(Por Sergio Arboleya).- El grupo de rock Vetusta Morla, una inédita experiencia independiente de 25 años en la escena española, inició anoche en el porteño Complejo C Art Media su gira 2023 con la que mañana debutará en el Cosquín Rock, poniendo el foco en su más reciente y sexto álbum Cable a tierra y ofrendando un recital poderoso.
Ante unas 1.500 personas afines a la banda que llevaba un lustro sin presentarse en el país, el sexteto oriundo del municipio madrileño de Tres Cantos reafirmó en vivo el pulso denso y febril de una propuesta que ubica al rock como vehículo expresivo.
Vetusta Morla ratificó que utiliza al género y su cultura para desplegar en su seno un discurso estético personal que amplía las fronteras sonoras más habituales y que incluye un tratamiento lírico refinado e inquietante que da cuenta de este tiempo áspero y embriagador a la vez.
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Una docena de reflectores rojos encandilando al gentío parado bajo el escenario marcó el inicio del concierto a las 21.40 y ese portentoso dispositivo lumínico capaz de iluminar, cegar, ambientar y regalar sombras funcionó durante toda la velada como síntesis visual de lo que la banda sostuvo a partir de sus canciones.
Sobre una base machacante sostenida entre las percusiones y las programaciones de Jorge González, la batería del Indio David García, los teclados y las guitarras de Juan Manuel Latorre y Guillermo Galván y el bajo de Álvaro B. Baglietto, la agrupación tuvo en la voz y en la energía de su cantante Juan Pedro "Pucho" Martín al encargado de matizar esa bola de sonido.
Agitándose como un junco casi al filo de abismarse entre la marea de seres, el intérprete le puso escena y una diversa gama vocal a las historias siempre brumosas y urgentes que el conjunto asume en su ideario.
Volvimos para conectar más con los rituales que nos arrebataron y conectar con la humanidad que tanta falta nos hace. Conectar con la amistad, con la música, con la poesía y con el amor. Bienvenidos, bienvenidas, bienvenides, saludó el vocalista después de un furioso inicio que atravesó cinco diferentes estaciones.
El comienzo tuvo tres piezas de Cable a tierra; Puñalada trapera (con su reiterado grito Somos carne de reemplazo/imborrable es nuestro canto), La virgen de la humanidad y No seré yo y continuó sin respiros con El hombre del saco (de Mapas, su álbum de 2011) y el estupendo Golpe maestro (de La deriva, placa fechada en 2014).
Con el inmenso galpón a punto de hervor como para desafiar el inédito frío de febrero en Buenos Aires, el conjunto siguió proponiendo un entramado conceptual en torno al repertorio de Cable a tierra (2021).
Latorre dijo a Télam a finales de ese año sobre el concepto del entonces flamante disco que Cable a tierra es una manera de retratarnos y de buscar ese folclore que hemos tenido que forjar como personas que por habitar en un contexto urbano estuvimos desprovistas de determinadas tradiciones culturales y sociales y también que en este caso se trató de pensar más en la canción popular. Condensar en frases relativamente sencillas una carga de profundidad importante.
Y así fue como las nuevas Corazón de lava y El imperio del sol conectaron con Maldita dulzura (de Mapas) en un viaje capaz de reunir a la también actual Finisterre con Copenhague (incluida en el volumen Un día en el mundo, de 2008).
Con esa impronta donde raíces y electrónica dialogaron en tensa ebullición, continuó el esmerado repaso por Cable a tierra (con Al final de la escapada, La diana, Palabra es lo único que tengo y Si te quiebras) con puentes tendidos a su antecesor, el atractivo Mismo sitio, distinto lugar (2017), de la mano de títulos como
23 de junio, Palmeras en La Mancha y La vieja escuela.
La confluencia entre ambos repertorios descolló al momento de Consejo de sabios, canción que gozó de repercusión local al sumar en su versión en vivo lanzada en septiembre pasado al rapero Wos, pero que en ese intercambio perdió su fenomenal remate: Caerán los imperios, caerán los estadios/Pero antes tendrán que caer nuestros santos.
Con Cuarteles de invierno (Fue tan largo el duelo que al final/
Casi lo confundo con mi hogar) y Los días raros (Toca afinar, definir de un trazo.../Sintonizar, reagrupar pedazos.../En mi colección de medallas y de arañazos), dos obras características del universo Vetusta Morla, la presentación llegó a un final de honda comunión.
La banda continuará su gira 2023 cuando el domingo desde las 17.10 se presente en el escenario Sur del Cosquín Rock haciendo su debut en dicho encuentro como prólogo a regresar a España donde tiene en agenda la participación en otros 11 festivales.
De uno u otro lado del Atlántico, Vetusta Morla demostró una vez más de qué manera se erige como una singular propuesta musical a partir de la lograda mistura entre pulso rockero, andar independiente e historias desgarradoras.
Con información de Télam