Festival de Mar del Plata: El cine popular de Juan Antonio Bayona y la despedida de Víctor Erice

06 de noviembre, 2023 | 17.03

(Por Hugo F. Sánchez, enviado especial) El 38° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata dejó atrás su primer fin de semana con una programación que da cuenta de un eclecticismo que el público está dispuesto a apoyar, tendiendo en cuenta que casi todas las funciones estuvieron llenas, desde la superproducción "La sociedad de la nieve, de Juan Antonio Bayona hasta la cita inevitable para el público cinéfílo de "Cerrar los ojos", del maestro Víctor Erice.

Como todo certamen grande, el de Mar del Plata ofrece la posibilidad de trazar diferentes rutas, con varias opciones en su grilla, pero para el público habitual de festivales hay películas que por el tema que abordan, por su elenco, por el director o directora, e incluso, por su nivel de producción, no se pueden obviar.

Tres de estos ítem se cumplen con holgura en "La sociedad de la nieve", de la sección Autoras y Autores, en primer lugar por el interés que aún mantiene la historia del equipo de rugby uruguayo cuyo avión se estrelló en la Cordillera de Los Andes en 1972 cuando viajaban por un partido a Chile, una odisea que se extendió durante 72 días hasta que fueron rescatados 16 sobrevivientes de los 45 pasajeros que viajaban originalmente.

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El filme también cuenta con una gran producción del gigante de streaming Netflix -se estrena comercialmente el 14 de diciembre y el 4 de enero de del año que viene en la plataforma-, y claro, además tiene como director al español Juan Antonio Bayona, que en su corta carrera estuvo a cargo de títulos como "Jurassic World: El reino caído", "Un monstruo viene a verme" y "Lo imposible".

El director catalán, que es la figura central de esta edición del Festival de Mar del Plata, ayer estuvo en la presentación de la película en el Teatro Auditórium, colmado de espectadores que lo vivaron en varias oportunidades.

"Este reconocimiento me llena de orgullo, yo siempre he hecho cine porque ha sido la rama del arte que me entendió mejor", dijo desde el escenario cuando recibió Premio Astor a la Trayectoria, "me ha servido para defenderme, relacionarme y hoy me trajo a la Argentina y al Festival de Mar del Plata", completó el realizador, que hoy al mediodía fue el protagonista de una de las "Charlas con Maestros", en el Teatro Colón.

Basada en el libro homónimo del periodista uruguayo Pablo Vierci, la nueva película sobre la tragedia, luego de "¡Viven!" (1993), de Frank Marshall y antes con "Supervivientes de los Andes" (1976), de René Cardona, "La sociedad de la nieve" pueda ser tomada como el relato que clausura el abordaje del cine sobre el accidente y las decisiones que tuvieron que tomar los jóvenes deportistas para sobrevivir.

El relato rescata la odisea que atravesó el equipo de rugby uruguayo Old Christians Club, que viajó a Santiago de Chile para jugar un partido amistoso, pero en el medio de la tormenta en el cruce de Los Andes, el avión cayó el 13 de octubre de 1972.

La esperanza del rápido rescate, la incertidumbre sobre su destino mientras los días pasaban y no llegaba la ayuda, los heridos que lentamente iban falleciendo por falta de atención, son abordados por Bayona con destreza, en un relato que por supuesto, pone el dilema central de alimentarse de los cadáveres de sus compañeros, amigos y familiares o morir de hambre.

Con el marco del cine catástrofe -la cámara tomando alternativamente la violencia del choque desde afuera y el desmembramiento de cuerpos adentro es apabullante-, también el cine de aventuras, con algunos personajes que se destacan y buscan soluciones, son géneros de acción pero en este caso, no pierden de vista la humanidad de todos y cada uno de los personajes, con sus dudas, grandezas y debilidades frente al gran tabú de comer carne humana, lo que da lugar a diferentes planteos morales y religiosos sobre lo correcto, que deja de ser tal ante la magnitud de la situación.

También del apartado Autoras y Autores, se proyectó la esperadísima "Cerrar los ojos", del avezado y veterano español Víctor Erice, que desde hace 30 años no presenta un nuevo trabajo.

El destacado autor estrenó "Cerrar los ojos" en la última edición de Cannes, una proyección a la cual no asistió porque según dijo a través de una carta abierta "lo natural hubiera sido el diálogo y la consulta", refiriéndose a la inclusión del filme en Cannes Premiere, cuando el director quería que "se me diera la oportunidad de valorar y elegir entre las otras alternativas".

Más allá de la polémica con el festival francés, que sin duda le da a cualquier película una visibilidad única -aunque es cierto que las secciones también juegan un papel destacado dentro de esa notoriedad-, la posibilidad de ver el último opus de Erice en Mar del Plata adquirió un carácter de acontecimiento.

El realizador, con una larga carrera pero escasos títulos como "El sol del membrillo" (1992) "El sur" (1983) y "El espíritu de la colmena" (1973), ofrece un monumental filme de despedida, en donde se aplica aquello del "cine más grande que la vida".

Si de cine se trata y de las pasiones que desata, cerrar los ojos para recordar como una cinta infinita los cientos de películas que conforman la vida cinéfila de cualquier adulto, Erice lleva esa posibilidad a la pantalla, en donde la ambición del autor parece querer abarcarlo todo.

La historia escrita por el director junto al guionista Michel Gaztambide, está impulsada por Miguel Garay (Manolo Solo), un director de cine que es convocado por un programa televisivo llamado "Casos sin resolver", que está interesado en el destino de Julio Arenas, un célebre actor que desapareció y de quien no se tuvieron más noticias en medio del rodaje de una película de Garay -que nunca terminó- hace más de 20 años.

De lo que se trata es de la memoria, entonces en la búsqueda de ese actor y amigo perdido, Garay indagará en los recuerdos de la hija de Julio (Ana Torrent), el proyectorista Max (Mario Pardo), y Lola, una antigua amante (a cargo de la argentina Soledad Villamil).

En las causas posibles de la desaparición de Julio y en su investigación Garay se imagina qué pudo haber pasado, entonces se ve al ausente mirando al mar y decidiendo un destino, cualquiera que le haya pasado por la cabeza, entonces deja sus zapatos, alentando alguna interpretación de suicidio.

Inabarcable, con memorias a futuro que decantarán en los espectadores con el tiempo, Erice parece decir que todo puede ser contado, también los destinos imaginados por otros sobre su propia obra y en definitiva, sobre su vida, están ahí, cargados en su última película, como Garay, que funciona como su alter ego, alejado del cine, que de alguna manera cumple con una fantasía también hipotética, en la senda de "qué hubiera sido..:".

La multiplicidad de sentidos en esa búsqueda del actor que ya no quiso o no pudo, se van apilando referencias de la cinefilia, solo para mencionar un ejemplo, la hermosa versión que solo con una guitarra y a capela hace Garay de "Mi rifle, mi caballo y yo", el tema incluido en la mítica "Rio Bravo" de Howard Hawks -solo para recordar que el western es el único género auténtico del cine-, un momento tan bello como nostálgico.

Ese pulso también se aprecia cuando el director, a solas con Lola y reconstruyendo la relación que ambos tuvieron con Julio, le pide que cante "La canción y el poema", de la uruguaya Idea Vilariño, que comienza con la estrofa "Hoy que el tiempo ya pasó, hoy que ya pasó la vida...", versos cargados de sentido hacia el futuro, cuando ya no sea posible esperar la próxima película de Erice.

Con información de Télam

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