(Por Agustín Argento) Barbudo, con varios kilos de más, una apariencia que de apacible muta a desesperada y envuelto en una constante nube de humo de cigarrillo, Rodrigo De La Serna interpreta la trágica vida de Julio Levy en "El rapto", película de Daniela Goggi con exitosos pasos por Venecia y Toronto, que, basada en una historia real, se estrena en salas este jueves.
"Bueno, vos sabés que me ayudó a dejar de fumar. Yo fui fumador muy social, pero desde esa peli que no fumo más. Quedé literalmente de cama, estuve una jornada sin poder trabajar porque estaba con 41° de fiebre y ahí dije basta, dejo, no fumo más. Es horrible, no te lo recomiendo", recordó a Télam entre risas el actor sobre una de las características más duras que tuvo que afrontar para el protagónico del filme que a partir del 3 de noviembre se podrá ver en Paramount+ y que entre el 10 y el 18 competirá por el Colón de Oro en el 49° Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.
A su lado, Goggi sostuvo: "La construcción que hace Rodrigo de ese personaje es tan empática, es un personaje que no podés dejar de mirar. Querés entender y entender ese proceso de dolor; creo que eso universaliza la película".
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Basada en la novela "El salto de papá", de Martín Sivak, "El rapto" narra la tragedia de una familia de banqueros marxistas que, luego del exilio en tiempos de la dictadura, regresan a la Argentina en los comienzos de la democracia. Mientras se debaten en nuevas formas de hacer crecer el negocio y mantener sus principios, al hermano mayor de Levy lo secuestra uno de los inorgánicos grupos de tareas que quedaron operativos, en las tinieblas, tras la caída de la dictadura en 1983.
"Ese libro estuvo en la mesa de trabajo de las guionistas, sin duda, pero me parece que la película no se focaliza en ese caso, creo que abarca un periodo social histórico; una atmósfera social, trágica y dramática, creo que Julio Levy es un retrato generacional y un poco un homenaje a nuestros padres", explicó De La Serna.
"Abrimos el juego -agregó Goggi- a pensar en las causas de los secuestros extorsivos, no es que nos guió uno en particular... y hacerlo con la libertad de la ficción nos permitía pensar en procesos íntimos más allá de los temas de cómo funcionaban los servicios de inteligencia. Entonces había algo que era hasta dónde construimos esas tensiones de los personajes y, por eso, había que ir trabajando con toda la modalidad de cómo funcionaba".
A partir del secuestro de su hermano, el personaje de De La Serna entra en una tensión permanente entre lo que debe hacer como hermano, como cuñado, como tío, como padre, como esposo y como empresario. Con la transpiración y la nicotina, pareciera como si la desesperación le saltara por los poros de la piel. Y, a pesar de ser un cúmulo de malas decisiones, su enjundia opaca a los que pueden ser sus defectos.
"Es retratar a una generación de hombres y mujeres que tenían un deber ser muy fuerte, un deber ser revolucionario, un deber ser intelectualmente brillantes, un deber ser hombres de negocios exitosos, personas que no pueden comunicar su emoción. La generación de nuestros padres no podía comunicar lo emocional; entonces cómo todo ese peso social, histórico, personal, generacional termina socavando la moral de un ser humano y termina tomando una decisión trágica como la que toma", sostuvo el actor.
"Hay evidentemente una estructura muy frágil también -agregó De La Serna-. Es un grito desesperado, es como decir '¿no podés decir que no, hermano?'. Si vos decías que no un par de veces, por ahí zafabas. Escuchá a tu mujer, decí que no, no firmes el papel donde te hacés cargo de todo... Es muy importante en la vida. Estas personas con este deber ser tan impuesto, con estos mandatos patriarcales tan fuertes, que no pueden comunicar su emocionalidad, que no tienen cable a tierra".
En el derrotero de buscar a su hermano, Levy se entrevista con miembros de las Fuerzas Armadas, ministros y hasta el propio presidente Raúl Alfonsín. Y en su desespración, hipoteca la empresa cayendo en los embustes de otro grupo de tareas que decían ayudarlo.
"Es un personaje que está todo el tiempo tragando, con un trastorno casi de ansiedad que grafica muy bien lo que a él le va pasando. Lo único que sale para afuera es el humo del cigarrillo, dijo una periodista hace poco, y es cierto. Todo eso es multicausal me parece", dijo el actor acerca de su interpretación.
Goggi, en tanto, explicó que para ella este relato tenía que ver con "articular una tragedia histórica y personal y encontrar ir creciendo con el qué y no con el cómo. La propuesta nuestra no es que la novedad está en lo que se cuenta, sino en cómo se vive un suceso trágico".
"Pero además -añadió en el mismo sentido el actor-, se trata del ejercicio sano de reflexionar sobre los momentos más trágicos de nuestra historia, de intentar observar o echar luz sobre zonas que todavía no se han investigado o mostrado demasiado en la historia de la cinematografía argentina".
Télam: Julio Levy es muy contradictorio. Ya decirse marxista, pero estar al frente de una financiera...
Rodrigo De La Serna: Sí, para un marxista lo es, para un peronista tal vez no tanto. Pero vamos a un debate más fino, si querés, aunque no sé si es tu interés ese tipo de respuesta. Pero en Julio Levy sí, eso pesa sin lugar a dudas, es una carga más. Vivir en un mundo post caída del Muro de Berlín, siendo marxista y estar al frente de una empresa tan importante, con tantas situaciones a resolver financiera y económicamente, sin lugar a dudas él lo vive como una contradicción muy grande y profunda.
Daniela Goggi: Entre el mandato familiar y el mandato ideológico es la contradicción. Porque cada vez que está intentando construir su camino hay un mandato familiar que lo vuelve a poner... también esa es la generación de nuestros padres, de los tipos nacidos en la década del cuarenta. Querían trabajar su revolución y al mismo tiempo era una sociedad muy endogámica, donde había mandatos patriarcales que entraban en crisis con la ideología. Las generaciones de nuestros viejos fueron muy dañadas.
T: Han tenido un exitoso paso por festivales, con ovación en Venecia.
DG: La verdad es que estamos disfrutando mucho mostrar la película. Era un desafío ver cómo una película tan argentina, tan local, tan llena de detalles localistas, que hasta los vínculos familiares están hechos de una forma tan argenta y había que ver qué pasaba. Pero hasta las tragedias y los duelos son universales.
RDLS: La gente se conmovía hasta las lágrimas con la película en Venecia. Evidentemente, hay algo que trasciende y creo que ese es el buen cine. Sin perder lo idiosincrático, lo particular y lo singular de cada país o de cada rasgo artístico que lleva. Trascenderlo y comunicar algo donde la gente se emociona y se conmueve es como un sueño. En Toronto también fue muy bien recibida, fue como un sueño. Es maravilloso lo que está pasando con la película y no lo podemos creer.
Con información de Télam