(Por Martín Olavarría) La comedia absurda "No me rompan", que mañana se estrena en cines, abarca con humor punzante temáticas actuales en torno a patrones de belleza, el mundo de la fama y las malas praxis de parte de cirujanos avariciosos, lo que la convierte, aunque involuntariamente, en una sátira social y testimonio de época.
Protagonizada por Carla Peterson, que encarna a una actriz famosa abochornada en un conflicto público con su expareja (Esteban Lamothe) quien la dejó por otra mujer más joven, y Julieta Diaz, en el rol de una madre de familia llena de tareas domésticas, el largometraje de 90 minutos dirigido por Azul Lombardía toca temas hondos de la coyuntura del mundo del espectáculo local a pesar de haber sido mentado originalmente hace seis años.
Ese trágico timming a partir del fallecimiento de Silvina Luna tres semanas atrás, víctima de mala praxis derivada de una operación estética, hace que el efecto de una comedia disparatada y con muchos méritos humorísticos sea posiblemente reconvertida a los ojos del espectador hacia una obra menos hilarante y con una pátina social, lo que quizá impida al público reírse y disfrutar del filme como la obra de ficción que es.
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La comedia de enredos lleva al personaje de Peterson a embarcarse en un tratamiento experimental de belleza para lograr que su cara logre la juventud eterna, a cargo de un cirujano plástico chanta, encarnado por el peruano Salvador del Solar, que, además de actor, fue presidente del Consejo de Ministros de su país durante el gobierno de Martín Vizcarra y ministro de Cultura en la gestión de Pedro Pablo Kuczynski.
Con guion de Sebastián Meschengieser, Alberto Rojas Apel y Jazmín Rodríguez Duca -que tuvo la idea original del filme y además actúa en el filme-, la película también tiene las actuaciones, entre otros, de Martin Garabal, Eugenia Guerty, Celina Font, Alfonso Tort y participaciones especiales de Fito Páez, Nancy Dupláa y Cecilia Dopazo.
"La película habla mucho del mandato cultural, de la belleza y la 'violencia estética'. La muerte de Silvina Luna es una situación tristísima; es un tema que viene sucediendo a personas en peor situación económica, que han querido acceder a eso a cualquier precio y se complica", contó Julieta Díaz en una entrevista con Télam realizada un día después del deceso de la modelo rosarina.
Según reflexionó Carla Peterson, que también formó parte del encuentro con esta agencia en la sede de la productora de la película, "no se puede seguir viviendo una vida con filtros" y, sobre las conclusiones del filme, advirtió que "no se puede escapar a esta rapidez y vértigo que propone el mundo moderno".
En ese sentido, la actriz ganadora de un Martín Fierro recomendó "ver cómo poder buscar un camino propio" tras poner en duda que "la realidad sea una foto o una imagen".
"Es una situación delicada y la película abarca ese tema con humor y desde la ficción. El humor puede tratar temas muy serios o muy profundos", agregó Díaz sobre el adverso contexto para el estreno de la producción, a lo que su compañera de elenco apuntó: "Esta comedia trata de muchos temas profundos, pero tal vez el lenguaje o la manera de tratar de llegar a la gente es un poco más amable y más aceptado por el público".
Peterson destacó que ambas buscaban "volver a hacer algo que tuviera mucho humor y para hacerlo necesitás un tema real, algo serio, y el humor sucede por todo lo que hay alrededor también: por el mundo que se plantea y los personajes que se fabrican, todo exagerado, pero ya se sabe que la realidad supera la ficción".
"Entonces, sabiendo que esto es un problema real, más allá de lo que acaba de suceder, este ya era un tema antes: siempre fue un tema pero no solo lo estético sino cómo se sostuvo durante mucho tiempo una estructura en la que ya nadie entra. El mundo y un montón de cosas cambiaron y hay que aceptarlas y ver cómo hacemos para que eso sea algo fácil, amable y cercano a todos", consideró la intérprete de la tira "Lalola" (2007).
Télam: ¿Creen que los últimos acontecimientos resignifican la película?
Julieta Díaz: Hay algo de eso: todo se resignifica pero nunca va a dejar de ser una comedia, porque es una ficción. Todo el tiempo pasan cosas muy injustas que todos quisiéramos fueran diferentes, y la película milita por eso no desde un lugar liviano sino luminoso porque hace que la gente venga a divertirse, a reírse, y te deja pensando un montón.
Carla Peterson: Obviamente que esto tiñe absolutamente todo, porque sentimos un profundo dolor, es una gran tristeza. Pasó algo espantoso. En la película nos comprometimos: cada cosa que decimos la pensamos un montón porque es una manera de llegar a mucha gente. Todas sabemos las cosas que pasan todos los días cuando seguimos este tipo de ideal de perfección, que sabemos que no existe. Pero igual intentamos y hacemos dieta y seguimos, pero sabemos que no va a ser así y nos perdemos de vivir lo hermoso que tiene la vida. Cosas que nos van llevando a estos lugares rarísimos, no solo en lo estético, sino estar corriendo atrás del tiempo, de las cosas, del éxito, de lo que tenemos que ser... que te vas volviendo loco y se te pasó la vida. Mi personaje no quiere tener hijos y le cuesta un montón hacerle entender a los demás, porque no todo tiene que ser como nos dicen y eso pasa todos los días porque nacimos creyendo estas cosas las mujeres.
JD: Las mujeres ya nos sentimos mal, y lo que hace la película es justamente reflejar eso, darle mil vueltas, reírse de eso, romperlo en mil pedazos, desgranarlo, abrirlo, mostrarlo, exhibir las complicidades que todos tenemos con eso y estallarlo. Ese es el juego que hace la película, porque el humor puede hacer eso. Y hay un tema con la actualidad: cuando empezamos con el proyecto pensábamos que cualquier cosa que hiciéramos dentro de un tiempo ya iba a estar atrasada porque todo pasa tan rápido. Es un símbolo de los tiempos y en un montón de cosas la película lo espeja desde un lugar muy honesto y es arriesgada, moderna y se la juega en muchos sentidos.
Con información de Télam