(Por Sergio Arboleya) A los 25 años, perfeccionándose en Estados Unidos y reclutada por la escudería Casa Limón, Delfina Cheb regresó a Buenos Aires y anoche ofrendó un sentido recital de color peñero en la sala porteña Bebop Club para presentar su reciente segundo disco solista Buenos Aires, de cuño tanguero.
Aunque buena parte de ese repertorio dijo presente en una velada con queridas presencias arriba y abajo del escenario, la joven artista excedió al género y del tango a la canción mostró los recursos que la habitan al momento de cantar con una voz precisa y plena de matices que apela a un personal fraseo.
Con esa batería de atributos técnicos y una frescura a flor de piel, Delfina exhibió en vivo ante una platea colmada y plagada de afectos, los cautivantes dones que hicieron que el español Javier Limón la haya integrado a su reputada escudería internacional.
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A los 18 años y con una beca para realizar su doble licenciatura en Composición de Jazz y Performance vocal en Berklee, luego se graduó con una maestría en Improvisación Contemporánea del New England Conservatory donde ahora es candidata a Doctora en Musicología y música contemporánea.
Pero aún con esa perspectiva elige el tango porque, como dijo a Télam días atrás, hizo "una investigación profunda sobre una raíz" que se le hacía "inminente y sagrada": "Me lo tomé casi como un trabajo arqueológico de escucha y estudio porque el repertorio tanguero es uno que invita y espera".
Esquivando el grito y abismándose en el texto a interpretar, Cheb hizo alarde de un manejo vocal aplicado a un cancionero que asumió con iguales dosis de conocimiento y entrega para regocijo de una audiencia en la que se contaron artistas como Flor Otero, Tute, Negro Falótico y Yacaré Manso, entre más.
A las 22.50 y acompañada por el Trío Fundamental (Horacio Avilano, Hernán Fredes y Hernán Mastromarini), tres de los cuatro guitarristas con los que compartió el registro de Buenos Aires (Luis Salinas estuvo ausente por problemas familiares), el concierto se inauguró con gemas de ese álbum: Esquinas porteñas (Piana-Manzi), Garúa (Troilo-Cadícamo) y Cafetín de Buenos Aires (Mores-Discépolo).
Estamos haciendo temas que grabamos casi en vivo en Estudios ION y es la primera vez que tocamos desde que salió el disco, así que es un momento importante, comentó promediando la trilogía elegida para la apertura.
Dejando descansar a las violas estables y acompañada por el pianista Juan Archoni, la vocalista señaló: Mi disco pasado (en referencia al inaugural Doce milongas de amor y un tango desesperado, de 2020) no pude presentarlo y merece ser tocado y esa evocación comenzó con Milonga dulce.
El aporte del guitarrista Miguel Gessaghi permitió seguir recuperando aquel cancionero y el trío asumió Milonga valiente, antes de que la propia Delfina tomara otra guitarra y ese trío de cuerdas pulsadas estrenara una melancólica canción propia e inédita titulada Está bien.
Luego, sola con Gessaghi, entonó la Milonga grande y convidando, además, a su maestra de canto Mariela Perticari, compartieron una abolerada y estupenda versión de Nada (Dames-Sanguinetti) que también forma parte de Buenos Aires pero en una clave de mayor rigor porteño.
Con el tablado convertido en un espacio de abrazos, invitaciones y encuentros, Mila Farras aportó su guitarra y su canto en el atractivo tema propio Bailemos y, en ese clima, un veterano fan con el que dialoga por Instagram y aquí ubicado en una mesa cercana hasta le hizo un regalo.
El regreso del Trío Fundamental que hace bien en ufanarse de su denominación, fue una vuelta al tango y a la placa a presentar para No aflojes (Maffia-Piana-Battistella) y Divina (Mora-De la Calle) y para que el experimentado Avilano celebrara este proyecto con Cheb porque, subrayó, valoramos a los que se hacen cargo de nuestra esperanza.
Invitando a Guillermo Fernández a quien presentó como su mentor y con quien compartirá un recital a dúo el próximo domingo en el CAFF, hubo tres guitarras y dos voces para Ventanita florida (Delfino-Amadori) y enseguida un mano a mano con Fernández en la guitarra sumó estupendos momentos con Volver (Gardel-Le Pera) y la zamba La nochera (Dávalos-Cabeza).
De vuelta a la formación estable de cuarteto, la muchacha y sus guitarristas pusieron un broche impactante de la mano de Como dos extraños (Laurenz-Contursi), Siempre se vuelve a Buenos Aires (Piazzolla-Blázquez) y, como bis, otra creación de Piazzolla, esta vez en yunta con Ferrer, en la Milonga de trovador.
Con horizonte planetario y fecundas raíces a las que se adentra con una seguridad cautivante, Delfina Cheb estrenó Buenos Aires y puso en acto la cadencia de un canto que promete seguir expandiéndose.
Con información de Télam