(Por Hernani Natale) Las silenciadas voces de la poeta griega Safo de Lesbos y de Nosis de Locri, su autoproclamada hija artística, vuelven a escucharse con fuerza gracias a la compositora e intérprete Daniela Horovitz, que convirtió en canciones los fragmentos recuperados de la primera y los epigramas de la segunda, las cuales tomaron forma de ritmos populares regionales, abordados desde un concepto sinfónico a partir de los arreglos diseñados por Hernán Reinaudo.
El espectáculo inspirado en estas referentes feministas, que vivieron en los siglos VII y IV A.C., ya pudo verse en el porteño Bebop Club y este sábado 2 de julio, a las 18, se presentará con entrada libre y gratuita en La Usina del Arte.
La voz y lira de la compositora estará acompañada por la guitarra y el piano del propio arreglador, además de Horacio Cacoliris en la percusión y Analía Rosenberg como pianista invitada; y un cuarteto de cuerdas conformado por Matías Grande en primer violín, Lucía Herrera en segundo violín, Julio Domínguez en viola y Clément Silly en violoncello, todos ellos integrantes de la Orquesta Sinfónica y Filarmónica del Teatro Colón.
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Hacia el final, la profesora de latín y literatura Sylvia Nogueira ofrecerá una charla sobre estas poetas griegas y abrirá el diálogo con el público.
En realidad, Horovitz ya había llevado adelante en 2017 un espectáculo llamado "El dulce amargo. Canciones de Safo", que le valió la participación en la edición del año siguiente del Festival de las Mujeres, que se realiza en la Isla de Lesbos, tierra natal de la poeta, en Grecia.
Sin embargo, le sumó en los últimos tiempos un nuevo grupo de canciones, en este caso basadas en los doce epigramas que sobrevivieron de Nosis de Locri, quien vivió 300 años después que Safo, aunque se consideraba su hija artística.
Toda esta obra creada por la reconocida artista -ex Los Amados y actual La Impertinente Señorita Orquesta, entre otras formaciones- adquiere particular fuerza por traer a la actualidad voces femeninas que fueron acalladas a lo largo de siglos, a partir de la destrucción de sus trabajos y de la difamación pública.
"Yo empecé en 2014 con Safo y me impactaba que había estado silenciada, que habían quemados sus libros, que se la había tratado de prostituta para denostar su arte. Ahora está acá de nuevo. Ella cantaba sus poemas y, aunque esas músicas nadie las conoce porque se perdieron, yo los estoy cantando. Estoy trayendo eso de vuelta y es muy fuerte", expresó a Télam Daniela Horovitz.
"La poesía de esa época tenía que ver con lo épico, lo guerrero, lo masculino. Safo introdujo este concepto de poesía desde el yo, desde la intimidad, desde el sentimiento. Había algunos poetas que lo hacían, pero que lo hiciera una mujer era una novedad", advirtió.
La artista recordó que al final del espectáculo dedicado exclusivamente a Safo, sintetizaba el valor simbólico de rescatar su voz cuando miraba a la lira y le decía el verso: "Yo sé que alguien se acordará de nosotras".
Y fue en esas representaciones en las que conoció a Mariana Gardella Hueso, quien le informó que había traducido los doce epigramas de Nosis de Locri y los había reunido en un libro llamado "Besada por Cipis", lo que la inspiró a ampliar la obra con nuevas composiciones basadas en este trabajo.
En diálogo con esta agencia, Daniela Horovitz dio detalles de la manera en que conoció la obra de Safo y brindó precisiones sobre los motivos que la llevaron a darle tonadas populares regionales a estos escritos y otorgarle un carácter sinfónico desde los arreglos.
Télam: Para ir bien a los inicios de este espectáculo, ¿cuándo y por qué nace tu interés por Safo?
Daniela Horovitz: La había conocido por las clases de latín que tenía en el colegio con la profesora Sylvia Nogueira, que para cerrar el círculo estará el sábado en la Usina dando una charla al final. Pero Safo apareció en las clases en medio de un montón de otros poetas, así que se me olvidó con el tiempo. Un día en una librería de Corrientes encuentro un libro de ella y me acordé que la habíamos visto en el colegio. Para colmo, en la parte de atrás tenía una frase que decía: "Yo te buscaba y llegaste, y has refrescado mi alma que ardía de ausencia". Así que me lo llevé. El libro traía fragmentos de poesías porque, salvo la "Oda a Afrodita", no hay nada completo. Su obra fue destruida y sobrevivieron algunos fragmentos que se usaron como ejemplo de buena escritura en manuales de la época, así que de ahí se rescató lo que hay. Entonces, un día en mi casa, tomé el libro y empecé a cantar como una especie de balada la poesía "De verdad morir yo quiero" y fui armando una canción con los fragmentos. Así también surgió después "Y voy a acostarme sola", que es un bolero. Ambas canciones las grabé en mi disco "Entre las fieras y los lirios", pero sentía que Safo merecía un lugar más importante, porque me seguía interesando y seduciendo trabajar ese material. Pensé que tenia que ser un espectáculo.
T: ¿Cómo aparecen las músicas? ¿Qué fue lo que te sugirió qué ritmo iba en cada poema?
DH: Lo trabajé como un concepto, pensé que la música tenía que tener algo mío, lo que yo sentía como propio y cercano. Hay vidalas, una baguala, una chaya. Yo estudié en la Escuela de Música Popular de Avellaneda y todo eso lo tengo incorporado. Y también, como porteña de San Telmo, tengo todo lo ciudadano: vals, milonga, tango. La idea fue hacer algo latinoamericano, con un concepto unificador.
T: ¿Los epigramas de Nosis los trabajaste con ese mismo concepto?
DH: Ahí fui más concreta a la hora de poner los ritmos. Fui muy específica porque me presenté para una beca de creación del Fondo Nacional de las Artes, que gané, entonces tuve que pensar bien un concepto. Como eran doce, se me ocurrió pasar por todos los ritmos que tienen que ver con Argentina, desde la milonga campera a un huayno. Hubo todo un trabajo intelectual en las tonalidades utilizadas que me divierte hacer y quedó una mezcla entre lo griego y lo argentino.
T: ¿Cómo aparece en este contexto la idea de los arreglos para un cuarteto de cuerdas?
DH: Me interesaba el cruce con la música académica o clásica. En realidad, Hernán Reinaudo lo hizo para orquesta sinfónica pero todavía no lo pudimos montar. Esta es como una previa, una reducción para cuarteto de cuerdas, piano, guitarra, percusión, lira y voz.
T: ¿A qué apuntará la intervención en el final del espectáculo de Sylvia Nogueira?
DH: Me gustaba la idea del diálogo posterior porque yo había llevado la obra de Safo a colegios y me mataban las preguntas de los chicos cuando al final yo habría el diálogo. Ella va a ponernos en contexto porque es un espectáculo musical y no habrá tanta data. Lo pensaba en cómo nos podemos apropiar de algo que parece tan lejano, tal como lo hice yo; la idea es envalentonarnos para hacer propio el bagaje cultural que hay en el mundo.
Con información de Télam