Llega "Gaslit", una reconstrucción del escándalo Watergate desde la mirada de una esposa del poder

22 de abril, 2022 | 14.12

"Gaslit", miniserie en la que Julia Roberts encarna a Martha Mitchell, la mujer que desató públicamente el recordado escándalo Watergate desde las propias entrañas de la política estadounidense a principios de los 70, llegará este domingo a la plataforma de streaming Starz Play para reconstruir una historia que "se remonta a la pregunta sobre qué es lo que alguien está dispuesto a hacer si siente que la causa es justa".

Así resumió el espíritu de la tira el actor Shea Whigham, quien conversó en exclusiva con Télam sobre esta trama que vuelve al mundo audiovisual 50 años después de su estallido con más actualidad que nunca, y en la que encarna a Gordon Liddy, el "machote" y algo delirante agente del FBI que dirigió el operativo que, dos años después, llevaría a la caída de Richard Nixon del poder.

El papel le calza como un guante a este intérprete, cuyo nombre puede no resonar entre las más populares figuras de Hollywood pero un veloz repaso por su carrera da cuenta de su presencia siempre destacada en un abanico de títulos del cine y la TV.

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Cerca de lo que suele llamarse un "actor de carácter" -uno que suele dar vida a personajes de color e inusuales-, Whigham fue el sarcástico colega de Paul Walker en "Rápidos y furiosos" (2009), el hermano de Bradley Cooper en la aclamada comedia dramática "El lado luminoso de la vida" (2012) y hasta el malogrado astronauta Gus Grissom en "El primer hombre en la luna" (2018).

También la televisión alzó su perfil cuando se puso en la piel de "Eli" Thompson, el hermano del protagonista a cargo de Steve Buscemi en "Boardwalk Empire", y años después en la de un sheriff para la tercera temporada de "Fargo".

Con esa variada trayectoria, Whigham, que también estuvo en "El lobo de Wall Street" (2013), "Guasón" (2019) y la serie "Perry Mason", toma esta vez el rol de Liddy, uno de los más excéntricos y curiosos personajes del caso Watergate, en el que cinco hombres fueron detenidos mientras cometían un robo en el Comité Nacional del Partido Demócrata para extraer documentos.

En "Gaslit" -adaptada del aclamado podcast "Slow Burn", de Leon Neyfakh-, es la provocación y la tenacidad de Liddy lo que lo lleva a convencer a John Mitchell, el Procurador General de EEUU interpretado por un irreconocible Sean Penn, de darle luz verde a su plan para allanar las oficinas de la competencia electoral.

Luego del hecho, Martha, una extrovertida aristócrata que conocía muy bien el detrás de escena del Gobierno de Nixon, fue prácticamente secuestrada en un hotel lejos de su Washington residencial y obligada a no tener contacto alguno con la prensa, aunque pronto supo que el trasfondo era más polémico de lo que se imaginaba.

Y por sus intentos por comunicarse con periodistas para advertir sobre estas maniobras y por desligar a su esposo del escándalo, Martha fue golpeada e inyectada con tranquilizantes para evitar que difundiera la sensible información.

El maltrato físico y mediático que recibió se transforma en un importante y hasta ahora escondido lado B del destape de Watergate, comúnmente asociado con la investigación de Carl Bernstein y Bob Woodward, del Washington Post; y aporta una nueva mirada sobre este escándalo que tuvo réplicas en otras épocas y latitudes aunque -triste y llamativamente- no causó ni por asomo las mismas consecuencias hacia el interior del sistema.

A días de su lanzamiento, Whigham dialogó con esta agencia sobre su paso y la relevancia de "Gaslit", que también cuenta con Dan Stevens, Betty Gilpin, Patton Oswalt y Aleksandar Filimonovic en el elenco.

Télam: Liddy era un tipo bastante brutal y complejo. ¿Fue desafiante darle vida a este personaje?

Shea Whigham: Sí, totalmente. Se saben muchas cosas sobre él, pero quería saber si podía hacerle un poco de justicia. Para mí todo empezó con tratar de hallar al ser humano en él, porque no podés meterte e interpretar solamente la locura presente en su vida sin encontrar realmente a la persona. Buscamos desmitificar el mito, así que nos preguntamos si tenía alguna cualidad honorable, cómo era su vida, su familia y sus amigos. Creo que sí tenía una característica honrosa y es que no daba nombres, fue el único que no lo hizo. Estuvo dispuesto a ir 23 años a una cárcel de máxima seguridad y nunca entregó a nadie. Ahí pude encontrar una forma de entrarle, de abocarme a interpretar a un personaje como él.

T: Pasado casi medio siglo del escándalo, ¿qué importancia pensás que tiene revisitar esta historia?

SW: Creo que los espectadores van a reconocer en la actualidad algunos de estos elementos que ocurrieron hace 50 años. En ese sentido, me parece que todo se remonta a una pregunta muy antigua, sobre qué es lo que alguien está dispuesto a hacer, qué líneas está dispuesto a cruzar, si siente que la causa es justa. Y eso es algo que sucede en todos lados en el mundo, todo el tiempo, son cuestionamientos que se plantean constantemente.

T: En ese sentido, ¿qué nueva perspectiva creés que aporta la serie?

SW: La verdad es que yo ni siquiera sabía de la extensión que las acciones de Martha habían tenido para destapar Watergate. Ojalá que la gente pueda ver y entender cómo fue esa experiencia, la perspectiva de esa mujer, y a la vez también siento que es una serie muy entretenida. Es un entramado que se comprende episodio a episodio, con un estilo y un tejido casi al estilo de los hermanos Coen. Eso fue algo que me sorprendió cuando la vi terminada, porque no me había dado cuenta hasta ese momento de la lectura algo humorística que puede llegar a tener.

T: Con su estreno, "Gaslit" se suma a una lista de producciones sobre casos reales que crece cada vez más. ¿Pensás que es un fenómeno que ocurre por algo en especial?

SW: Me parece que si confeccionás una buena historia, la gente la va a encontrar. Creo que eso es lo que estamos viendo con todos los contenidos que están saliendo, porque si no están bien hechos o bien contados, las audiencias pasan muy rápidamente a otra cosa. En este caso, "Gaslit" tiene como director a Matt Ross y su trabajo le imprime esa mentalidad, esa sensación cinematográfica, a las ocho horas de narrativa. Así que en general, lo que creo que está pasando es que ya no se puede engañar más al público.

Con información de Télam