El FIMBA apostó a la belleza, de Falú a Gíntoli entre el folclore, Vivaldi y Piazzolla

30 de octubre, 2021 | 05.06

(Por Sergio Arboleya, enviado especial) Los conciertos de Juan Falú y del Cuarteto Estación Buenos Aires liderado por Rafael Gíntoli descollaron en la tercera jornada del Festival Internacional de Música Bariloche (FIMBA), donde cada uno en su particular registro, exhibió caminos posibles para alcanzar la belleza.

Mientras el guitarrista y compositor tucumano transitó los géneros folclóricos y el violinista propuso el notable espectáculo capaz de reunir a Vivaldi y Piazzolla, ambas propuestas localizadas en el Teatro La Baita se ligaron en su apego por formas destinadas a encantar sin artificios.

Fue en ese ejercicio –en apariencia distante pero hondamente compartido por ambas propuestas- que esta segunda edición del festival promovido por la Secretaría de Cultura de Río Negro exhibió una de sus facetas más hondas e intransferibles desde la propia libertad que respira el ciclo.

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Falú fue el encargado de abrir el viernes melómano desde las 18.30 con un concierto que lo unió con parte de la Orquesta Filarmónica de Río Negro (OFRN) en un cruce capaz de poner de manifiesto cuánto de común puede haber cuando la música vuela, sea del origen o del género que sea.

“Muchas gracias por haber sido invitado al festival y volver a tocar con una orquesta con la que me siento muy a gusto”, saludó el artista, de 73 años, antes de empezar a enhebrar la magia entre las cuerdas de su guitarra.

Con la sabia paciencia de un sonido que halla sus tiempos y sus silencios para dar forma a una expresión siempre conmovedora, la guarania “Que lo diga el río” marcó el rumbo estético de un repertorio aunque, en ese caso, Falú tocó en solitario.

Con la escena todavía en estado de gracia, anunció pícaramente: “Ahora voy a hacer dos suites, una de composiciones individuales que yo agrupé, y la otra, con la que voy a empezar, que es original para guitarra, flauta y cuerdas y aún sin nombre, por lo que digo que es el estreno mundial cada vez que la tocamos”.

Y junto a las cuerdas de la formación dirigida por Martín Fraile y la flauta de Leonardo Spelzini, el vasto conocimiento del territorio sonoro que abraza el autor se fue desplegando en un diálogo donde la guitarra hallaba su espacio incluso entre los pasajes más contundentes de la orquesta.

“Los arreglos de estas obras fueron audazmente escritos por mí pero estos otros, bien escritos, son de Andrés Pilar, un gran músico que por suerte está entre nosotros”, dijo antes de envolverse en un nuevo repertorio compartido.

El gato “Agarrado”, la zamba “Taficeña” y el bailecito “Buena yunta” iniciaron ese segmento con especies nativas puras pero releídas con un pulso tan personal como capaz de interpelar ese legado.

La atmósfera contenida y ambientada en una continuidad envolvente, fue interrumpida por el propio creador, que alertó: “Quedan dos movimientos y el que viene es una vidala y la vidala debe ser cobijada como los bosques, las aguas, el aire. Porque es como decía Yupanqui es una oración que se canta. Porque se mete en temas del amor, de la vida, de la muerte, que son tan extraños en los medios como la nostalgia y la melancolía”.

Inmediatamente desgranó “Letanía por Juana”, una pieza de sobrecogedora expresión que antecedió a la también estupenda cueca “La diagonal”, escogida además como primer bis.

La larga ovación de la sala colmada en el aforo permitido hizo volver a Falú quien tímidamente preguntó a los integrantes de la OFRN “¿Les puedo tocar algo para ustedes” y la interpretación de la zamba “Como el aire” se elevó más allá de la respuesta y admirada contemplación de sus jóvenes colegas.

Tres horas después, en la misma sala (luego de otras actuaciones como las del dúo Rebuffi-Caruana en el Camping Musical, la de Nina Vais en la Catedral y otros dos ensambles de la orquesta en ámbitos más pequeños), el Cuarteto Estación Buenos Aires plasmó la propuesta “2 Mundos-4 Estaciones” vinculando a Anotnio Vivaldi y a Astor Piazzolla.

El conjunto que el violinista Gíntoli sostiene junto a Gabriela Olcese (también en violín), Ricardo Bugallo (viola) Siro Bellisomi (violoncello) se integró a músicos de la formación local y tuvo un frenético inicio en torno a las populares “Cuatro estaciones” de Vivaldi (1678-1741).

Desde su trajinado pero impactante instrumento, el intérprete, de 72 años, fue el enérgico y espectacular bastonero de un repertorio que acometió con unos bríos que casi invitaban al pogo.

Tras un intervalo para quitar el piano requerido para abordar el italiano y sumar cuerdas en pos de lo que vendría, Gíntoli explicó que la propuesta “es pensar esos dos mundos tan distintos”.

“Hay un cambio no solamente de hemisferio sino del cosmpolitismo, de las artes, de las ciencias. Y así como Piazzolla hizo música de su tierra que era la del Buenos Aires del 1900, Vivaldi hizo lo propio en la Venecia del 1700”, se explayó el músico.

Y en esa cuerda y a partir de su propia experiencia en el Teatro La Fenice de Venecia, agregó que “allí aprendí a tocar mucho a Vivaldi porque los venecianos lo sienten muy propio como nosotros al tango”.

A partir de lo que presentó como “arreglos espectaculares que Fabián Bertero hizo para mí, lo cual es un lujo”, Gíntoli encabezó “Las cuatro estaciones porteñas” de Piazzolla (1921-1992).

Unos problemas de sonido que irrumpieron como nunca antes en el desarrollo del este evento iniciado el miércoles último y frente a los que el músico propuso “sobreponerse a las contingencias”, le quitaron fluidez a un pasaje de ensueño.

Aun así, “Verano porteño” y las dos versiones de “Primavera porteña” (la segunda como bis), levantaron a la audiencia que gozó de la velada hasta la medianoche.

Hoy en la penúltima y más intensa jornada del FIMBA, despierta especial interés la presentación que Escalandrum y Elena Roger asumirán desde las 16 en la Catedral.

Con información de Télam