El actor, director y dramaturgo Pompeyo Audivert, quien este viernes dará comienzo en el Teatro Metropolitan a la cuarta temporada de su suceso "Habitación Macbeth", aseguró a Télam que "siempre hay que tener claro el concepto con el que uno va a trabajar a Shakespeare, no es que uno hace Shakespeare para reproducirlo tal cual era, como si fuera una obra museológica".
Télam: Hay puestas que sí, que toman esta visión "museológica" y en general resultan fiascos.
Pompeyo Audivert: A mi modo de ver, las obras deben ser revisitadas desde la contemporaneidad de uno, desde ciertos conceptos que a uno le despiertan esos materiales para poder generar mestizajes que sean curiosos y que hagan que la obra merezca volver a la vida. En mi caso, siempre trabajo desde la concepción de que el treatro tiene sus propias temáticas de base, la máquina teatral antes de recubrirse con una obra ficcional tiene, como rito sagrado, sus propias temáticas a las que se debe, el teatro habla de ciertos temas más allá de las obras con las que después se reviste. Los temas de fondo del rito sagrado del teatro son la identidad y la pertenencia, quiénes somos, dónde estamos, de dónde venimos, qué estamos haciendo, la suposición de estar siendo habitados todo el tiempo por fuerzas sobrenaturales, la sospecha existencial de ser otros.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
T: ¿Y eso cómo se materializó?
PA: Ese concepto que para mí la máquina teatral tiene de origen lo pongo de manifiesto en la forma de producción en que llevo adelante las obras, ese fue fue el concepto central de esta puesta al poner toda la obra en un solo cuerpo, el cuerpo-habitación, como forma de produccion alude a la sospecha existencial de que en un cuerpo entran muchas versiones y que un cuerpo no agota su identidad en un yo hsitórico, sino que el yo es un campo ficcional alienado, el yo es una simplificación, es una forma en que lo histórico se adueña de una estructura poético existencial y la clausura diciéndole "sos tal nombre, tal biografía y nada más", mientras que el ser es de una dimension poética mucho más abierta y radiante. Somos una estrucutra presencial de naturaleza poética y metafísica, no somos solamente el yo, entonces la apuesta de hacer "Macbeth" a través de un solo cuerpo es una apuesta a favor de esos sentidos y temáticas que el teatro como máquina pone en juego cada vez que se representa. Después viene la obra con la que disfrazo esa puesta, en este caso "Macbeth", que es una obra que habla también de esos asuntos: "Macbeth" habla de esa identidad trastornada o convulsa, que es la identidad del personaje central que cambia radicalmente a partir de una visita que recibe de las brujas, una identidad que se da vuelta como un guante y pasa a ser lo contrario de lo que era; la obra, de algún modo, es familiar también con ese concepto sobre el que trabaja la teatralidad y que yo puse en juego al erigirme como cuerpo habitación, entonces creo que la gran apuesta de "Habitación Macbeth" es cruzar las temáticas de base del teatro vinculadas la identidad y la pertenencia con una obra que habla también de esas temáticas de base y al cruzarse con la máquina teatral hecha en un solo cuerpo nos permite poder ver ambas temáticas, en una hibridización, funcionando juntas. Uno ve la obra de Shakespeare, no hay dudas, pero también ve otra cosa, ve un cuerpo habitáculo, un cuerpo mediúmnico, en un estado de trance sobrenatural que es atravesado por toda la obra y que la pone de manifiesto. y eso es muy interesante porque el público va al teatro a sospechar de uno mismo, a poner en duda su propia identidad, a ponerla en suspenso, y que una obra de teatro pueda generar una empatía a través de sus formas de producción junto con una obra que habla también de eso me parece interesante que pase en un momento histórico tan desvitalizado y tan antipoético como el de hoy.
Con información de Télam