Enzo Vogrincic de “La sociedad de la nieve”: “El amor por los otros es lo que te salva”

17 de enero, 2024 | 17.05

(Por Nicolás Biederman) “La sociedad de la nieve”, filme de J.A. Bayona sobre la llamada “tragedia de los Andes”, es desde su estreno en el catálogo de Netflix una de las películas de habla no inglesa más vistas de la historia de la plataforma y Enzo Vogrincic, narrador y uno de los personajes centrales de la trama, valora que la historia genere “una especie de obsesión espectacular”.

El actor montevideano está en lo correcto: la cinta basada en el libro homónimo de Pablo Vierci es furor desde que desembarcó en el streaming hace 12 días. Así lo marcan las cifras que reúne Netflix, que dan cuenta de que con más de 51 millones de horas vistas en diferentes países del mundo es la más vista a nivel global entre las películas no habladas en inglés.

En Argentina, Uruguay, Chile, México y España es Top 1, y hasta en Estados Unidos se mantiene en el segundo puesto de los filmes más vistos del momento.

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Pero además, este relato que fue elegido por la academia de cine español para representar al país en los Oscar 2024 es también un fenómeno de redes. Desde su premiere, dio puntapié a una legión de curiosos que quieren saber más sobre el accidente aéreo en los Andes en 1972, que buscan detalles de lo que le ocurrió a los sobrevivientes, que compara las fotos de la época con el excelente diseño de producción de la cinta para reproducirlas con fidelidad.

“A mí me escriben personas de cualquier lugar y de cualquier edad. Hay algo que tenemos en común respecto a lo emocional que nos atraviesa a todos de maneras muy similares y lo empezás a ver en la devolución”, cuenta Vogrincic en charla con Télam sobre la repercusión de su trabajo y los mensajes que recibe tanto de aquellos que ya estaban familiarizados con esta historia como del público joven que accede a ella por primera vez.

Enzo encarna en la cinta a Numa Turcatti, uno de los 45 pasajeros del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya fletado en 1972 para llevar a un equipo de rugby y sus acompañantes a Chile. Numa, que no conocía a la mayoría de los que iban en el avión, fue uno de los 29 que sobrevivieron al impacto de la nave en el corazón de los Andes.

Aquel tremendo episodio, del que solo lograron regresar a casa 16 personas, fue retratado en pantalla dos veces antes (en "Sobrevivientes de los Andes", 1976, de René Cardona; y la famosísima "¡Viven!", 1993, de Frank Marshall), pero la de Bayona es la primera en acercarse desde un realismo impactante.

El personaje de Vogrincic, que como muchos de sus compañeros de elenco debió perder más de 20 kilos durante el rodaje para reflejar el extremo cambio físico que atravesaron los jóvenes por la privación de casi toda comida por más de 70 días, es además el narrador de la historia.

El intérprete uruguayo conversó con esta agencia sobre la repercusión de “La sociedad de la nieve”, su mirada sobre Numa y lo que hace que esta historia siga resultando conmovedora para las audiencias más de medio siglo después.

Télam: ¿Cómo vivís la resonancia que está teniendo la película?

Enzo Vogrincic: Es muy atípico, es como que no hay manera de estar preparado para entender esa dimensión de exposición y de visibilidad de algo que vos hacés. Cuando estás actuando estás en un grado tal de intimidad que no dimensionás que va a ser tan público, pero me lo tomo con calma en general. Tuve un tiempo para pensar en esto, un tiempo en el que fui tomando la dimensión que esto iba a tener. Lo lindo es esto, estar en ese momento donde toca recibir, donde empezás a ver qué pasó con eso que trabajaste tanto y ver que conecta, ver que la gente se emociona con el proyecto, que ven la película y les pasan cosas, que la ven varias veces, que genera una especie de obsesión espectacular.

T: ¿Para vos qué es lo que hace que esta historia interpele en el presente?

EV: Yo creo que hay algo humano en la historia que es muy profundo, donde vos estás en las peores circunstancias inimaginables y frente a eso surge el amor, frente a eso surge la importancia del otro. Realmente ver al otro y decir “vos sos yo, sin vos yo no estoy, te necesito y somos lo mismo, vamos a tener que salir juntos de acá”. Hay algo ahí de comunión, de armar grupo, de la importancia de la amistad, de darlo todo por el otro. Me parece muy generoso ese punto de vista de la historia, te deja un mensaje de “se puede, se puede, se puede, tengo que seguir un poquito más”. Y esto: la importancia de que el amor por los otros es lo que te salva.

T: ¿Cuánto conocías de la Tragedia de los Andes hasta hasta entrar en este proyecto?

EV: Bastante, porque vivo en Uruguay y acá nacés con la historia; sos muy chiquito y ya enseguida conocés el mito y se vuelve una especie de leyenda popular. Y después a los 12 años conozco a un superviviente que viene al lugar donde yo estaba estudiando, al secundario, y nos contó su experiencia y es a partir de ahí que yo empiezo a conectar y digo “ah, claro, esto le pasó a personas reales, que yo estoy viendo acá y me lo están contando”, y ahí tomó otra dimensión.

T: ¿Qué es lo que creés que hace a Numa un narrador ideal para esta historia?

EV: Lo espectacular de la historia es que vos tomás a cualquiera y tenés una película aparte con cada uno de ellos. Incluso si te vas a los familiares también tenés más películas sobre cómo la vivieron. Es algo apasionante.

Yo creo que hay algo especial en la historia de Numa, que es que es muy simbólica por muchos elementos. No conocer a nadie del avión y estar ahí. La historia de él, cómo vivió ese trayecto, ser el último en quedarse en la montaña. El hecho de que no conozca a nadie, que no sea del equipo de rugby, que es como un separado del grupo, que te permite también proyectarte a vos dentro de ese grupo que está tan consolidado. Entonces vos te podés involucrar y me parece que eso también lo vuelve especial.

T: Tuviste la posibilidad de conocer a su familia, de conocer su casa. ¿Cómo fue involucrarte emocionalmente en este rol?

EV: Apasionante, porque hacer a alguien real era la primera vez que me pasaba y se distancia un poco de lo que es crear un personaje absolutamente ficcional, porque tenés elementos que existen, porque tenés referentes vivos que te cuentan de él, porque hay algo a lo que responder que te implica un compromiso desde otro lugar muy distinto.

Encima claro, vas conociendo a los hermanos, los hermanos me llevan a conocer su casa donde vivieron toda su infancia, adolescencia y juventud hasta que Numa falleció. Recorriendo la casa, a cada lugar, te van contando anécdotas, historias, cosas que les van viniendo y cada vez se emocionan más y cada vez entran más en ese tour que vamos haciendo por la casa, y te empieza a dar a vos toda una responsabilidad con esas personas, con Numa, con su historia con las ganas de contar esto bien que te comprometen a otro nivel.

T: ¿Cuánto aportó el desafío físico para que pudieras meterte en papel?

EV: Bastante, porque es una historia totalmente física. Esto es una historia de la experiencia del cuerpo y es muy difícil de actuar eso. Es imposible para nosotros por más que los escuches a ellos hablarte horas de cómo se sentían en ese lugar, proyectarse y entender qué es sentirse con la sensación de la muerte ahí, ver a tus amigos morirse, entender que vos te vas a morir en breve. Eso que conviva contigo es muy difícil de actuar, y ahí es donde entra lo físico a ayudar porque empezás a tener frío de verdad y empezás a tener cada vez más hambre y eso cada vez se actúa menos, está en vos, tenés microgestos de hambre que desconocés, que son imposibles de actuar. Todo eso ayuda y te libera para que vos puedas meterte de lleno en lo emocional, que es lo más complejo. Lo otro se vuelve parte de tu estado físico y de tu experiencia en el set, se te vuelve parte y también le da cierta naturalidad a la actuación.

T: Algo que aparece en la película es que muchos de los personajes se preguntan por el sentido de lo que les pasó, de lo que les estaba pasando. ¿Vos le encontraste alguno?

EV: Y la verdad es que parecería no tener sentido la vida. Es eso de que no sabes por qué llegas a vivir, no sabés a dónde es que va, no sabés qué pasa después. Como que llegas sin saber, te vas sin saber. Al final lo único que hay es este momento en el medio donde uno parecería saber algo o por lo menos dedicarse a aprender qué es esto de vivir. La verdad que lo que les pasa, que es una crueldad si uno le pone la óptica desde afuera, al final es solo vida. Entra en un lugar de complejidad donde parecería realmente no tener un sentido, sino que te toca vos encontrárselo.

Con información de Télam