(Por Hernani Natale) David Lebón ofreció anoche un show en el porteño teatro Gran Rex en el que se mostró en carne viva, tanto a nivel artístico en donde junto a una impecable banda regaló incendiarios rocanroles e intensas baladas, como a nivel emocional, al punto de no poder concluir la última canción del concierto por el incontenible llanto que lo invadió.
Ya había avisado tras los primeros temas del concierto y algunas lagunas que le hicieron olvidar las letras que le sucedía eso porque estaba "quebrado" por el fallecimiento de su hija mayor Tayda, ocurrido en octubre pasado.
Pero más allá del nivel de emoción que atravesó el concierto, eso no impidió una vibrante actuación -o acaso fue su combustible-, con un rock de alto nivel y gloriosas baladas, que se materializaron en una veintena de clásicos, muchos de ellos de su etapa con Serú Girán, como la apertura con "Cuánto tiempo más llevará", "Esperando nacer" y "Seminare", entre tantos.
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Allí Lebón demostró que mantiene intacta su voz y, fundamentalmente, sus virtudes como guitarrista, aquellas que lo convirtieron en uno de los más grandes intérpretes del rock argentino, a partir de furiosos pero siempre melodiosos solos.
El concierto tuvo a Pedro Aznar como uno de los invitados, quien puso su bajo y voz en "El tiempo es veloz" y "San Francisco y el Lobo", en un momento intimista al que se le sumó apenas la guitarra de Lebón y un teclado.
El otro convidado especial fue el guitarrista Palmo Addario, quien se trenzó en un electrizante duelo con el protagonista de la velada en "Noche de perros" y "Mundo agradable".
Lebón estuvo acompañado por su habitual banda, un ajustado combo integrado por Daniel Colombres, en batería; Dhani Ferrón, en guitarra rítmica; Roby Seitz, en bajo; Leandro Bulacio, en teclados, quien aporta un toque soul a una formación rockera; y Tavo Lozano, quien por momentos asume el rol de guitarrista líder.
El espectáculo apuntó directo al corazón desde el comienzo con "Cuánto tiempo más llevará", que se llevó la primera de una de las muchas ovaciones del público, la cual provocó el primer shock emocional en David, manifestado al expresar: "Esto es mucho para mí. Ustedes me salvan la vida".
Sobraban las palabras hasta ese momento en que algunas lagunas mentales hicieran olvidar parte de las letras de "Deja de jugar", "Encuentro supremo" y "Perro negro", que sin embargo no opacaron las brillantes interpretaciones. Claro que en el medio estuvo uno de los más brillantes momentos rockeros del concierto con "Sin vos voy a estallar".
Pero hizo falta la confesión para que David finalmente soltara lo que hasta entonces parecía oprimirlo y mantenerlo en un frágil estado emocional: "Me pidieron que no diga esto pero estoy quebrado, por eso se me olvidan las letras. Falleció un hijo mío y estoy quebrado. Pero bueno, debe estar acá junto con Luis (Spinetta) dando vueltas".
Una cálida ovación aflojó al músico que continuó con clásicos como "Parado en el medio de la vida", "Esperando nacer" y "No llores por mí, Reina".
"Llegó el momento de alguien muy especial. Alguien que quiero mucho. Hablamos millones de cosas y si hay alguien que entiende, es él", dijo Lebón a modo de presentación de Pedro Aznar.
Tras el momento intimista con su excompañero en Serú, el rock más extremo apareció de la mano de "32 macetas" y "No confíes en tu suerte".
El recuerdo de Pescado Rabioso llegó en "Credulidad", en la voz de Ferrón, y "Hola, dulce viento", una canción de la que el músico destacó que le "permitió entrar al mundo Spinetta".
Y también hubo un generoso espacio cedido al tecladista Leandro Bulacio, a quien le dejó todo el protagonismo para que mostrara solo en su piano su bella y muy interesante composición instrumental "Ahora estoy acá".
Con la sensación de haberlo entregado todo, Lebón anunció eran los últimos tres temas y, ante la reacción de la gente, aclaró que con lo hecho hasta allí estaba bien y que necesitaba irse con la imagen del rostro del público.
"Tiempo sin sueños", "Copado por el diablo" y "Seminare" pusieron el fin, antes del único bis con "Nos veremos otra vez", que hizo romper en llanto al artista.
Luego de una nueva cálida ovación y al ver que el músico apenas atinaba a saludar con la mano, debido a que su voz estaba totalmente quebrada, el público entendió que ya no podía pedir más. Lebón había dado su corazón en forma de una música poderosa, bella, llena de amor y, sobre todo, sanadora.
El músico volverá a presentarse esta noche, a las 20.30, en una función que debió agregar tras agotarse las localidades para anoche.
Con información de Télam