso de esas potentes linternas con que desde la oscuridad se encandila al público en ocasiones, en una actitud provocativa, policíaca, que no agrega nada al asunto.

Su “Hedda Gabler” es un punto muy alto en su trayectoria y un espectáculo imposible en su producción si no hubiera mediado el programa “El TNC produce en el país”, con virtudes de luces, escenografía y sonido del propio Dib con ayuda de Federico Toobe, producción local de Vanina Dadone y asistencia de dirección de Elisa Martínez.

“Hedda Gabler” se presenta en la sala Marechal del Teatro Municipal 1º de mayo (peatonal San Martín 2020) de la ciudad de Santa Fe, los sábados a las 21 y los domingos a las 19, hasta el 1 de octubre.

Con información de Télam