El artista Juan Falú es sobrino e impulsor de homenajes por el centenario del guitarrista y compositor Eduardo Falú, a quien considera una figura de una estatura increíble en la historia de la música argentina e inclusive en la historia de la guitarra en el mundo.
Más allá del parentesco que puede suponer alguna subjetividad, que asumo también, realmente estoy convencido de que Eduardo es una de las grandes figuras de la historia de la música, señala Juan Falú durante una entrevista con Télam.
También guitarrista, autor y notable figura de la cultura argentina como su tío, Juan viene impulsando junto al Ministerio de Cultura de la Nación una serie de actividades de tributo y evocación de Eduardo en torno a los 100 años que cumpliría el 7 de julio próximo.
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El 28 y 29 de abril pasados en el Centro Cultural Borges la tarea se inició con un par de conciertos que contaron con la participación de una decena de artistas.
La renovada ofrenda continuará a partir del próximo domingo a las 16 en La Cúpula del Centro Cultural Kirchner (CCK), donde se realizará el Conversatorio: 100 años de Eduardo Falú que reunirá a Juan Falú, Antonio Rodríguez Villar, Juan Quintero, Teresa Parodi y Jorge Suligoy.
También el 2 pero desde las 19 y en la Sala Argentina del complejo habrá un concierto donde actuarán la Orquesta de Cámara de la Universidad Católica de Salta dirigida por Jorge Lhez con el dúo Rosa Incaica (conformado por la soprano estadounidense Annelise Skovmand y el guitarrista y compositor tucumano Pablo González).
La saga tendrá su cita máxima el domingo 9 de julio cuando en el Auditorio Nacional un cuarteto integrado por Lilián Saba (piano), Marcelo Chiodi (vientos), Facundo Guevara (percusión) y Juan Falú (guitarra) reciban a un elenco de cantoras, cantores y guitarristas entre quienes se cuentan Teresa Parodi, Liliana Herrero, Nadia Szchaniuk, Juan Quintero, Carlos Martínez y Carlos Moscardini.
El salteño Eduardo Falú comenzó a tocar guitarra en forma autodidacta a los 11 años hasta que en 1937 se radicó en la ciudad de Salta, donde realizó sus estudios y ocho años más tarde llegó a Buenos Aires para inaugurar el desembarco del folclore provincial en la ciudad.
Fue autor de hermosas canciones junto a Jaime Dávalos (Zamba de la Candelaria, Las golondrinas, Trago de sombra, Tonada del viejo amor, Río de tigres, Renacer, Amor, se llama amor y Milonga del alucinado, entre las más conocidas).
Pero también con otros poetas como Manuel J. Castilla, (Minero Potosino, Celos del viento, Puna Sola), Osiris Rodríguez Castillos (Tiempo del jacarandá), León Benarós (El viento tiene una pena), César Perdiguero (Tabacalera y Canción de luna y cosecha), Marta Mendicute (A qué volver) y Albérico Mansilla (Quisiera ser alfarero y Tiempo de partir) y José Ríos (para la canción andina "Alabanza del platero"), entre más.
Y compuso obras de carácter épico, como Romance de la Muerte de Juan Lavalle, en colaboración con el escritor Ernesto Sábato, y José Hernández, sobre textos de Jorge Luis Borges.
Pero hasta su muerte en agosto de 2013, su guitarra brilló con tono propio en las obras Choro del caminante, Camino a Sucre y Trémolo, junto a su arreglo de la zamba tradicional La cuartelera y la Suite Argentina, todos hallazgos capaces de reunir a la música académica con las formas nativas.
Protagonistas de la charla del domingo que abrirá la trilogía de encuentros en el CCK le cuentan a Télam algunos aspectos salientes de la figura de Eduardo Falú.
El guitarrista y compositor santafesino criado en Misiones Jorge Suligoy, señala que "Eduardo Falú es el caballero de las artes olvidadas.
Su guitarra elevada, su voz potente y señorial, su repertorio imprescindible y ese gesto tan argentino al que deberíamos ir. Mas allá de su talento, que es inabarcable, está su forma de compartirlo. Dejó una huella desde la excelencia que atravesó transversalmente los géneros y generaciones. Y tal vez después de tanto pensar en su grandeza, sea su virtud más percibida la ternura con la que nos abrazó, subraya.
La autora y cantante correntina Teresa Parodi resalta que entre los creadores más emblemáticos de la música popular argentina está sin duda alguna Eduardo Falú como compositor y como músico.
La belleza y profundidad de su arte inconfundible sostiene- ha enriquecido la cultura de nuestro país marcando clara huella en nuestra memoria colectiva para siempre.
Parodi puntualiza: En el sonido precioso y preciso de su guitarra señera subyace la raíz más pura de nuestro ser nacional con vigencia absoluta y al mismo tiempo es emocionadamente argentino ese color, esa expresividad, esa certeza, ese acento de su inolvidable forma de cantar que aplaudimos tanto.
Es, sin duda alguna, necesario y largamente merecido este homenaje a 100 años de su nacimiento para quienes tuvimos el privilegio de conocerlo como también para las nuevas generaciones que son las destinatarias de su extraordinario legado, redondea la artista.
El tucumano Juan Quintero, una de las más inspiradas voces de la escena actual, comenta: En mi caso lo que tengo yo de Eduardo Falú es su sonido y no como ligado, por ejemplo, a cierto territorio o a ciertas memorias de la infancia, como pasa a veces, sino dentro de mi experiencia con la guitarra y con la música en general siendo una referencia del amor al sonido.
Falú subraya- encarna el amor al sonido de un tipo que tenía una guitarra y una voz y que laburó eso, el sonido que puede generar una persona tocando la guitarra. Y eso con una calidad, con una precisión, con un cuidado que nos sirve como guía por la manera en que trabajó ese instrumento que es el cantor con la guitarra de una manera muy profunda.
Por su parte, el músico, autor, escritor y periodista Antonio Tonito Rodríguez Villar, quien fue amigo de andanzas del homenajeado, apunta que Eduardo Falú es uno de los que marcó el inicio de la popularidad masiva de la canción folclórica de nuestra tierra: Pero yo quiero mencionar otro aspecto no muy conocido de Eduardo: su gran sentido del humor y su carcajada fácil y contagiosa, añade.
Y en esa evocación, el presidente honorario de la Academia Nacional del Folklore, cuenta: No recuerdo bien el año. Tal vez 1956 o 1957. Nuestro queridísimo Polo Giménez, autor entre otras maravillas de Paisaje de Catamarca, había tenido un ataque el corazón y estaba internado en el Hospital Rivadavia. Me llama Eduardo y me dice: Vayamos a visitar a Polo y le tocamos Al dejar mis montañas que voy a grabar en unos días.
Lo saludamos con el gran cariño que sentíamos por este viejo amigo y, a dos guitarras, y como una sorpresa, comenzamos a tocar su bellísima zamba Al dejar mis montañas, pero Polo se emocionó tanto que se descompuso y tuvieron que llevarlo a terapia intensiva, recuerda.
Y para el final del relato, Rodríguez Villar aporta: Mientras guardábamos las guitarras, entre preocupado y risueño, me dice Eduardo: Che Tonito, ¿no seremos yetatores?. Por suerte Polo se recuperó esa misma noche.
Mentor de estas conmemoraciones, Juan Falú resalta: "Vamos a celebrar el arte de Eduardo Falú, cuyo legado trasciende los tiempos, las modas y sus estéticas. Interpretó la música de nuestra tierra desde una guitarra alumbradora y venerada en el mundo y además aportó joyas para la canción nacional.
Cómo compositor e intérprete concluye- fue un puntal de la música. Y todo lo hizo desde un irrenunciable perfil de sobriedad, como quien abraza el arte con respeto y una devoción ajena a las vanas farándulas".
Con información de Télam