(Por Juan Falú, guitarrista y compositor argentino de folclore, creador del Festival Guitarras del Mundo, co-artífice del ciclo Maestros del Alma y docente del Conservatorio Manuel de Falla.
Donde hay vida, hay muerte.
Donde hay amor, hay odio.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Es la naturaleza humana.
En ellos, en nosotros.
El tema es transformar el odio en energía de vida y no de muerte.
Freud acuñó el concepto de sublimación de los impulsos, en el devenir cultural.
Hasta ahí, se trata de definiciones de la antropología y la psicología.
Desde la política al servicio del pueblo, el odio que generan la explotación, la marginación y la discriminación, se sublima en la fuerza colectiva. Y en un grado más elevado, en el pueblo organizado y con esperanza.
El siniestro cóctel de ciertos odios y ciertas locuras acuñado en el nazismo, devino en genocidio.
En nuestro país se disfrazó con la cruz, pero lo imponían con la espada. Eso lo sufrimos.
Demos estar atentos y vigilantes. Democráticos, pero atentos y vigilantes. Sin apología de la violencia pero atentos y vigilantes.
Si se tensa la cuerda desde la derecha (lo que no sería extraño), puede reaparecer la violencia popular desorganizada. Tal vez como un acontecimiento inexorable. Y creo que lo saben y están buscando esa tensión. Por eso, doblemente atentos y vigilantes.
Saben que la violencia popular es primero autodefensa, es respuesta a la violencia de arriba.
Son situaciones para hacer pedagogía, para redoblar los esfuerzos de construcción de un poder popular en democracia.
Pero la democracia se sostiene con la firmeza de un programa y un respaldo popular. Si no es así, la "democracia" es la mejor opción para la canallesca dominación económica, mediática y judicial.
La derecha se anima porque no tiene un pueblo organizado enfrente.
Con información de Télam