Pedro Lucas vive en una cueva de montaña en Tucumán hace 60 años por decisión propia y el francés Mathieu Orcel filmó su día a día en 2020 a modo de ensayo para "Lejos de los hombres", cinta que se estrena hoy en salas y que a partir de mañana se podrá ver en Cine.ar Play.
"Creo que la sintonía con la naturaleza que él tiene lo conecta a la muerte, cosa que nosotros en la ciudad no lo tenemos. Eso cambia todo en la vida porque cuando uno proyecta su muerte y no tiene miedo, relativiza muchas cosas. La muerte lo rodea, ya sea para cazar, para comer o ante experiencias que él vivió y lo pusieron al límite", dijo el director a Télam sobre uno de los puntos que más lo impactó de Pedro.
Orcel conoció la historia del ermitaño en 2015, cuando estuvo en Tucumán para filmar sobre el caso de Marita Verón. Allí, leyó un artículo en el diario local La Gaceta sobre un grupo de niños que en el verano iban a visitar a un hombre que desde hacía décadas vivía aislado en una cueva de montaña.
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Luego de una investigación, en 2016 dio con un sobrino de Pedro, quien jugó de nexo con el hombre que vive a cuatro horas a pie de San Pedro de Colalao (90 kilómetros al norte de San Miguel de Tucumán). Durante estos años, Orcel convivió en tres oportunidades en la cueva de montaña, llegando a experimentar la hospitalidad del ermitaño, quien lejos de la hosquedad, se mostró siempre contento de tener visitas.
"No tenía prejuicios sobre Pedro, pero sí tenía temor de encontrarme con alguien con una postura tomada de ermitaño, pero me encontré con alguien que vive la cueva y todo lo que la rodea. La primera vez, me quedé tres días solo con él. Nos conocimos y me di cuenta de que él no estaba en una postura intelectual o ideológica de su condición, sino que quería vivir en la naturaleza. Me encontré con que no iba a filmar a un personaje, sino a una persona", reflexionó Orcel.
La película arranca en 2020, en pleno aislamiento por la pandemia, y lo muestra a Orcel en un departamento de Buenos Aires intentando hacer una videollamada con Pedro durante una de las visitas de su sobrino y el cámara Mauricio Asial. Luego, cuando las restricciones se alivianaron, el director viajó nuevamente con Asial, ahora en compañía de la compositora Lucy Patané, quien creó la precisa e hipnótica banda de sonido del filme.
"Fue como un evento internacional (risas). La primera vez fui solo y fue muy salvaje. Intentamos entendernos mirándonos a los ojos. También tuve que explicarle el proceso de la cámara y ese fue el primer día. Es otro universo estar un día en la cueva, pasan demasiadas cosas", dijo Orcel.
Pedro tiene un lenguaje limitado y preciso. No pareciera requerir de grandes charlas aunque en todo momento se lo nota cómodo con sus visitantes y preocupado por su comodidad, además del atractivo de las cámaras y los deseos de saber que su historia será contada.
"Él vive solo y lejos de los hombres porque son ruidosos y algunos mal intencionados. Pero la los que son buena gente le gusta tenerlos como visita. Tiene una especie de radar para eso. Le pone muy contento que vaya gente. Vive lejos, pero le gusta compartir. Es el mismo encanto que tiene con la naturaleza y las personas. Tiene mucho de niñez, cierta ingenuidad. Pero también conoce los riesgos, tanto humanos como de animales. Es alguien muy acogedor y solidario. No dejó ninguno de sus valores humanos cuando se fue a la cueva", acotó Orcel.
"Creo -resumió el realizador- que todos aprendimos sobre la ingenuidad y la humildad, como la de él, un hombre de 85 años, que corre a las cabras como un chico de 20. Él se siente parte de ese todo que lo rodea. Tiene una interacción cotidiana, desde la madrugada hasta las últimas horas del día. Y en la noche sale a ver si no hay un puma o dispara para asustarlo. Al tener esa interacción, te saca del tiempo de la ciudad donde todo es distracción; la cueva es lo opuesto porque el tiempo se define por las tareas que no se pueden esquivar porque sino, no vivís".
Con información de Télam