(Por Hugo F. Sánchez, enviado especial) Espíritu sagrado, película del español Chema García Ibarra, ingresó hoy a la Competencia Internacional de la 36ta. edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Poco antes de la proyección, el propio realizador nacido en la pequeña ciudad de Elche, en el sureste de España, contó para el público presente en la sala del Teatro Auditorium algunas características de su ópera prima.
Van a ver lugares reales de Elche, no hay ningún actor profesional y eso es algo que me gusta mucho, porque en general no me gusta pasar tiempo con ellos, dijo con tono ácido el realizador, que el público festejó desde la platea. Hay una especie de verdad de estas personas que me interesa porque le da un tono documental, sin embargo, también van a ver que es una película de ficción, de ultra ficción, definió García Ibarra.
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Y la descripción del director de su propio filme es acertada; la verdad que buscó en la puesta es innegable, funcional y que contrasta con la variedad de personajes excéntricos, la mayoría como miembros de una asociación dedicada a la investigación de objetos voladores no identificados.
Luego de la muerte de su fundador, la pequeña asociación pasa a ser dirigida por José Manuel, dueño de un bar con una madre vidente y una sobrina desaparecida hace poco, de la que no se hallan rastros. El flamante líder del grupo de ufólogos espera un fecha clave para el futuro de la humanidad y no se involucra con el dolor de su hermana, desesperada por la ausencia de su hija.
Con un relato desopilante por lo absurdo de las situaciones y de los personajes que los pueblan, en el delirio de los protagonistas en donde se mezcla la egiptología, la certeza de la vida después de la muerte, los videos de YouTube con investigaciones inverosímiles sobre la inmortalidad del ser humano, el relato va introduciendo elementos que no tienen nada de comedia, casi como señales de alerta para el espectador.
Y son esas señales, discordantes respecto del tono leve, sarcástico y burlón de la historia, que habilitan a pensar que probablemente fueron introducidas por Chema García Ibarra para que, siempre en el terreno de la hipótesis, preguntarle de manera impiadosa a los espectadores: "¿De qué se ríen".
Con información de Télam