"Las plataformas uniformizan la producción", plantea Laurent Cantet desde el Festival de Biarritz

01 de octubre, 2022 | 11.54

(Por Hugo F. Sánchez, enviado especial) Con apenas nueve largometrajes en su carrera pero una vida en el cine, Laurent Cantet es una figura insoslayable del séptimo arte francés de las dos últimas décadas, un realizador que más allá de las historias que aborda en sus películas mantiene siempre una mirada interesada en lo social y, claro, en la política.

Presente en la 31ra. edición del Festival de Biarritz Amérique Latine, que finaliza hoy, en donde junto al escritor cubano Leonardo Padura ofreció una charla en el Salón Embajador del Casino Municipal sobre su trabajo en conjunto en "Regreso a Ítaca" (2014), Cantet habló con Télam en un bar sobre la Avenida Eduardo Vll, en el centro de la ciudad balnearia de la costa vasca del suroeste de Francia.

"Lo que es seguro es que las condiciones de vida de la gran mayoría de los seres humanos se está deteriorando y verdaderamente no tenemos una respuesta política, ni económica ni social", reflexionó Cantet, durante la charla en la que abordó los temas de siempre de su filmografía, como el rol del trabajo en el presente, la inmigración, la educación como el primer campo de batalla a superar por los jóvenes y el racismo.

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En toda su obra pero sobre todo en películas como "Recursos humanos" (1999), "El empleo del tiempo" (2001), "Entre los muros" (2008) -Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2008- y "El atelier" (2017), el cineasta francés demostró ser un cronista de los grandes temas que atraviesan a la sociedad; un veterano que acepta pero no deja de tener una mirada crítica sobre el presente y las nuevas maneras de consumir cine.

"Quizás yo ya sea un dinosaurio -dijo con resignación-, pero para mí las películas tiene un lugar privilegiado, que es la sala de cine" y sentencia: "Las plataformas uniformizan la producción, estamos ante productos más que ante películas".

Télam: Sus películas hablan de la desigualdad, también del racismo y el avance de la extrema derecha. ¿Se sorprende con que todos estos temas estén más presentes que nunca?

Laurent Cantet: La verdad es que me dan ganas de llorar en este momento, en todo caso el endurecimiento me aterroriza. Lo que es seguro es que las condiciones de vida de la gran mayoría de los seres humanos se está deteriorando y no tenemos verdaderamente una respuesta política, ni económica ni social. Es terrible que no llegamos a pensar en un futuro común, tenemos que volver a aprender a vivir juntos, ya sea con los inmigrantes que llegan a nuestros países, entre ricos y pobres y entre hombres y mujeres .

Con respecto a mi cine, nunca quise hacer películas militantes, pero es verdad que a todos esos temas que mencionas les quiero dar un papel en mis películas, mostrar la complejidad de nuestro mundo.

T: ¿Cuál es su opinión sobre las plataformas? ¿Cree que el cine en salas terminará reducido a su mínima expresión?

LC: Quizás yo ya sea un dinosaurio, pero para mí las películas tienen un lugar privilegiado que es la sala de cine. Las plataformas uniformizan la producción, estamos ante productos más que ante películas.

El problema es que desde un punto de vista económico, el financiamiento de las películas es cada vez más difícil; las salas de cine en Francia han perdido al menos el 30% de sus espectadores desde la pandemia. Nos decíamos que las cosas volverían a ser como antes, que la gente retomaría el gusto por el cine, pero parece que eso no sucedió.

T: En 2018 le decía a Télam a propósito de "El atelier", que la película trataba sobre el mundo obrero que ya no existe más. ¿Cree que el cine del presente se ocupa suficiente de estos temas?

LC: Es verdad que al menos en Francia el mundo del trabajo es cada vez más invisible, más abstracto. Francia es un país del sector terciario, de los servicios, ya no tenemos esa inmensa industria ni tampoco grandes sindicatos porque ellos eran parte de estructuras enormes como las siderurgia, por ejemplo.

Tengo la impresión de que los trabajadores se atomizan, que se están convirtiendo en gente que trabaja aislada; mi propio hijo de 25 años trabaja en el sector de la informática desde su casa, solo. Y está en contacto con alguien de Japón, de España o Canadá pero nunca se encuentra con sus colegas y ese modo de trabajo desde el punto de vista de la representación complica enormemente las cosas.

T: Su presencia en el Festival de Biarritz se debe al trabajo que realizó con Leonardo Padura en "Regreso a Ítaca". ¿Cómo fue esa colaboración?

LC: Conocí a Leonardo Padura en el marco de un cortometraje que tenía que hacer cuando participé del filme colectivo "7 días en La Habana" y le propuse trabajar sobre el tema del exilio, del retorno de los exiliados. Después de algunos días de trabajo entendimos que el argumento no podía ser tratado en 15 minutos, como se nos pedía para la película, y le propuse dejarlo de momento y volver más tarde a Cuba para hacer un largometraje.

Años después, cuando terminé una película que estaba haciendo y él, un libro que estaba escribiendo, empezamos a trabajar y las ideas comenzaron a tomar cuerpo, pasamos unos días estupendos. Después seguimos a la distancia, intercambiando mails en donde él me enviaba una versión del guión, yo le hacía comentarios y así hasta el final.

Fue un trabajo muy colaborativo y de alguna manera terminé viéndome a mí mismo como un portavoz de Leonardo Padura y de su generación.

T: ¿Le interesa el cine que se hace en Sudamérica?

LC: En Francia todavía tenemos la suerte de tener distribuidores y salas de cine que muestran películas del mundo entero y no pasa tan a menudo como quisiera pero sí vemos películas sudamericanas. Hubo un período en que vi muchas películas argentinas, fue en la época de los comienzos de Pablo Trapero, entre otros. Después lo perdí de vista pero tengo la impresión de que ahora hay nuevas y buenas películas en Sudamérica.

T: ¿Hay algún cineasta del presente en donde vea las huellas de su cine?

LC: Nunca me he planteado la pregunta; siento conexiones con algunos directores de la actualidad, con esos que tienen ganas de mostrar nuestro mundo.

Ahora me viene a la memoria "Rien à foutre", de Julie Lecoustre y Emmanuel Marre, que es la historia de una joven azafata en una aerolínea de bajo costo y vive una vida fantasma, es la vida de una proletaria del presente, saltando de un lugar a otro.

Me parece que si me hubiera propuesto hacer esa película, es como me hubiera gustado hacerla y pienso que si hoy hiciera "Recursos humanos", seguramente le daría ese tratamiento. Lo cierto es que se trata de una mera cuestión de forma, porque desgraciadamente las preocupaciones y los problemas son los mismos.

Con información de Télam