(Agrega declaraciones en conferencia de prensa)
(Por Pedro Fernández Mouján, enviado especial) - El doctor Jones está a punto de concluir su aventura, aquejado de los males que comienzan a manifestarse con el paso del tiempo y cerca de renunciar a su cargo docente en el Hunter College, pero parece haber sacado la sortija de la calesita y tiene tiempo para una vuelta más.
Una nueva cacería en busca de un objeto capaz de generar fisuras en el tiempo y, por tanto, reformular el derrotero de la humanidad, del que quieren adueñarse los nazis y que lo emprenderá en situaciones y aventuras propias de las mejores épocas.
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Al igual que en las anteriores paradas en la franquicia, "Indiana Jones y el dial del destino" no escatima acción trepidante: "Indy" maneja, autos, trenes e incluso una moto de tres ruedas, a velocidades inconcebibles, pende sobre el vacío más de una vez, enfrenta enemigos, sortea trampas, y galopa a caballo por los túneles del subte de Nueva York para salvar su vida.
La cinta, que se proyectó en la Selección Oficial pero fuera de concurso, se conoció anoche en Cannes en una gala rebosante de estrellas donde Harrison Ford recibió de manos de la presidenta del Festival, Iris Knobloch, la Palma de Honor, y hoy se vio para la prensa, antes de su promocionado estreno mundial, que arranca el 28 de junio acá en Francia y otros países europeos, continúa el 29 en la Argentina y el 30 se proyecta en Estados Unidos.
En la conferencia de prensa que ofreció hoy en Cannes, Harrison Ford confirmó el fin de la saga, al menos con él como protagonista. "¿No es evidente?", se preguntó ante una interrogación de si era su último papel como el intrépido arqueólogo Henry Walton Jones, y añadió: "Necesito sentarme y descansar un poco".
Respecto esta vuelta 15 años después de "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal", Ford aseguró que quiso "una finalización para el personaje y descubrir el peso que la vida había tenido sobre él".
Sobre la recepción que el filme tuvo ayer en la gala del Theatre Lumiere, aseguró: "No tengo palabras para decir lo que sentí, fue indescriptible. Fue extraordinario ver pasar frente a mí momentos tan importantes de mi vida" y remarcó "la calidez de Cannes, y el sentido de comunidad cinematográfica que había en la sala".
"Fue inimaginable, me hizo sentir muy bien", aseguró.
Con esta última cinta de la saga muere uno de los productos cinematográficos más influyentes de la industria de Hollywood de las últimas cinco décadas, el retorno a la aventura, la revalorización del cine de género por quienes lo veneran, el revival del comic por directores y productores que lo amaron en la infancia y le conocen los más secretos hilos que los mueven, aquellos genios que crecieron viendo televisión, y no perdieron nada de su capacidad creativa.
Indiana Jones y otros, "Star Wars", para citar una referencia con jugadores comunes (George Lucas en el área creativa, Harrison Ford frente a la pantalla) fueron además, en estas décadas, el motor económico y publicitario de Hollywood, su capacidad de supervivencia, la nave insignia de un reino que, como tal, nunca puede abdicar del poder y que si toleró indulgentemente experimentos extraños (algunos brillantes) lo hizo bajo el manto protector de estas películas masivas, mundiales, generadoras de íconos y creadoras de fans en todo el globo.
Entre esta película y las anteriores, los cambios son varios; para empezar Steven Spielberg ha renunciado a la dirección en esta quinta y última entrega después de haber realizado las cuatro anteriores, Ford pinta 80 años (en el filme 65) y detrás de cámara aparece James Mangold, experto en películas de alto impacto, productor y realizador de filmes como "Logan", "Wolverine: Inmortal" y "Contra lo imposible".
El nuevo contrincante de Indy es Mads Mikkelsen ("La cacería", "Otra ronda"), un exnazi infiltrado en los equipos científicos de la NASA y que comanda un grupo de subordinados en situación de latencia; y junto a Indy aparece su sobrina Helena, encarnada por la británica Phoebe Waller Bridge, quien nunca es lo que se espera de ella hasta el final del filme.
La acción se desarrolla en 1969 bajo el telón de fondo de la Guerra Fría, Vietnam y el alunizaje, pero los enemigos son nazis y el "dial" es un objeto escondido por Arquímedes en Siracusa 200 años AC que permitiría activar una máquina con la capacidad de generar fisuras en el tiempo.
Aunque la película toma los recursos que hicieron de Indiana Jones una de las máximas franquicias de Hollywood, que superó largamente los mil millones de dólares de recaudación y aunque sabe sostener parte de la gracia de la que siempre hizo gala, pareciera que Mangold hubiera querido rendir un homenaje, y esto trasluce cierta "saudade" que no está a tono con lo que la historia de la saga propuso siempre.
Acaso el propio Mangold lo haya expresado claramente en la conferencia de prensa: "Sientes mucha responsabilidad porque eres consciente que enfrentas una película que es casi propiedad de la gente y que es muy querida, no puedes perder eso de vista, pero al final tienes que hacer 'tu' maldita película".
Con información de Télam