El reconocido compositor, guitarrista y gestor cultural Gustavo Mozzi lanzó junto a la Orquesta Matiné su nuevo álbum, "Venturosa", un viaje musical íntimo e inspirador, plagado de contrastes e integrado por piezas instrumentales que tienen a la milonga, la murga y el tango como punto de partida.
El flamante disco marca el retorno de Mozzi a la música y a la vez la continuidad de una inagotable búsqueda estética plasmada en su trilogía discográfica integrada por los álbumes "Los ojos de la noche" (1998), "Matiné" (2005) y "Estuario" (2013).
En "Venturosa" el músico invita a sumirse en un universo sonoro poético, en el que conjuga las tradicionales músicas de la región rioplatense con las infinitas posibilidades de una orquesta creada a su medida y conformada por destacados músicos.
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"Este trabajo es para mí es un viaje musical a través de la región desde una perspectiva personal, todos los temas forman parte de una misma travesía, porque me gusta seguir pensando con la lógica conceptual del álbum", describió a Télam el músico.
Mozzi contó que el concepto del disco nació en plena cuarentena: "Quizás por una especie de optimismo empedernido fue surgiendo un álbum luminoso, de música vinculada a momentos de expansión desde lo personal, una mirada retrospectiva que se posa sobre momentos fundacionales como para soñar un futuro promisorio", dijo.
Fue clave el aporte de los solistas Mariano Rey (clarinete), Lautaro Greco (bandoneón), Damián Bolotín (violín), Abel Rogantini (piano), Esteban Sehinkman (teclados), Guido Martínez (bajo), Facundo Guevara (percusión), Agustín Lumerman (percusión), Javier Acevedo (acordeón), Jorge Bergero (violoncelo), César Angeleri (guitarra invitada), Pablo Fenoglio (trombón), Pablo Fraguela (piano), Nicolás Guerschberg (piano), Pipi Piazzolla (batería), Daniel Falasca (contrabajo), Pablo Agri (violín) y Pablo Bercellini (violoncelo).
Mozzi llevó su música a importantes escenarios del mundo, compuso para teatro y cine, ganó dos premios Grammy Latinos junto a Gustavo Santaolalla como coproductor artístico del proyecto "Café de los Maestros", con el que giró por el mundo.
Como productor y gestor cultural estuvo al frente del emblemático sello discográfico Buenos Aires Música (BAM), el área artística de la Dirección General de Música de la Ciudad de Buenos Aires, el Festival y Mundial de Tango de Buenos Aires, la Usina del Arte y el CCK, entre otros espacios.
Télam: ¿Cómo vivís este regreso con "Venturosa", un disco con identidad propia que se puede pensar como una continuidad de tus trabajos anteriores?
Gustavo Mozzi: La continuidad está dada por el abordaje de los géneros rioplatenses, el espíritu romántico, el tratamiento melódico, por aspectos formales que se traducen en esa suerte de aguafuertes instrumentales porteñas, todo eso es parte del ADN de mi música. Pero al mismo tiempo se trata de un álbum con contrastes más marcados, hay una especie de caleidoscopio de estilos que va del valsecito criollo a la impronta de la música progresiva de los '70 en Buenos Aires; de la milonga sureña, íntima con guitarras criollas, a la potencia de la murga, con una paleta de colores amplia.
T: ¿La milonga, el tango y la murga son los puntos de partida para tomar vuelo?
GM: Es cierto que el espíritu de estos géneros siempre están presentes en mi música, como un punto de partida, especialmente la milonga en sus diferentes formas. Son géneros que hablan de nosotros y territorios de riqueza inagotable que nos sujetan a un lenguaje y ofrecen, al mismo tiempo, una libertad infinita para explorar fronteras y cruces. Es en ese territorio donde se expande una poética urbana que admite un moog y un cuarteto de cuerdas, una fuga y un bombo de murga. No tengo una especial preocupación por ser fiel a las formas o a la rítmicas tradicionales, porque esos géneros ya están presentes en cada uno de nuestros gestos, en nuestra manera de comunicarnos, aún sin proponérnoslo.
T: Planteás un disco que tiene el corazón en la música rioplatense pero que se deja abrir hacia otros paisajes sonoros (el jazz, la música europea). ¿Los ves de ese modo?
GM: Sí, tal cual, son paisajes sonoros que están insinuados en la escritura y que se materializan con la participación de músicos que provienen de diferentes extracciones, clásicos, tangueros, jazzeros, folcloristas, al servicio de un lenguaje. En general, la mezcla de paisajes sonoros está ligada a momentos trascendentes en lo personal. "Mar de bombos" conecta con los carnavales de infancia y con mi experiencia tocando con el gran Teté Aguirre. Y es maravilloso comprobar que esa tradición sigue siendo mágica hoy, a través de una evolución en el tratamiento del bombo con platillo, que permite trasladar de la mejor manera el sonido de la calle y el groove murguero al estudio de grabación.
En cambio "A los que iban cantando", dedicado al histórico grupo uruguayo (Los que iban cantando), arranca con un ensamble de guitarras con aire zitarroseano y un acordeón romántico. Es como el eco de la atmósfera que se respiraba en mi primer viaje a Montevideo en el '84, cuando fuimos a tocar con Alberto Muñoz. Allí conocí personalmente a ese grupo de artistas que exploró estéticas de riesgo y se animó a plantear una ruptura de la canción tradicional en plena dictadura, una rica influencia para muchos.
T: El diálogo entre los instrumentos, la presencia de las melodías y los contrapuntos, de algún modo, definen tu forma de componer: ¿Cómo va surgiendo ese entramado sonoro?
GM: La melodía suele ser el punto de partida de casi todos mis temas, es cierto que siempre apoyada en un balance rítmico determinado. Esas melodías nacen en general con sus propios contrapuntos en simultáneo. El tratamiento melódico es algo que me apasiona especialmente, pero el aspecto tímbrico también tiene una gravitación importante, la paleta de colores, el dialogo entre los diferentes instrumentos, las asociaciones. La circulación de los temas rotando por los diferentes integrantes del ensamble establece una comunicación y una lógica de movimiento. La riqueza propia de estos géneros, y sus grandes compositores históricos, son los que inspiran la imaginación melódica y la trama contrapuntística.
Con información de Télam