El músico y compositor argentino Javier Calequi, radicado desde hace 12 años en Madrid, donde forma parte como guitarrista de la banda estable de Jorge Drexler, señaló a Télam que "el rock argentino tiene una audacia única, casi una cuestión de peligro, que en España no existe" y que acaba por "prenderlos fuego".
Calequi, continúa con la saga de canciones inauguradas en pandemia con "El Pacífico Furioso" y a fines de septiembre sumó "El demonio de labios rojos", mezcla de ritmos caribeños con otros modernos y electrónicos que compuso para que la cantara su hermano Matías, fallecido hace unos meses atrás, logra encontrarse con la "belleza que él merecía" y resulta ser para "una de las más importantes" de toda su extensa obra como compositor.
"En mi cabeza lo escucho, escucho su fraseo, su tono y su afinación. Esa parte suena cien veces mejor con él ahí, pero lo escucho yo solo. Sé que le gustaba. Tardé mucho en enviarla y tengo varios mensajes suyos reclamando la pista. Entiéndanme, quería que esté perfecta y aunque me arrepiento de no haber llegado a enviársela nunca, sé que tuve la suerte de cantar cientos de canciones con él", escribió en redes sociales ante su estreno.
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En diálogo con Télam, el músico y productor compartió sus sensaciones sobre el estreno de sus nuevas canciones y el rumbo que tomó su proyecto alternativo La Boa de Isaac, creado junto a otros siete argentinos residentes en Madrid y un español para enfrentar con música la incertidumbre que reinaba desde marzo del año pasado.
"La peor parte se la han llevado los sanitaristas. Nosotros no tenemos mucho de qué quejarnos, entonces yo personalmente me puse a hacer la mayor cantidad de música posible y terminaron siendo sesenta y cinco canciones. Estoy muy contento de haber podido mostrar algunas en estos meses tan raros y haberlas tocado para poquita gente acá en España durante diez semanas", resumió.
Télam: ¿Cómo surgió la idea de armar La Boa de Isaac?
Javier Calequi: Es un hijo de la pandemia que comenzó el año pasado y terminó siendo una alegría para esos días que fueron tan turbios. Somos un grupo de amigos que nos juntamos a tocar en un bar los domingos. Y armar el grupo fue como una rebelión contra la pandemia. Intentamos seguir recreando lo que sucedía en el bar pero de manera virtual. Y de alguna manera sucedió porque terminamos haciendo una canción por día durante ochenta días seguidos. Fue muy lindo reconectar con amigos músicos como Kevin (Johansen) y Jorge (Drexler) al que casi no vi en todo este tiempo y que terminaron siendo parte como invitados, al igual que Fito Páez.
T: En "El Pacífico Furioso", el trío de canciones que editaste este año, conviven el humor con la crítica social. ¿Qué pensás que tienen común?
JC: Las tres se relacionan con la zona donde confluye el Pacífico y el Atlántico. La verdad es que he tenido la oportunidad de viajar por ahí ya sea por tour o por la propia. Me apasiona mucho la música del Caribe y la música que surge de esa mixtura entre los océanos. Me parece que es genial y que tiene un nivel increíble. Yo quise jugar un poco con esos ritmos, sobre todo en "En Sus Brazos el Remanso" y "La Grasa es el Vehículo del Sabor". Esta última salió de una anécdota en una cena en Ecuador. Estábamos de gira con Jorge Drexler por ahí y nos invitaron a comer a lo de un chef que parece ser muy famoso allá. Nos sirvió el primer plato que era un caldo y el mío era vegetariano. Entonces Jorge prueba el mío y le pregunta por qué era tan diferente al resto. Y el chef responde "es que, Jorge, la grasa es el vehículo del sabor". Nos levantamos todos y lo aplaudimos. Anoté la frase en mi libreta y después despegué para otro lado, hacia el lado de la sensualidad, aunque el elemento culinario un poco también está en ese lugar.
T: En "Hora de Sacar la Basura" el tono es de protesta y un mensaje de volver a las calles
JC: Casi todos los temas que me interesan los abordo con ironía y humor, dos armas importantísimas que llevamos todos en este trajín. "Hora de Sacar la Basura" está dedicada a una camada de políticos que sobre todo aquí en Europa están resurgiendo y que son de la peor calaña que pueda existir. Vienen a traer lo peor del pasado: el odio y la intolerancia en todo su esplendor, desde basurear al inmigrante hasta a diferentes religiones. Son una realidad, no es algo ficticio. Hay muchas posibilidades de que alguien como Marie Le Pen gane las elecciones en Francia, una persona que quiere romper con todos los acuerdos a los que ha llegado su sociedad. Hay partidos que amenazan con lo mismo en España. Esta canción es una forma de referirme a ellos y a esos partidos políticos. No tengo otra manera de describirlos más que como basura.
T: La canción también cuestiona el poder de las fake news. ¿Pensás que está relacionado con el ascenso político de estas expresiones?
JC: Sí, totalmente. Solamente con leer lo de Cambridge Analytica o lo de otros ascensos en Europa y en Estados unidos te das cuenta del poder de los nuevos medios, los medios digitales. La televisión pasa a un segundo plano. Hoy los medios entran a tu casa como quieren y se ha visto que son capaces de ganar una elección o un referéndum. La canción es un guiño sobre cuándo no se sabían todavía los resultados en Estados Unidos. Me encontré con el video de la sacerdotisa de Donald Trump (Paula White) donde predicaba que iban a ganar y ganar. Usé una parte de ese discurso para el final de la canción: lo puse en un beat y quedó como un rap. Lo que dice es nefasto pero me pareció muy irónico utilizarlo. La rítmica, el poder de improvisación y la musicalidad de esa señora son increíbles.
Con información de Télam