(Por Hernani Natale) Steve Vai volvió anoche a darle vida propia a la guitarra, a la que literalmente hizo cantar, reír, llorar o simplemente tronar, durante el largo e inspirado monólogo instrumental que protagonizó en el Luna Park, en una nueva visita a nuestro país como parte del tramo latinoamericano del Inviolate Tour, gira presentación de su homónimo último disco.
A lo largo de poco más de dos horas de concierto, acompañado por un trío de batería, bajo y guitarra rítmica, el músico estadounidense hizo alarde de su excepcional manejo de la guitarra para estirar los límites de lo posible y, desde allí, crear variados climas y sobrevolar por distintos estilos, aunque con fuerte predominio rockero.
Los vestigios del hard rock más alocado desplegado en su recordada dupla en los `80 con David Lee Roth, de su paso por la banda de Frank Zappa o de su larga nómina de colaboraciones, en un listado que va de P.I.L. a Robert Fripp, se hicieron sentir con fuerza en las distintas interpretaciones.
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Así, el virtuoso músico puso en escena su amplio repertorio de solos y yeites, y su arsenal sonoro, en una celebración exclusiva de la guitarra, no solo como instrumento musical, sino también como elemento fetiche, algo que tuvo su punto culminante con la presentación del impresionante modelo The Hydra, una creación del propio Vai y la firma Ibañez que, entre otras particularidades, cuenta con tres diapasones.
Pero además de extraerle sonidos increíbles a su instrumento, el artista neoyorquino también involucró a su propio cuerpo en la performance, con teatrales movimientos que acompasaron cada pasaje.
Los tintes épicos de cada composición, el vértigo de cada solo y la destreza técnica fueron motivo de una actitud celebratoria permanente del público que colmó el estadio, la cual tuvo un sustento real además en el hecho que el protagonista de la noche justo festejaba su cumpleaños 63.
Por supuesto que la maratón realizada con sus dedos por Steve Vai tuvo un sólido respaldo en su arrolladora banda, conformada por el vigoroso baterista Jeremy Colson, el descomunal bajista Philip Bynoe y el efectivo guitarrista rítmico y tecladista Dante Frisiello, quien también se lució con algunos solos.
An Evening With Steve Vai era el nombre de este show que, con la excusa de mostrar un nuevo disco, regresaba a nuestro país al héroe de las seis cuerdas, famoso por su vertiginoso y endemoniado estilo, el mismo por el cual fue convocado para encarnar al guitarrista del diablo en la película Crossroads, de 1986, inspirada en la leyenda de Robert Johnson y la supuesta venta de su alma.
Una de las grandes atracciones que se anunciaba era la presentación de The Hydra, una guitarra especial que llevó unos cinco años de desarrollo y consta de tres diapasones un bajo, una guitarra de 7 cuerdas y otra de 12-cuerdas de arpa y violín, y una buena cantidad de efectos sonoros incorporados.
A las 21 en punto, antes siquiera que se apagaran las luces, ya se escuchaban los contenidos sonidos que desde bastidores comenzaba a insinuar Steve Vai con su guitarra, el cual finalmente explotó con una intro que dio paso a Avalancha, un potente hard rock incluido en el nuevo álbum.
Giant Balls of Gold transitó por terrenos más grooveros y Little Pretty sonó a King Crimson desde su disonante progresión de acordes. Por supuesto que cada una de ellas tuvo su eje central en el solo de guitarra como canto principal.
¿Se sienten tan bien como nosotros?, preguntó Steve Vai luego de saludar y agradecer en castellano. Y continuó: Pusimos en marcha esta gira latinoamericana y cuando vi la grilla y vi esta ciudad en mi itinerario sabía que iba a ser especial. Es un lugar cool para pasar mi cumpleaños. El canto del público no se hizo esperar y la emoción le ganó al homenajeado.
Tender Surrender, Lights Are On y Candle Power mantuvieron el vértigo a puro tapping y distorsión, y con un momento para que el bajo también despliegue su solo con la técnica del slap. El momento de lucimiento personal de Dante Frisiello fue con un seudo-blues con partes interpretadas con slide.
Luego de la calma de Building a Church y Greenish Blues, las pantallas proyectaron una escena clave de Crossroads, lo cual dio paso a Bad Horsie. In Becoming, Whispering a Player y Dyin Day dieron el necesario respiro antes del tramo final, disfrazado de épica celestial.
Presentado como la bestia, el animal, Jeremy Colson perforó los parches de su batería en su solo, para que acto seguido hiciera su esperado ingreso The Hydra para el tema Teeth of the Hydra. Dio la impresión que la novedosa guitarra impacto más por lo espectacular de su aspecto que por lo que ofreció a nivel musical.
Zeus of Chains y la coreada Liberty comenzaron a poner el broche, aunque todavía faltaba un nuevo feliz cumpleaños entonado para Steve Vai, esta vez acompañado de una torta con forma de guitarra.
El técnico de sonido Dano G. sorprendió con una increíble voz de tenor en una hermosa versión de For The Love of God y Taurus Bulba fue el bis que marcó el final.
La velada con Steve Vai que se proponía desde el título del espectáculo había dejado como saldo un largo monólogo de una guitarra que hizo un largo descargo, fue dios y el diablo en una misma noche y no le quedó ningún asunto por tocar.
Con información de Télam