(Por Sergio Arboleya) El artista folclórico transerrano José Luis Aguirre, una voz personal y situada dentro de la escena nativa, presentará el 19 y 20 de octubre en las ciudades de Buenos Aires y La Plata, respectivamente, su magnífico séptimo álbum Suelto al que define como el trabajo más espiritual y existencial para dar herramientas y no distraer, que ya hay mucho de eso.
Con estas canciones traté de buscar para uno y para la gente que tenga ganas, otra manera de vivir en un sistema que nos impone, nos enseña y nos inventa una sola manera cuando hay otros modos de encontrarse en la realidad, en la profundidad y en el compartir, postula Aguirre durante una entrevista telefónica con Télam.
Desde la región cordobesa de Traslasierra donde nació y habita, el músico, autor y poeta repasa las bellas y hondas creaciones que dieron forma al disco por entregas audiovisuales que terminó de lanzar a fines de abril pasado.
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Suelto, todo un alegato a la vez íntimo y con resonancias colectivas que registró acompañado por un elenco diverso, reúne un variado y atrapante repertorio integrado por Canta Canta, Volvé a las chapas, De la raíz a la piel, Alicuco, Caja, La simple piedra, Partecitas, Mi luz compañera, Candombe de los parientes e Infinita danza.
Ese cancionero que ya trajinó por otros escenarios del país llegará esta semana a territorio bonaerense para, en compañía de Juan Murúa (guitarra), Luciano de la Rosa (teclados) y Francisco Miranda (percusión) presentarse el jueves 19 desde las 20 en el porteño Torquato Tasso (Defensa 1575) y una noche después, desde las 21 del viernes 20, en el platense Centro Cultural Los Lobos (Av. 13 N°70 entre 527 y 528).
Télam: ¿Qué significa Suelto en tu historia musical y cómo resuena también desde lo personal?
José Luis Aguirre: Bueno, no sé si contar estas cosas públicamente pero el disco refleja un momento especial de mi vida que justo coincidió con la pandemia. Creo que es el primer disco más existencial que hago porque siempre he sido bastante paisajístico y contestatario, pero estas canciones son casi todas muy espirituales y van muy al hueso en eso por haber sido creadas en un momento en mi vida de búsqueda personal
T: A pesar de esa cuestión más introspectiva no dejás de hablar del entorno y de cómo relacionarse muy profundamente con él
JLA: No es una crítica directa, sino más bien compartir herramientas y comunicar lo que uno tiene sobre cómo llevar la vida en estos momentos. La música siempre ha sido una herramienta de transmisión, de trovador, de trovar, de informar, de alentar, de buscar lo profundo de los sentimientos también. En la canción Alicuco (sobre una lechuza de monte) yo en ningún momento hablo de la topadora, ni de los gobernantes que destruyen la naturaleza, ni expreso una queja, pero sí, me pregunto qué pasará cuando ya no quede más nada, cómo iremos a ser cuando no quede cantando un pájaro. Es mi manera de proponer, de defender lo que queda, de decir hasta acá llegamos.
T: ¿Es una manera más íntima de darle una vuelta poética a palabras que están como un poco gastadas?
JLA: Es la intención de sacar algo bueno y por eso el mensaje de soltar lo que uno ya no quiere para darle rienda a lo que uno quiere, soltar el control de las cosas y subirse al barquito que cada quien tiene en la vida y compartir con los demás las herramientas que lo ayuden a llevar la vida en un mundo desafiante. Este disco habla un poco de eso, del espíritu de estar preparados para llevar adelante un mundo hermoso, lleno de cosas que lo habitan y que dan sentido, pero también que desafían.
T: ¿Cómo lograste que ese espíritu dialogue de todas maneras con problemas muy palpables en los territorios como los que genera el extractivismo?
JLA: Bueno, es que para mí no hay nada que esté disociado de las cuestiones que nos suceden, que nos influyen y reflejan una realidad en un país, en una época de vivir en el mundo porque no es que esté en una montaña haciendo yoga y perdido de todo . Entonces sí o sí vamos a estar atravesado por las luchas sociales, por el avance del poder que intenta alienarnos para desconectarnos de la esencia humana que es habitar un mundo de una manera determinada para poder existir y ser felices.
Yo siento que lo máximo que podemos hacer es entregarnos a la sed de actuar por algo que nos mueve, que es gigante, que es inconmensurable, que no podemos llegar a entender y pensar y que le llamamos espíritu, Pachamama, Dios, Buda, Cristo o lo que sea y creemos que elegimos y que tenemos la posibilidad de ir en contra de eso y transformar todo lo que nos fue enseñado y legado porque creemos que podemos destruir un planeta o contaminar un río, o elegir a un candidato y yo creo que atrás de eso hay un poder hermoso que más que elegir nuestro camino que a veces no lo seguimos, al final siempre la vida te pone las piedras para que te choques y aprendas que de ahí sale el agua en los momentos más difíciles.
T: ¿Será por eso que Suelto tiene también una carga muy esperanzadora?
JLA: Sí, al final del mensaje también está el seguir recordando que hay siempre un momento bueno para esperanzar pero no para esperar sino para hacer, para estar, para ponerle un sentido a las cosas. Bueno, esa esperanza, esa utopía es la que nos mueve a seguir cantando, a seguir ocupando cada uno su puesto y su lugar con lo que tenga para dar y para transformar el mundo
T: ¿Cómo es llevar este discurso estético y político a los escenarios de manera autogestiva?
JLA: Siempre aprovecho la oportunidad y el espacio para agradecer a toda la gente que de algún lado se entera, que de alguna forma va a escucharme, porque no soy de estar avisando mucho ni de estar muy presente porque realmente pasa por otro lado para mí. Si tuviera que vivir solo de los festivales no podría porque no me llaman mucho pero yo me sostengo con esas personas que vienen, que no sé de dónde salen y me sorprenden porque respetan mi modo de vivir, de poder crear, de poder estar en mi casa y criar a mi familia, a mis hijas, a mis seres queridos.
T: Bueno, es que se genera como una cosa muy real de encuentro que no tiene nada que ver con la noción de espectáculo
JLA: Tengo la suerte de tener un público muy hermoso, muy respetuoso y muy comprensivo de lo que significa subirse a tocar y dejar todo ahí y después poder estar tranquilo, sacarte una foto, charlar un ratito con un abrazo discreto y sentido que yo valoro mucho. Es gente que va, que escucha al grupo de artistas que hacemos música desde el pensamiento, desde el razonamiento y el compromiso y que nos permite que podamos decir lo que sentimos en un sistema que te pide lo contrario, que te alienes y seas parte de él para así tener más poder.
Con información de Télam