El cantautor Joan Manuel Serrat inauguró esta noche en la ciudad santafesina de Rosario un paseo que lleva su propio nombre y el de su amigo argentino, el fallecido escritor y dibujante Roberto Negro Fontanarrosa, ubicado en la esquina del mítico bar El Cairo donde se juntan dos corazones que han vivido juntos siempre, dijo.
Nunca pensé que podríamos encontrarnos una tarde como hoy, en medio de tanta gente y tanto cariño, formando una esquina con mi querido amigo Roberto Fontanarrosa, con quien tuve la fortuna de compartir espacios de la vida, fantasías, alegrías, sueños y sobre todo divertirme con él, dijo Serrat, quien mañana abrirá en Rosario su gira argentina de despedida, llamada El vicio de cantar.
El músico catalán participó esta noche de la inauguración de la esquina Serrat-Fontanarrosa, ubicada en el cruce de las calles Santa Fe y Sarmiento de Rosario, donde está situado el bar El Cairo.
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Allí se reunió durante años la llamada, con ironía, Mesa de los galanes, encabezada por Fontanarrosa y sus amigos rosarinos, y de la que en algunas ocasiones participó Serrat.
Denominar a esa esquina paseo Serrat-Fontanarrosa fue una decisión del Concejo Municipal de Rosario para homenajear al escritor local y al cantante extranjero.
Ambos se conocieron en España durante el Mundial de Fútbol de 1982, según contó Serrat.
Pero la amistad entre ellos comenzó a gestarse al año siguiente, cuando Joan Manuel lo visitó en Argentina en ocasión de una gira por el país.
Desde entonces sellaron una amistad cuya duración esta noche quedó expresada en la inauguración del paseo que lleva sus apellidos.
El Negro era una persona que difícilmente transmitía sus angustias y sus pesares, se los comía mucho, y en cambio transmitía constantemente su felicidad de estar vivo, su curiosidad por la vida, su afán de ser sencillamente lo que le gustaba ser: un hombre que escribía mucho y muy bien, que dibujaba, y que amaba su ciudad y a (Rosario) Central por encima de todas las cosas, sostuvo el compositor español.
Luego recordó una característica de Fontanarrosa, algo así como una fobia a los homenajes y a tener que ocupar la centralidad en actividades públicas.
Si el Negro tuviera que estar aquí esta noche, estaría deseando irse, estaría sufriendo mucho, estaría angustiado, no tendría el más mínimo interés en otra cosa que sentarse alrededor de una mesa con gente a la que él quisiera y con quien se encontraba a gusto, sostuvo.
Serrat agregó que Fontanarrosa le daba prioridad a aquellas cosas a la que ustedes también le dan prioridad, y por las que ustedes también quieren a la gente.
El evento se realizó sobre un escenario montado en la esquina de Santa Fe y Sarmiento, sobre uno de los lados del mítico bar El Cairo, que ya no es aquél de las reuniones de la Mesa de los galanes sino uno remodelado y moderno, que alberga en su interior una estatua de su cliente más famoso.
Sobre el escenario se colocó, justamente, una mesa a la que se sentaron Serrat, la última esposa de Fontanarrosa, Gabriela Mahy, el amigo del Negro Ricardo Centurión, el intendente local Pablo Javkin y la presidenta del Concejo de la ciudad, María Eugenia Schmuck.
Tras recordar al Negro, Serrat bromeó: Me siento muy feliz de estar aquí esta tarde y al mismo tiempo me siento profundamente angustiado también, porque les aseguro que estoy deseando ir al hotel, tomarme una copa, en la tranquilidad.
No obstante, no saben hasta qué punto les agradezco que hayan venido todos a compartir esta fantasía maravillosa de juntar dos corazones que han vivido juntos siempre, y van a seguir, cerró.
Mahy, por su parte, dijo que el de esta noche es un homenaje muy especial, porque es un homenaje a la vida, a las calles, a los bares y a los amigos tan apreciados por el Negro y por Juan también, como el Negro le decía.
La viuda de Fontanarrosa también se permitió una humorada, al asegurar que pensando que siempre quería bajarse del pedestal donde lo subían para los homenajes, hoy hubiera dicho: Que pongan mi nombre en este paseo se justifica porque soy uno de los rosarinos que más lo ha pasado, pero a este muchacho, porque Serrat vino dos o tres veces nada más.
Centurión, miembro de la Mesa de los galanes y testigos de la charlas en el bar entre ambos homenajeados, dijo que lo de estos dos muchachos ha sido una cosa tremenda, espectacular, de demostrarse tanto cariño y tanto respeto.
Rescato de todo eso el gran cariño que se han tenido estos tipos y le agradezco a la vida que pude estar esos momentos con ellos, dijo, para rematar, también, con un chiste: Juan, sabé que te queremos mucho, te digo Juan no por íntimo, sino porque me da menos trabajo.
Con información de Télam