(precisa título de dos obras)
(Por Sergio Arboleya, enviado especial) La encendida y folclórica presencia por partida doble de Riendas Libres, el proyecto familiar en trío que encabeza Peteco Carabajal, y el excelso encuentro de Pablo Agri con la Filarmónica de Río Negro OFRN, abrieron anoche la segunda edición del Festival Internacional de Música Bariloche (Fimba).
Tras el lanzamiento en 2019 y el parate pandémico del año pasado, la celebración melómana gratuita con la Filarmónica provincial y sus ensambles como anfitriones y partícipes del encuentro, cumplió acabadamente con su espíritu amplio y conmovedor en su estreno de 2021.
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De las chacareras que inundaron durante dos funciones el Teatro Baita (sumando entre ambas unos 850 espectadores) al protagonismo del violín en el ámbito mágico de la Catedral Nuestra Señora del Nahuel Huapi (colmada en su aforo permitido por 280 personas), el Fimba mostró las credenciales que quieren distinguirlo.
Es que tanto la coqueta sala puesta al borde de convertirse en un patio de tierra santiagueña como el principal templo católico de la ciudad acogiendo el milagro de un concierto de alto vuelo que sumó al también violinista Rafael Gíntoli, fueron expresiones de la apuesta por el goce musical sin barreras ni etiquetas que se respira en la propuesta.
Como le dijo Martín Fraile, director de la Filarmónica y del Fimba, a Télam el martes pasado, la de este espacio es una invitación a hacer cuerpo la música y también fomentar audiencias sensibles.
La presentación de la OFRN junto a Agri permitió el abordaje de la obra propia El Julián Aguirre para tributar al lugar que lo formó musicalmente en un recorrido impactante por el lirismo, la intimidad y la carnadura dramática sin por ello perder acento tanguero.
La larga ovación que coronó ese segmento dio paso al Primer Concierto para Violín (Sin Pretensión de Nada)", de Antonio Agri, padre de Pablo y muy popular por su larga y reconocida presencia en diversas formaciones de Astor Piazzolla, que es parte del repertorio del conjunto local bajo la sensible batuta de Fraile.
En ese momento, el director se dirigió al público y anunció entre risas que el conjunto y sus derivaciones vamos a ofrecer 21 conciertos en cinco días. Un número interesante.
Para abordar el Segundo Concierto para Violín (Post-Riga) compuesto por Agri padre, se sumó Gíntoli y el cruce de violines fue una maravilla que luego se extendió ya sin la apoyatura de la orquesta- a un arreglo sobre El choclo también creado por el papá de Pablo.
Tras poco más de una hora deliciosa y a pocas cuadras de allí, el Baita recibió la segunda vuelta de Riendas Libres, la propuesta que reúne al legendario Peteco con su hijo Homero (guitarra y voz) y con las percusiones de Martina Ulrich, hermana de Homero por parte materna.
También desde la guitarra y el canto algo ajado producto del par de presentaciones casi seguidas- el legendario artista santiagueño de 65 años fue el director de orquesta de un repertorio popular y folclórico que levantó palmas y coros en la platea.
Una parte del set de 13 piezas asumido por el terceto creado en 2017 incluyó la presencia del ensamble de maderas y bronces de la Filarmónica, uno de los grupos subsidiarios del proyecto central nacido cinco años atrás.
Con esa formación extendida para un diálogo entre la academia y las raíces nativas, se compartieron atractivas versiones de Las manos de mi madre, Perfume de carnaval, El fin de la infancia y La estrella azul.
Antes y después de ese tramo, Riendas Libres apuntó al corazón de una audiencia predispuesta a las palmas y el coro con piezas como A mis viejos (que abrió la velada), El embrujo de mi tierra, Desde el puente carretero (sumando a Pablo Agri en un violín endiablado), Mi abuela bailó la zamba y El amor como bandera, entre más.
Peteco, emocionado por la nueva constatación del impacto de su obra, confesó la alegría por estar volviendo a ponernos a andar después de un año y medio durísimo y adelantó que el mes próximo Riendas Libres registrará en Villa Mercedes, San Luis, su demorado segundo disco.
Hoy jueves en la continuidad del segundo Fimba -que hasta el domingo ofrecerá 25 conciertos en distintos puntos de Bariloche con figuras de la talla de Escalandrum con Elena Roger, Juan Falú, Nina Vais, Flor Bobadilla y Pablo Spiller- habrá protagonismo tanguero.
A las 18 en La Baita estarán Rubén Hidalgo (bandoneón) y Juanjo Miraglia (guitarra) con el ensamble Ventisquero Negro; a las 21 en la Catedral, se oirá Piazzolla Barroco a cargo de Andrés Spiller (oboe), Marcela Magin (viola), Marcelo Rebuffi (violín) y Luis Caruana (bandoneón); y a las 22.30 La Baita recibirá a Ramiro Gallo con otros dos de los ensambles de la Filarmónica.
Con información de Télam