(Por Hugo F. Sánchez) Una relación que se mantiene a pesar del exilio, los viejos rencores, la distancia y los malos entendidos entre una pareja de bailarines de tango, junto a un bandoneonista, es la historia que cuenta Empieza el baile, protagonizada por Mercedes Morán, Darío Grandinetti y Jorge Marrale, con la dirección de Marina Seresesky.
Me gustó mi personaje porque era bien distinto a lo que venía haciendo, tenía que indagar en ese universo que para mí era un poco extraño, porque no soy una consumidora de tango, cuenta Mercedes Morán a Télam en un hotel del barrio porteño de Recoleta, sobre Margarita, una mujer con pasado de gloria en las pistas del 2x4.
La película, que se alzó con el Premio del Público y el galardón al Mejor Actor de Reparto para Jorge Marrale en la reciente edición del Festival de Málaga en España y se estrena el próximo jueves en la Argentina, es una tragicomedia, centrada en Margarita y Carlos (Grandinetti), que vuelve a Buenos Aires desde España.
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Allí se encuentra con una situación insólita que lo obligará a viajar en una camioneta destartalada con su antigua compañera de baile y Pichuquito (Marrale), a Mendoza, en una road movie que revelará historias cruzadas, secretos del pasado e incertidumbre hacia el futuro.
De lo que se trata es de hablar de la amistad, reflexiona la actriz, y agrega que los personajes siguen manteniendo la pasión a pesar del paso del tiempo y todos tienen una fragilidad muy grande y al mismo tiempo son muy poderosos.
Télam: ¿Qué fue lo que te interesó para involucrarte en esta historia con tres personajes mayores que reavivan una vieja amistad?
Mercedes Morán: Bueno, me gustó la historia, me gustó mi personaje porque era bien distinto a lo que venía haciendo, tenía que indagar en ese universo que para mí era un poco extraño, porque no soy una consumidora de tango, pero sí he tenido mujeres referentes e icónicas que me resultaban siempre muy inspiradoras, como Tita Merello.
Y me resultó muy atractivo hacer un tándem con Darío (Grandinetti) y con Jorge (Marrale), en un rodaje en plena pandemia, hacer una road movie con equipos en Buenos Aires, Rosario y Mendoza, y lo que significó crear una burbuja por el virus, que al final colaboró un montón porque estuvimos muy cerca y de eso se trata la película, de una historia de vínculos.
T: ¿Y cómo fue el trabajo con Grandinetti y Marrale, que se conocen años, para lograr esa relación tragicómica que se establece en la película?
MM: Sí, pero por más conocimiento que tengas, igual era contar una historia de amistad con caracteres que no son los nuestros, y que parecen extraídos de una época de las que ya sólo quedan recuerdos. Pero a los tres nos interesaba indagar en estos personajes un poco mayores que nosotros, en ese diálogo que se establece con la muerte, con la idea de la muerte, sin solemnidad, que pudimos apreciar en el guion y después en el rodaje, que espero que se vea en la película que imaginó Marina (Seresesky), una directora argentina que se fue a vivir España hace muchos años y tiene esa distancia melancólica pero dulce, sin esa cosa "bajoneante" que dice que "todo tiempo pasado fue mejor". De lo que se trata es de hablar de la amistad que perdura, en cualquier época y en distintas situaciones a pesar del paso del tiempo. Personalmente me gustaba mucho esta actitud, porque uno siempre dice que la gente mayor se pone muy conservadora y que quiere que nada se mueva y que todo se mantenga igual, y ellos no; sobre todo mi personaje, que tiene esa intención de revelar aquellos secretos que no habían sido revelados, para lo cual siento que se requiere de una valentía muy grande. Todos tienen una fragilidad muy grande y al mismo tiempo son muy poderosos.
T: Y también el relato rescata la pasión de personajes ya mayores, un tema que en general está reservado a protagonistas más jóvenes.
MM: Cuando te convocan a contar historias de gente grande se agradece mucho, porque no sucede frecuentemente a pesar de que todos tenemos hermosos recuerdos de películas de gente mayor que nos han conmovido muchísimo.
T: Empieza el baile habla del paso del tiempo y con tu carrera se puede establecer algo así como una narrativa de cine nacional de los últimos años. ¿Sentís eso, que estás contando la historia reciente a través de tu trabajo?
MM: Sí, es algo que recibo aunque no soy muy consciente, pero sí; cuando
empiezan a hacer algunas retrospectivas tuyas con las distintas películas a lo largo del tiempo y las historias que se han contado, de alguna manera me siento parte del cine y siento que el cine está para eso, para contar nuestra cultura. En ese sentido me siento muy privilegiada de poder haber vivido de una profesión que amo y que siempre me mantiene viva la imaginación y el deseo, que me permite ser muchas otras personas.
Tanto en el teatro como en el cine me siento muy privilegiada, porque puedo hacer una película de la gran industria y después otra de autor con una producción más pequeña y también la posibilidad de hacer un unipersonal en una sala alternativa o ir con una obra como fue por ejemplo "Agosto" en la calle Corrientes en un gran teatro con un gran elenco.
De todas maneras todo esto responde a una necesidad personal que ha contribuido a eso, a no quedarme y ofrecerle al público un trabajo honesto y hecho de una manera comprometida.
Pero en el cine, puedo decir que las películas me han hecho viajar mucho, me han hecho conocer a mucha gente y, por ejemplo, al acercarme en un festival a alguna directora o algún director que yo admiro como espectadora, descubrir que ellos me conocen. Y más con las plataformas, en donde estrenas acá y va a 30 países diferentes, eso es maravilloso.
T: ¿Y te molesta la fugacidad que suponen las plataformas, con espectadores que pasan de una película al capítulo de una serie rápidamente, sin la ceremonia que antes significaba ir al cine?
MM: El cine siempre tuvo esa paradoja entre el tiempo que le lleva a un director o una directora escribir y conseguir que se lleve a cabo, que nunca son menos de dos, tres años, y después del estreno que pasa rápidamente, pero lo importante es que queda, a diferencia de lo que pasa con el teatro.
A mí me encanta ir al cine, pero bueno, la tecnología y el estar encerrados por la pandemia han contribuido a que todo se vea desde la casa, pero creo que esa ceremonia del cine sigue estando buena y soy optimista, creo que la gente está volviendo a las salas y que se venció esa tendencia que era no ver cine argentino.
Con información de Télam