(Por Sergio Arboleya, enviado especial).- Escalandrum y Elena Roger en un imponente tributo a Astor Piazzolla y otro cruce musical y de lenguajes con la banda sonora en vivo a cargo de la Orquesta Filarmónica de Río Negro (OFRN) e invitados del documental Un fueguito. La historia de César Milstein, de Ana Fraile, sumaron nuevas postales capaces de dimensionar el fenomenal aporte de este segundo Festival Internacional de Música Bariloche (Fimba).
Es que si bien la reunión del sexteto Escalandrum y la voz de Roger para tributar a Piazzolla tuvo su gesto fundante hace cinco años cuando publicaron 3001 Proyecto Piazzolla, el hecho de que el conjunto jazzero con 22 años de actividad haya profundizado esa exploración para 100 parece haber dotado aún de mayores herramientas a su personal y logrado sonido.
Y si a ello se le agrega la expresividad apabullante de Roger, pletórica de recursos, y el ámbito fabuloso de la Catedral Nahuel Huapi como marco, se terminó de construir un concierto que estuvo a la altura de la responsabilidad de constituir el principal foco de atracción de este encuentro que comenzó el miércoles y formalmente termina mañana.
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Por ello unas 300 personas colmaron el templo de cemento y piedra, otro centenar siguió la actuación desde una pantalla gigante ubicada de cara al parque donde se enclava el edificio y que mira al bello y emblemático lago y además se transmitió por streaming.
El baterista Daniel Pipi Piazzolla se presentó diciendo que la actuación era por el centenario de mi abuelo para quien pido un fuerte aplauso e inmediatamente el grupo instauró una Primavera porteña excepcional.
Los implacables arreglos del pianista Nicolás Guerschberg y el talento interpretativo de Pipi y del bajista Mariano Sivori y los vientos de Gustavo Musso en saxo alto y soprano, Damián Fogiel en saxo tenor y Martín Pantyrer en clarinete bajo y saxo barítono, construyeron el atalaya sonoro para integrar a Elena Roger capaz de lidiar con la tradición vocal de esas obras (con nombres como Goyeneche, Baltar o Trelles, entre más) y hallar su propia voz.
Vestida de negro y enfundada en un largo saco también negro con detalles blancos en las solapas y las mangas, la artista combinó sus varias dotes para entregar un canto implacable e impecable en Los pájaros perdidos, Chiquilín de Bachín y La bicicleta blanca.
Vuelvo al sur (con texto de Fernando Pino Solanas, y única pieza cantada cuya poesía no correspondió a Horacio Ferrer, principal letrista del bandoneonista y autor) y otra gran mirada en torno a la Milonga de la anunciación (de la operita María de Buenos Aires), dio paso a una arrasadora versión instrumental de Michelángelo 70.
La vuelta de Roger fue para asumir casi sin pausas Balada para mi muerte y Renaceré en Buenos Aires, dos obras que dialogan entre sí y que la puesta musical y vocal se encargó de explicitar con gran resultado como prólogo a los bises que arrancaron renovadas ovaciones.
Primero la descomunal propuesta de Escalandrum recogiendo las herencias de Adiós Nonino y luego, otra vez con la vocalista, para cerrar con Balada para un loco.
A unas siete cuadras de allí, el Teatro La Baita alojó la llamativa experiencia de proyectar una película subtitulada mientras la OFRN y varias de las figuras que son parte de este segundo FIMBA (Andrés Spiller, Juan Falú y Rafael Gíntoli, entre ellas) abrazaban obras capaces de conectar con la narración fílmica.
Aprovechando el año Milstein que se conmemora, que Martín Fraile -director de la Filarmómica- creó la música del documental dirigido por su hermana Ana y que ambos son sobrinos nietos del científico que ganó el Premio Nobel en Medicina en 1984 por sus investigaciones sobre los anticuerpos monoclonales, se plasmó una gran aventura musical en torno al filme.
La experiencia, que tuvo antecedentes similares en Tecnópolis y el Centro Cultural 25 de Mayo, halló en su tercera puesta lo que su equipo creativo (la directora Fraile y el guionista Lucas Scavino, también dupla realizadora en los posteriores Quién mató a mi hermano y Buenas noches Malvinas) consideró la síntesis más acabada.
La experiencia fue un viaje por una vida excepcional matizada por una música maravillosa (donde aparecieron las firmas de Mahler, Shostakovich, Mozart, Elgar, Tchaikovsky, Piazzolla, Pasculli, Violeta Parra y el propio Falú, por citar apenas algunas).
La voz y el ejemplo de Milstein y su pelea por una ciencia al servicio de la humanidad y no solamente por el mero negocio, adquirieron entonces una carnadura mayor en este tiempo pospandémico.
Fraile-Scavino son, además, parte de las mentorías y el Premio Estímulo Hallucigenia, un espacio virtual dedicado a la intersección del cine, las ciencias y la tecnología que surge de H20, Fondos semilla de Arte-Ciencia del British Council Argentina y Fundación Williams.
El cierre de la penúltima jornada de este segundo encuentro impulsado por la Secretaría de Cultura de Río Negro, corrió por cuenta de la pianista, autora y cantante misionera Flor Bobadilla Oliva en compañía de dos de los 11 ensambles de la OFRN: Trepún Percusión y Cuerdas Patagónicas.
La reunión para asumir el espectáculo Paisajes, Folclores del mundo tuvo arreglos de María Suárez, abrevó en el que será el primer disco de Flor (Solita mi alma) y recorrió una paleta de géneros que incluyó la música del Litoral, el chamamé, el fado, la cumbia y el merengue y que cantó apelando, además, al guaraní y el portugués.
Con desenfado y soltura la solista exhibió los filos de su prosa y una sonoridad muy propia para cantar desde una respiración ligada a la copla española, algo que unificó el discurso y tal vez conspiró contra la pretensión de abordar un mapa diverso.
Al segundo FIMBA le queda una más reposada jornada dominguera de cierre y un balance sensacional en su búsqueda por proponer músicas de excelencia sin ataduras de géneros, estilos e intérpretes,
Con información de Télam