(Por Pedro Fernández Mouján, enviado especial).- El realizador chileno Felipe Gálvez, formado en la Universidad del Cine porteña y con fuertes lazos con nuestro país, acaba de presentar el Cannes "Los colonos", una película que bajo la forma de un nuevo western describe la marcha violenta y azarosa de un grupo de mercenarios pagados por un terrateniente de Tierra del Fuego que al mismo tiempo que ocupan territorio y extienden las fronteras ganaderas van exterminando a la comunidad originaria de los selknam.
El filme es la ópera prima de Gálvez, su principal productora es la casa argentina Rei Cine, incluye actores argentinos en su elenco y junto con "Los delincuentes", de Rodrigo Moreno, son dos de las sensaciones de la sección oficial Un Certain Regard, destinada a películas más arriesgadas, de esta edición 2023 de Cannes.
Gálvez tardó nueve años en poder filmar su película y le costó seis conseguir financiamiento en su país para contar esta historia de matanza indígena por grupos de asesinos privados que permanece casi oculta.
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En un café de la rue des Serbes, cerca de la Croisette y junto a mesas con mujeres con vestidos de alta costura que toman una copa de champagne antes de asistir a la gala vespertina del Theatre Lumiere, Gálvez habla con Télam sobre su película que se está viendo ahora en el festival y que al ser una ópera prima compite también por Cámara de Oro
Télam: Este proceso de expansión territorial que se muestra en "Los colonos" no tiene las características que tuvo en la Argentina el avance sobre el sur de la provincia de Buenos Aires con la llamada "Campaña del Desierto" sino que parece algo más privado, arbitrario.
Felipe Gálvez: En Chile no fue organizado, se viajaba en cuadrillas, no había tanta gente tampoco y eran las cuadrillas las que realizaban las matanzas porque los grupos de indígenas eran bastante pacíficos. Se trataba de una industria que tenía que ver con la extensión de tierras para el pastaje de ovejas y donde era necesario cercar y como condición de eso exterminar a los indios Selknam que vivían en Tierra del Fuego. Es todo parte de lo mismo: la industria ovejera, la construcción del cerco, la esquila, la matanza del selknam.
T: ¿Cómo funciona la memoria de ese proceso?
FG: Chile es un país que desprecia la historia y le gusta borrarla, que no le interesa recordar, y mi película es un poco una crítica en relación con esa falta de memoria. Chile frente al exterminio del pueblo Selknam no dice nada, lo borra de su historia y cuando uno decide borrar algo de la historia se transforma en algo muy violento porque hoy en día, por lo menos en Chile, los Selknam se han transformado en la imagen del país. Tú vas al aeropuerto y puedes comprar un muñequito Selknam, hay helados Selknam, vino, chocolates Selknam.
T: En Argentina qué hacer con los pueblos originarios y las formas que fue adoptando la "Campaña del Desierto" tuvo que ver con largas discusiones de los sectores de poder...
FG: Chile es un país en el que el mundo privado tiene mucho poder, es un país de siete u ocho familias. Tierra del Fuego fue controlado por Jesús Menéndez, que fue un español que llegó muy pobre a Buenos Aires y luego se estableció allí, el Estado chileno le dio esas tierras que de hecho fueron tierra de nadie durante mucho tiempo. Recién a fines de 1800 el Estado chileno envía un juez a Punta Arenas, donde no había policía ni ejército, este juez vive en la casa de José Menéndez, que es el gran terrateniente de Tierra del Fuego (y en la película el que encarga el avance del grupo de mercenarios para llegar al Atlántico), ese juez desarrolla una investigación de muchos años que se pierde y se vuelve a hallar en los tribunales de Punta Arenas 25 años atrás.
T: ¿En esa investigación se basó la película?
FG: Un poco sí, en algunos documentos, pero no tanto, más me basé en el cine porque no es una información muy confiable, no confío mucho en quién escribió la historia, la película también reflexiona sobre eso, el hecho de que la historia la cuenta el que tiene el lápiz y después la cuenta el que enciende la cámara cinematográfica y ahora la cuentan las grandes compañías, Google.
T: Justamente elegís el género del western para contar esta historia de matanza de indígenas y avance sobre sus territorios.
JG: A mi modo de ver el western es una de las pocas cosas que el cine creó y curiosamente lo creó el cine americano como una herramienta de propaganda para justificar el genocidio indígena durante todo el Siglo XIX, cuando toda América estaba matando indígenas, Se creó un género cinematográfico de propaganda, entre tensión, como un espectáculo para mostrar que estas nuevas naciones eran civilizadas.
T: El cine como una herramienta de poder.
JG: Creo que el cine tiene una responsabilidad enorme en el genocidio indígena de toda América, ya no estamos hablando de la Conquista, estamos hablando de la responsabilidad desde Chile, Argentina, Colombia, Brasil, Estados Unidos, la responsabilidad de las nuevas naciones y me parece coherente que empecemos a tener una visión revisionista con el cine y el western, porque el western está manchadísimo con sangre y está bueno que los directores de cine empecemos a volver a a trabajar el género desde otro punto de vista.
El cine es uno de los inventos del Siglo XX, como los aviones, como la revolución de las máquinas pero con la diferencia de que es una máquina para manipular la realidad y distorsionarla.
Que estemos nuevamente haciendo westerns (Lisandro Alonso, Pedro Almodóvar), tiene que ver con volver a repensar algunas películas que se hicieron y qué lugar ocupamos los cineastas en este genocidio perfecto.
T: ¿Cómo trabajaste el tema actoral, cuál es tu perspectiva?
JG: Me ayudé con mucha gente, me ayudé con un coach, conversé mucho con los actores y les pedí principalmente que vivieran en ese presente, que se olvidaran de todo lo que pensamos hoy, que no tuvieran corrección política, que entendieran que esos personajes eran racistas, que no se cuestionaban nada, que trataran de entender que estábamos en 1900 y que todavía no existía la Primera Guerra Mundial ni los cuestionamientos éticos hacia prácticamente nada, que la película se construyera situándonos en esa tierra en ese momento.
T: ¿Y en lo concreto?
FG: Mi manera de trabajar es rara, ni siquiera sé si doy tantas indicaciones, creo fundamentalmente en el casting, en la gente que elijo: Creo que es más importante el tiempo que me tomó elegir los personajes y una vez que ya los había elegido les di tiempo para que improvisaran, les di sus tiempos, los seguí, los filmé, fui buscando cómo era esa historia con ellos. A muchos de los personajes los encontré en el set; a veces sucede que uno viene con un buen guion, con una buena guía, pero para mí el guion se termina de escribir en el set. No soy alguien que vaya a tratar de filmar el guion, sino que creo que el guion se termina cuando uno llega a la locación y dice "bueno, esto es lo que hay, ahora empecemos".
T: Vos te formaste en la FUC (Universidad del Cine) de Buenos Aires.
JG: Mis padres se exiliaron en Argentina, tengo una relación muy importante con el país, mis mejores amigos son argentinos, los productores de la película son argentinos, Mariano Llinás (que aparece en la película como Perito Moreno y colaboró en el guion) es un gran amigo y fue mi maestro también de la Universidad. Yo creo que el cine es un oficio y yo diría que él es como un maestro para mí, admiro profundamente su capacidad para contar historias. Fui formado en Argentina y creo y me siento parte también del Nuevo Cine Argentino, de una escuela que terminó formando a gran parte del Nuevo Cine Latinoamericano, tuve la suerte de estar en un momento donde muchos directores latinoamericanos llegaban a Buenos Aires y se encontraban con una de las pocas escuelas cinéfilas que existen, donde te enseñan a amar el cine.
Con información de Télam