(por Javier Berro) El periodista y conductor Matías Martin sellará a partir de mañana su vuelta a la televisión abierta de la mano de El Legado, un formato de preguntas y respuestas que conducirá mano a mano con su hijo Luca, y que se ofrece como más necesario que nunca ante las preocupaciones, noticias difíciles y realidades que nos tocan a todos.
En diálogo con Télam, Martin compartió su emoción por afrontar este desafío laboral junto a su hijo mayor, a la vez que trajo al presente la figura de Jorge Guinzburg, el primer conductor de este juego de conocimientos que tuvo su bautismo en Argentina en el 2002 antes de ser vendido y emitido en una docena de países.
Se trata del primer programa conducido por una dupla de padre e hijo: Matías y Luca recibirán -de lunes a viernes desde las 14.45 por la pantalla de eltrece- a otras duplas de progenitores e hijos que deberán responder diferentes preguntas para cuidar su legado y quedarse con el dinero de sus competidores.
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La idea original no contemplaba romper el molde de esta manera, pero cuando el productor Martín Kweller volvió a tentarlo una vez más con un proyecto para televisión a él se le ocurrió un nuevo giro: Yo me quedé pensando y lo asocié con que siento que mi hijo está en un momento perfecto para esta locura que se me ocurrió. Así que les devolví una idea: ¿Sabés cuál es el legado? Mi hijo es mi gran legado.
El legado es que un papá conduzca el programa con su hijo y que en vez de que venga gente a contestar, vengan padres e hijos, madres e hijos y todos los cruces posibles. Dimos vuelta el formato y se los propuse. Me ofrecieron hacer un ensayo y el pibe la rompió. Ahí ya empezaron a programar cuándo empezar, contó.
Y agregó: Estoy muy contento, muy entusiasmado. Es un programa diario; así que va a ser un palo y palo fuerte este verano, pero siento que era el momento ideal para Luca que no hace ni de mi secretario ni de mi asistente. Somos dos conductores mano a mano. Nada mejor para él que estar al lado mío que le tiro todos los centros. Lo que más quiero es que nos vaya bien y le vaya bien a él.
Télam: ¿Qué sentís que le va aportar Luca al programa, con su impronta y su carisma y cómo definirías esa sinergia que tienen ustedes al aire y que la audiencia que te sigue en radio pudo palpar cada vez que él fue a hacer sus columnas en Todo Pasa?
Matías Martin: Él es un pibe muy sensible y muy talentoso. La verdad es que se ha cultivado así mismo y tiene mucha idea de muchas cosas que pone en juego ahí en el programa. Lo van a ver con un lenguaje muy particular y, a mi modo de ver, muy destacado. Es rápido, gracioso y tiene carisma. No tiene vergüenza ni miedo. Y yo creo a la televisión abierta le cuesta encontrar gente joven que quiera estar. Hoy el modelo es más el del streaming o el de cada uno siendo su propio medio en las redes. Y él es un pibe de 23 años que tiene ganas de comunicar y de estar en la tele abierta. Eso ya es novedoso para mí. Y estar mano a mano conmigo me parece que nos suma muchísimo a los dos, que nos completa. Está bueno porque lo que van a ver es algo re genuino de nuestro vínculo. De hecho, en una de las grabaciones uno de los padres me dijo no puedo creer que cuando estamos en el corte se llevan igual que al aire. Y, sí, es mi hijo (risas). Nos llevamos muy bien por suerte.
T: Está claro cómo de alguna manera le marcaste el camino a Luca al menos como influencia, pero ¿de qué manera te termina por abrir la cabeza él a vos?
MM: Para mí los hijos vienen a enseñarnos. Si bien uno está todo el tiempo desde chiquitos ayudándolos a dar sus primeros pasos, desde acompañarlos en el colegio o que aprendan cosas elementales que nunca te acordás que te las enseñaron tus papás porque eras chiquito, yo creo que he aprendido mucho con él. Sobre todo he aprendido a entenderlo, a llevarlo, a tratarlo y respetarlo como un adulto, como un par. Si bien siempre será mi hijo, ese fue el aprendizaje último para mí: el verlo como un adulto responsable. Digo, los hijos no son exactamente lo que uno quiere o se imaginó cuando nacieron. Tienen vida propia, hacen la suya y hay mucho por aprender de alguien que tenés al lado todo el tiempo.
T: El ciclo tuvo su bautismo décadas atrás con la conducción de Jorge Guinzburg ¿Llegaste a revisar aquel programa? ¿Qué relación tenés con su figura y el legado que dejó?
MM: Jorge era un conocido de mi papá. No sé si llegaron a ser amigos pero sí recuerdo que vino al menos dos veces a casa. Jugamos a Dígalo con mímica, yo siendo un Matías de 14 o 15 años. Mi viejo trabajaba en publicidad al igual que Jorge. Después, una vez me vio en el cable y fue el primero que me llamó para hacer un programa en televisión abierta que iba a salir por Canal 9. Fui notero de aquel programa que se llamó Buenos Muchachos y que finalmente fue un fracaso. Fue uno de los muchos intentos del petiso de revivir el espíritu de La Noticia Rebelde. Estaban Adolfo Castelo, Horacio Fontova, La Negra Vernaci, La Gunda Fontán y Patricia Pérez, una chica que había salido de El gran juego de la oca. Pero él me llamó primero que nadie y le tengo mucho cariño y muy arriba. Después laburé con Malena, su hija, los últimos dos años de Basta de Todo. Así que de alguna manera me siento cerca de Jorge, a quien admiraba sobre todo como entrevistador y periodista. Es una locura como se cruza todo.
T: ¿Tiene un valor especial entretener y llegar a la mesa de los argentinos con un programa de entretenimientos en este contexto que atraviesa el país?
M: Es más necesario que nunca, te diría. Aparte venimos después del noticiero, después de indigestarte con preocupaciones, noticias difíciles y realidades que nos tocan a todos. Somos un padre y un hijo en un vínculo genuino, divirtiéndose y jugando con preguntas que apuntan al conocimiento para grandes y para chicos. Yo le pregunto a los grandes y Luca a chicos de cualquier edad. A mí siempre me gustaron este tipo de programas y veo Los 8 escalones. Si estoy en el zapping y están preguntando, juego desde mi casa. Nunca había hecho un programa como este, así que me lo debía. Y el contexto me parece que lo justifica y lo pone en valor un poco más. Me parece más que nunca un momento para ver un programa que te divierta viendo algo genuino.
T: ¿Sos de los que pensaron en algún momento que la televisión estaba muriendo? ¿Cómo ves el panorama de la televisión abierta en este momento?
T: A la radio también le han pronosticado la muerte un millón de veces, pero creo que la tele sufrió un poco más el cambio de los medios. A la radio la veo muy fuerte; no sé si igual pero más parecida. La tele me parece que sufrió un poco más la llegada de los teléfonos, del streaming y las redes. Aun así cuando pasa algo importante estamos todos sentados frente a la tele: cuando asume un presidente estamos clavados frente a la tele, cuando (Gonzalo) Montiel hace el penal estamos ahí los 45 millones frente a la tele, igual que cuando aparece un formato que se vuelve de interés nacional. Entonces la tele sigue reuniendo y convocando. Me parece que no hay que apurarse y tampoco subestimar ni decretar la muerte de nadie hasta que eso suceda. Y, bueno, con pequeños formatos y pasos, vamos a tratar de mostrar que tenemos contenido para ofrecerle a la gente. Ojalá que nos elijan.
Con información de Télam