(Por Agustín Argento).- Samanta Schweblin es una de las escritoras más renombradas del momento, con un estilo propio que la ubicó en las principales bibliotecas del mundo y cuyo particular universo fue tomado para convertir en ópera "Mujeres desesperadas", bajo el título "Felicidad", que desde este viernes tendrá siete funciones en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETT).
Fueron Marcos Franciosi y Walter Jakob los encargados de transformar en líneas de diálogo la historia de una mujer que es abandonada en la ruta y que, en medio de su desesperación e incredulidad, encuentra a otras que están en su misma condición. La cantante y directora musica Valeria Martinelli, que ya tiene colaboraciones con Franciosi, armó las maquetas para el trabajo final del director de escena Julián Ignacio Garcés y las vocalistas.
"Después de haber leído gran cantidad de cuentos, llegué a 'Mujeres desesperadas' y captó mi atención de inmediato -dijo Franciosi-. Tuve una representación de cómo sonarían esas voces, una suerte de intuición de que esta historia podría devenir en una ópera".
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"La música vocal en general y la ópera en particular implican siempre la adaptación de la prosodia oral a la prosodia musical. Es una tarea que le corresponde a quien compone. Este es un desafío y una complejidad más que se impone al de por sí complejo hecho de escribir música, ya que la musicalización de un texto implica aceptar precisamente esta particularidad, puesto que en lo cotidiano no hablamos cantando", agregó Franciosi, quien cuenta con varias obras y es Premio Konex 2019.
En un baño, en medio de una ruta desierta, Felicidad es abandonada en la noche de su boda. Inmersa en su soliloquio, se debate entre el desconcierto y la angustia por la pérdida y el temor al juicio externo. La aparición de otras mujeres también abandonadas en las mismas circunstancias van delineando una serie de sentimientos y estados psicológicos asociados a problemáticas muy reales, de género, y también el cuestionamiento al rito que recae principalmente sobre la mujer.
Todo esto sucede "en un ambiente sumamente enrarecido, onírico pesadillesco", explicó Franciosi, quien con Jakob buscaron sostener "ese estado narrado magistralmente por Schweblin, pero al mismo tiempo abrir los sentidos y la interpretación para no condicionar al director de escena. A mi entender, la ópera es un medio de expresión muy potente para la comunicación de aspectos psicológicos de los personajes y de los estados que los atraviesan".
El elenco para esta ópera de cámara (cuarteto de saxos, trompeta y violonchelo) cuenta con las soprano Natalia Salardino, Nené: Graciela Oddone y Alicia Martínez, además de la actriz María Inés Aldaburu y el actor Martín Brunetti.
"El cuento propone una energía lírica, incluso desde la lectura misma del texto. Pude tener acceso al material a medida de que se gestaba la música, incluso yo misma grabé todas las voces que Marcos iba escribiendo para realizar una maqueta con la que pudiesen trabajar tanto las cantantes como el director de escena", señaló Martinelli.
"Si bien es una ópera que implica una gran complejidad a nivel vocal -agregó-, se trata por un lado de una obra que adecúa la palabra hablada de una manera anatómica y natural al canto, y por otro en el caso de Marcos, es un compositor que se preocupa mucho por interpretar a los músicos con los que trabaja, tanto del ensamble instrumental como de las cantantes en este caso. De manera que mi trabajo consiste en traer y reforzar todo ese campo expresivo del texto y de la música al plano de la interpretación".
Además de la de mañana a las 20, las otras funciones programadas serán el sábado 2, el jueves 7, el viernes 8, y el sábado 9 de septiembre a las 20, y los domingos 3 y 10 de septiembre a las 17.
Télam: "Felicidad, ¿se puede ubicar en alguna tradición operística o, por el contrario, va a ver algo rupturista?
Marcos Franciosi: Esperaría que se tratase de un punto intermedio. György Ligeti solía decir: "Con un pie en el aire y otro en la tierra". Me gusta pensar en que siempre estamos haciendo música nueva, aún en la interpretación de repertorio, ya que uno puede comprobar de continuo ese estado cambiante de la música a cada versión, en cada interpretación, filtrada por la óptica del tiempo y lugar en que nos toca vivir. En lo particular esta ópera es una ópera que involucra la experimentación, pero que también implica la conciencia por la tradición lírica y operística. Además (de los bronces y las cuerdas), esta obra tiene tratamiento electrónico en tiempo real, el mismo busca ser incluido como una capa más en esta forma de expresión mixta, acústica electroacústica.
T:¿Qué relación hay entre la música y las imágenes que emanan del texto?
Valeria Martinelli: El compositor hizo un trabajo previo de interpretación simbólica y de los estados psicológicos de los personajes, incluso creando junto a Walter Jakob extensiones basadas en palabras y sentidos que salen del propio cuento. Esto se vio reflejado en una primera instancia en una serie de estímulos asociados con la música electroacústica, de carácter concreto. Franciosi trabajó entonces por un lado con una interpretación de esos estados subjetivos asociados a la psicología de los personajes, indagando primero sobre el campo electroacústico, más específicamente sobre el registro de estímulos sonoros asociados a esas percepciones y su correlato con el universo instrumental a través del ensamble de solistas, el cual despliega a lo largo de la obra esa representación subjetiva de la historia que se cuenta.
Con información de Télam