(Por Solange Levinton).- El lanzamiento de entradas con precios diferenciales para menores de 35 años en el Teatro Colón y la inauguración de un sector especial dentro del Teatro Liceo para personas sub 25, son algunas de las medidas, todavía aisladas pero exitosas, tendientes a atraer público joven a las salas porteñas después del cierre masivo durante la pandemia.
En julio pasado, cuando el Teatro Liceo reabrió sus puertas con el espectáculo "Piaf" en el marco de su 150 aniversario, lo hizo con el anuncio de una noticia extra: la creación de una "Tertulia joven" ubicada en el tercer piso -donde estaba la vieja tertulia- destinada exclusivamente para público menor de 25 años que pagaría un valor de entrada único de 1.000 pesos.
"El desafío que tenemos todos los teatristas es cómo acercar las audiencias jóvenes al teatro comercial -dice Tomás Rottemberg, responsable de la idea- y nos pareció interesante hacerlo con una obra de la talla de 'Piaf' a un precio que compite directamente con otras actividades para esa franja etaria".
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Al respecto, su padre, el también teatrista y presidente de la Asociación Argentina de Empresarios/as Teatrales y Musicales (Adeet), Carlos Rottemberg, señaló que en Buenos Aires, Londres o Nueva York, por citar solo algunas de las plazas teatrales más importantes del mundo, el promedio etario del público que asiste a las salas comerciales es de 62 años.
"Sabemos que es un hábito nuevo que hay que crear de a poco y nos gustaba la idea de que fuera el teatro más antiguo de Argentina el que buscara a los jóvenes", agregó.
La propuesta, que en cada función agota las 50 localidades disponibles, no solo demostró la existencia de un público jóven y ávido sino que, según Rottemberg, renovó las postales cotidianas del teatro: "Empiezan a aparecer padres que dejan hijos adolescentes con un amigo en el hall y preguntan en la boletería `¿a qué hora los venimos a buscar?´ cosa que antes no pasaba".
En esa misma línea, a principios de agosto el Teatro Colón anunció el lanzamiento de un programa para incentivar al público joven con entradas a 200 pesos que comenzó con el Festival Argerich y que al cabo de unas pocas horas más de un millar de personas menores de 35 años agotaron las localidades disponibles.
"Estoy convencido de que la atracción de nuevos públicos no tiene que ver tanto con una modificación de los contenidos que ofrecemos, porque para eso hay otros lugares y ofertas culturales", señaló a Télam Jorge Telerman, Director General del Colón.
"Lo que tenemos que hacer las instituciones -agregó- es bajar de esa torre de marfil y empezar a hablarle a esos jóvenes que, por distintos motivos, no se sentían interesados en venir porque estoy convencido de que todas las manifestaciones artísticas son para todos".
De ese público joven que agotó las entradas para escuchar a la pianista Martha Argerich, Telerman destacó que más del 80% asistía al Colón por primera vez: "Quedaron deslumbrados, sintieron que era un lugar que también les podía pertenecer y derrumbaron el prejuicio de lo que se ofrecen son géneros artísticos de otra época que no interesan a los jóvenes" .
En ese sentido, consultado sobre los desafíos de competir por la atención con las plataformas y las pantallas de los teléfonos celulares, el funcionario llamó a "no bajar la vara": "Tenés que darles un producto de excelencia que tiene que competir con esos estímulos formidables que tienen los jóvenes y no jóvenes".
Sin embargo, Mariano Stolkiner, dueño de la sala de teatro independiente El Extranjero que desde su apertura en 2010 ofrece valores especiales para estudiantes y jubilados, y con algunas de sus obras adheridas al Pase Cultural, destacó que para crear un hábito "no alcanza con que un teatro por motu propio ponga un precio diferencial porque no es solo un tema de orden exclusivamente económico".
"Esa es una dificultad más entre otras -apuntó- porque el teatro es un oferta más dentro del montón y hay que formar esa mirada, esa voluntad o deseo de acercarse a estas propuestas que les jóvenes a veces ni siquiera saben que existen porque están fuera de su radar".
Para eso, destacó que "atraer al público joven requiere de una articulación entre las salas, les artistes que generen propuestas que provoquen interés para esa franja y del Estado que organice programas para que estos chicos puedan venir al teatro".
A modo de ejemplo, aún aislado, adelantó que en la sala en breve realizarán una función especial en horario escolar de "Rota" (pieza escrita por Natalia Villamil y dirigida por el propio Stolkiner) para alumnos de una escuela pública que llegará de la mano del Ministerio de Cultura porteño.
Al respecto, Sonia Jaroslavsky, Coordinadora del Área de Gestión de públicos del Teatro Nacional Cervantes y una de las fundadoras del Programa de Formación de Espectadores que apuesta a acercar espectáculos a alumnos de escuelas de nivel medio de la Ciudad, celebró medidas como la del Colón con Martha Argerich porque las largas colas de jóvenes revelaron la avidez por acceder a esa clase de contenidos, pero consideró que para completar la experiencia se "podría trabajar en algún tipo de seguimiento"
"Que esos espectadores puedan repetir la experiencia o que puedan venir en grupo con una experiencia de mediación como una charla debate, trabajar con las universidades, los terciarios y escuelas secundarias para ir generando una ciudadanía cultural y pensar a los jóvenes como espectadores desde un lugar de derecho", destacó.
Para eso, Jaroslavsky consideró fundamental trabajar en conjunto "con las instituciones (formales o no) donde circulan los jóvenes y luego de una primera experiencia teatral promover la repetición para generar un hábito".
Respecto a la competencia con las plataformas, destacó que luego de la pandemia vio una "sobresaturación de pantallas y conectividad" y se produjo "un estallido de teatros": "Hay una necesidad del cuerpo, de encontrarse, que es contracultural y de alguna manera estaríamos en un buen momento".
Con información de Télam