(Por Martín Olavarría) "Agente Fortune: El gran engaño", la nueva película de acción y espionaje del cineasta británico Guy Ritchie que se estrena mañana, vuelve a reunir al director y guionista del subgénero mafioso con su compatriota y habitual colaborador Jason Statham en un filme con desarrollo cómico en el que también se destacan el inglés Hugh Grant y la estadounidense Aubrey Plaza.
Statham, que tuvo sus primeros roles de la mano de Ritchie con las comedias negras del mundo criminal "Juegos, trampas y dos armas humeantes" (1998) y "Snatch: Cerdos y diamantes" (2000), que lo llevaron al estrellato y lo establecieron como héroe de acción, encarna en este caso al agente Orson Fortune, que está bajo las órdenes del Gobierno británico y debe liderar un equipo que recupere un material robado que contiene información sensible.
Sin embargo, al ser información clasificada, se desconoce qué es lo que se robó, quién es el ladrón y a quién tiene previsto ser vendido, por lo que el equipo deberá precisar de la colaboración de la estrella de Hollywood Danny Francesco, interpretado por Josh Hartnett, quien es reclutado para una misión encubierta por ser el ídolo de Greg Simmonds, un multimillonario corredor de armas sospechoso encarnado por Grant.
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Francesco es chantajeado para que se infiltre en una fiesta de Simmonds, lo que da la posibilidad a Grant de desplegar sus dotes como simpático y afable villano. Al mismo tiempo, Mike (Peter Ferdinando), un antiguo socio de Orson y líder de otra agencia privada, compite durante toda la película con su equipo para cumplir la misma misión.
Además, el Gobierno británico recluta para la delicada misión a Sarah Fidel (Aubrey Plaza), una carismática agente que se encargará de la logística e informática de la misión y funciona en la historia como alivio cómico y contraste con el característico estilo humorístico más seco del rudo protagonista. La frescura de Plaza, que construyó su carrera como comediante, y sus interacciones con Statham y los otros agentes interpretados por Cary Elwes y el rapero Bugzy Malone, aportaron buen nivel de comicidad al habitual diálogo socarrón elaborado por Ritchie en sus chistosos guiones.
El centro de la película son sus secuencias de acción y no pasa demasiado tiempo hasta que la siguiente persecución o coreografía de lucha y tiroteos tenga lugar, aproximación recorrida frecuentemente en las películas que tiene a Statham en el rol protagónico, pero que tampoco se acerca a los tempos de la saga de "Rápido y furioso".
El estreno de la película estuvo a punto de darse hace un año, pero como el corte final original del largometraje tenía a villanos ucranianos en el contexto de la invasión rusa a Ucrania que se avecinaba en la realidad, los ejecutivos detrás del filme resolvieron posponer su debut y luego de la incursión militar debieron trabajar en readaptar la cinta para borrar el dato de la nacionalidad de los antagonistas, por considerar que podía ser contraproducente dada la coyuntura internacional.
Producido por Statham, el filme parece estar diseñado en su estructura narrativa para tener el potencial de convertirse en una nueva franquicia de espías, especialmente por su final.
La quinta colaboración entre Statham y Ritchie tiene para destacar varias secuencias de persecución que mantienen el interés del público deseoso de escenas con adrenalina, pero seguramente se siente mucho más industrial y espectacular que las primeras comedias de mafiosos del director de "Snatch" alrededor del cambio de milenio.
"Con mayor cantidad de gente en la misma frecuencia, es más divertido y fácil todo el proceso: hay mucho de las escenas y los diálogos que tiene que ver con el ritmo, y si actores y director entienden el ritmo, la película realmente se vuelve rítmica", había explicado Ritchie sobre la interacción con los intérpretes en una entrevista promocional de la cinta.
En relación con el buen ritmo humorístico que el filme logró, el cineasta mencionó que, cuando se inició el rodaje, se trabajó ese aspecto pero "inicialmente no había ritmo sino estructura y, tras cinco minutos, empezaron a encontrar el ritmo y a los 15 minutos ya estaban ahí"; caso contrario, "se siente hueco".
Con información de Télam