(Por Pedro Fernández Mouján).- Una lúcida e imaginativa puesta de "Salvajada", versión teatral de Mauricio Kartun sobre el relato "Juan Darién" de Horacio Quiroga, propone Luis Rivera López en el Teatro Nacional Cervantes con un elenco encabezado por Carlos Belloso, Valentina Bassi, y Pablo Mariuzzi y donde conviven actuación, teatro de títeres y objetos, canciones, comedia y drama, alternativamente, en precisas dosis, y con saludable ligereza y libertad expresiva.
Con una escenografía de a momentos deslumbrante pero construida desde la simpleza, la luz, el color, el conocimiento de los materiales y su manipulación, la articulación y el movimiento, debida a Alejandro Mateo, la obra se sitúa en un pequeño pueblo rural al borde de la selva que reproduce, acaso en forma monstruosa, atávicos comportamientos sobre la normalidad y el odio al extraño.
El cuento de Quiroga, publicado en 1924 en el libro "El desierto", entronca perfectamente con la historia y el presente del país: el odio, la normatividad, la cultura del desprecio, la violencia, el mandato cultural, pero también se nutre de todos esos relatos propios de un territorio sumergido, lejano y rural que articula en una suerte de protoliteratura los elementos naturales, la cercanía del hombre con las fieras, la vida salvaje y la fantasía sobre extrañas asociaciones posibles.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
En el relato de Quiroga, y en la puesta teatral estrenada el jueves pasado en la sala María Guerrero del Cervantes, hay serpientes que hablan y profetizan, tigres que se transforman en niños y madres que se doblan ante el misterio de la creación y aceptan en su dolor aquello a primera vista inaceptable y temido.
A una mujer que vive casi sola al borde la selva (Valentina Bassi) se le muere su hijo apenas nacido y mientras está sumergida en el abismo del dolor le aparece, llegado de la selva, un pequeño tigre extraviado que ella amamantará, será transformado en humano por el hechizo de una serpiente y vivirá con ella y en el pueblo hasta un desenlace trágico de la historia, donde el amor no "es más fuerte" que la norma, el recelo y la barbarie de una cultura que se cimienta en el desprecio de la diversidad.
Este niño nacido como tigre es Juan Darién (Pablo Mariuzzi), que desconoce su origen y aun cuando sus características felinas permanecen camufladas en su humanidad construida a partir del vínculo con su madre (que en determinado momento muere y lo deja solo en el mundo) no deja de provocar incomodidad y extrañeza en el resto de los habitantes del pueblo, compañeros de escuela preferentemente, que lo apartan, segregan y se burlan de él.
Las cosas escalan hasta que es definitivamente señalado en su diferencia y precisada su hipotética pertenencia felina, momento en el cual la crueldad y la violencia parecen haber encontrado en el pueblo levantado en odio la justificación añorada para expresarse sin censuras ni restricciones.
En este momento, previo al desenlace, es particularmente lograda la performance de Carlos Belloso, que compone dos personajes mucho más extraños que Juan Dairén pero salvados por la normatividad imperante y que promete defender.
La capacidad actoral de Belloso y su desprejuicio escénico dan vida, primero a un inspector llegado de la Capital, de extrañas y divertidas formas, que es el primero en señalar de manera indubitable la inaceptable diferencia de Darién (toda la escena en el aula con los alumnxs es divertida y muy lograda); y luego a un domador de circo enajenado en su crueldad, que es a quien el pueblo encomienda la tortura y el sacrificio del extraño con los que todos vibran.
También es sugerente la actuación de Mónica Felippa, como una anaconda profética, que interpreta y manipula un títere salido de sus ropas, con un texto que construyó con sabiduría Kartun para el teatro y que imprimen una de las marcas del "maestro" a esta puesta, al igual que Mariuzzi, que es tanto niño, como joven como tigre, y unos "fenómenos" circenses, que aparecen en una escena propia cuando el domador maltrata y enjaula al tigre.
Quizás cierta extensión y alguna canción que no termina de encajar perfectamente en la relojería minuciosa pero libre de la puesta conspiren en algo con el disfrute absoluto de la obra, que recupera artes, artesanías, oficios, decires y saberes muy identitarios del teatro criollo y lo saben poner en juego con inusitada imaginería y cierto riesgo que hacen de "Salvajada" una propuesta que no es necesariamente fácil pero sí amable en las formas y los mundos que convoca y pone en escena.
Con la actuación de Valentina Bassi, Carlos Belloso, Mónica Felippa, Diego Ferrari, Carolina Guevara, Pablo Mariuzzi, Gustavo Masó, Julieta Rivera López, Carolina Tejeda y Blanca Vega; diseño de iluminación de Luis Rivera López; dirección musical y música original de Daniel García; diseño de vestuario, escenografía y títeres de Alejandro Mateo; realización de títeres de Jorge Crapanzano, Juan Bernabé Castillo, Manuela Mateo, Guillermo Bechthold y Francisco Sánchez Recondo, y dirección y puesta en escena de Luis Rivera López, "Salvajada" se puede ver de jueves a domingos a las 20 en el Teatro Nacional Cervantes (Libertad 911).
Con información de Télam