(Por Sergio Arboleya, enviado especial).- La pianista, compositora y formadora Hilda Herrera, una de las figuras que dos décadas atrás estuvo en la edición inaugural del Encuentro de Música Popular de Rosario, fue celebrada en el cierre de este mismo espacio durante una conmovedora velada plagada de agasajos en la que la cultura popular fue la agraciada principal.
Es que tanto la excepcional artista de 91 años como el decisivo Encuentro que anoche clausuró su 20° edición, comparten amores, desvelos, compromisos, saberes y legados en torno a una música pensada como parte de un alegato cultural y político de esta tierra, de este tiempo.
Y en una noche con el incipiente frío soplando desde la orilla del Paraná, el Teatro del Parque España fue un hervidero de complicidades, afectos y talento donde la música argentina y lo que ella es capaz de desatar simbólica y efectivamente se dio un merecido y hondo abrazo.
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La propia homenajeada, que recibió el nombramiento de "Visitante Distinguida" por parte del Concejo Municipal de Rosario (un reconocimiento que el miércoles último también mereció el salteño Chacho Echenique), terminó sentada al piano entregando un testimonio vivo, vital y estremecedor de un arte memorioso e inspirado.
"Lo que siento lo quiero decir porque amo tanto la música nuestra", llegó a expresar Herrera con unas pocas palabras que mejor se expresaron cuando sus dedos recorrieron las teclas del piano en interpretaciones de altísimo vuelo, como las de la zamba "A qué volver" (de Eduardo Falú y Marta Mendicute) o el bailecito "Viejo corazón", de Polo Giménez a quien definió sin rodeos y lo llamó "un genio".
La llegada de Hilda al escenario fue el corolario de un largo y sentido concierto en el que pianistas formados al fuego de su apasionado compromiso tocaron no solamente sus obras sino, además, otras gemas del folclore y el tango que forman parte de un mismo patrimonio intransferible a sostener, preservar y defender no como piezas de museo sino en su fantástica y potente belleza que refieren a un territorio y sus vivencias.
En el elenco artístico convocado a tributar a la cordobesa nacida el 20 de octubre de 1932 en Capilla del Monte, se contaron discípulos suyos como los pianistas Nicolás Muller (quien tocó tres obras de su maestre: "Desde el fondo de tí" sobre textos de Pablo Neruda, "Señales luminosas" y "Navidad 2000") y Matías Martino que en su interpretación abrió un abanico a tono con, por ejemplo "El Paraná en una zamba" (de Ariel Ramírez y Jaime Dávalos).
Otro heredero de Herrera, Sebastián Gangi, primero interactuó con la bandoneonista y cantante Susana Ratcliff para abordar el perfil tanguero con las piezas "Era de bruma y viento" y "Volvé ciudad" (este último sobre texto de Griselda Gambaro) y luego invitó al violinista Pablo Farhat con el que sostiene un dúo que en octubre pasado lanzó su primer y estupendo disco "Suite Austral".
Extraordinarias versiones de "La arenosa", "La Pomeña" y "La chaya" (esta última de Hilda) marcaron el estreno de la dupla en Rosario y dieron cuenta de un rumbo creativo de raíces firmes y ferviente libertad que Gangi atribuyó a una herencia con nombre y apellido: "Cada nota te la debo a vos, gracias", sintetizó mirando a la platea.
Con la misma capacidad de descripción, el pianista presentó al local Eduardo Spinassi como "un gigante del piano" y el calvo rosarino hizo su propio tributo a la colega "que admiro, valoro y quiero" con "La diablera", el gato "El alero" (de Adolfo Ábalos) y "La humilde" (de los hermanos Diaz) para el que solicitó una nueva participación de Juancho Perone, uno de los fundadores del Encuentro, al que sin amagues consagró como "el mejor percusionista que he escuchado".
Y fue Spinassi el encargado de llevar a Herrera al escenario para, en principio, tocar a cuatro manos otra hermosa visita a "La Pomeña". Pero ella pasó de la platea a bambalinas y él, jocoso, explicó: "Se emocionó mucho al escucharme y tiene que ir al baño. Yo genero esas cosas" y junto a Perone compartió otra chacarera ,"La del angelito", que puso a jóvenes integrantes de Cuerdos Vocales -grupo porteño de canto que había abierto la función- a bailar entre el escenario y la primera fila de butacas.
Antes de ese arranque danzante, el septeto dirigido por Gastón Dvoskin que en 2020 ganó el Pre-Cosquín, cantó en el Festival Nacional de Folclore y grabó su disco debut "Sueños y miradas", se reencontró para una lucida performance.
Alejandro Randazzo, Ingrid Fainstein Oliveri, Bernardo Guarrochena, Julia Serafini, Lucrecia Flores y Manuel Strach interpretaron "Canción de cuna para dormir sin miedo" (de Susy Shock); "La Angelita Rosales", "Y arriba quemando el sol", "Andando" y "Chacarera santiagueña", en un muestrario que hizo estallar al público preanunciando otras ovaciones por venir.
Con información de Télam