(Por Sergio Arboleya).- El músico y compositor Raúl Barboza, radicado en Francia hace 35 años, cerró anoche en la sala Hasta Trilce el tramo porteño de su visita al país con una encantadora muestra del arte chamamecero que cultiva y que lo hace merecedor de reconocimientos como el doctorado Honoris Causa que la Universidad Nacional de Rosario le otorgará el jueves próximo.
Acompañado por el notable guitarrista Nardo González y apelando a un repertorio casi íntegramente propio, el acordeonista volvió a poner de manifiesto su personal y sobrecogedor aporte a la música litoraleña.
A los 83 años y sin necesidad de expandir el fueye de su acordeón, el toque de Barboza, entre disonancias filosas y melodías de ensueño que engarza desde la mano derecha en el teclado y la izquierda en la botonera, ratificó la honda belleza de un género que ayudó a posicionar en la escena mundial.
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Sin necesidad de partituras y en un maravilloso diálogo sonoro con la guitarra de González, el músico autodidacta apeló a un repertorio de piezas que suelen poblar sus actuaciones y que entregó con mágica y reposada naturalidad en unos 90 minutos de concierto.
"Pindovy" (que significa palmera azul en lengua guaraní y que dedicó "en homenaje a nuestra vegetación y a los árboles que están cayendo en Corrientes"), "Llegando al trotecito", "El baile del duende", "Cherógape" y "Tren expreso", fueron algunas de las obras propias que surcaron la velada y que su autor fue recreando en versiones siempre remozadas ante la recurrente ovación de una audiencia de un centenar de personas.
El recital incluyó un espacio para el lucimiento solista del entrerriano González quien entregó una versión de "La primavera", de su coterráneo Víctor Velázquez, y su creación "Kilómetro 14".
El programa musical tuvo espacio para dos aclamadas versiones de clásicos del chamamé: "La calandria", de Isaco Abitbol, y "Kilómetro 11", de Tránsito Cocomarola.
Antes de esta última presentación en Buenos Aires (coronación de una serie que se inició en enero y que aquí siempre tuvo por sede a la sala sita en Maza 177), Barboza dialogó con Télam y arriesgó que para mí el acordeón es el traductor de mis sentimientos.
Yo siento que el acordeón me dice Si no tenés la palabra para expresarte, poneme sobre tus rodillas, apretame contra tu pecho y yo traduzco tus sentimientos con notas melódicas, sostuvo el artista cuya vida y obra puede apreciarse en los documentales El sentimiento de abrazar (2003), de Silvia Di Florio; y el reciente La voz del viento, de Daniel Gagliano.
Capaz de sumar más figuras a ese lazo con el instrumento, Barboza añadió: Yo tengo un mundo musical, escucho y a veces se escapa un pajarito de la jaula y se me posa por acá y si se queda lo guardo en mi acordeón.
Ese don capaz de traspasar fronteras y estilos que le valió, por caso, ser distinguido "Caballero de las Artes y las Letras en Francia, sumará el próximo jueves a las 19 un nuevo lauro al recibir el título de Doctor Honoris Causa otorgado por la Universidad Nacional de Rosario en un acto académico en el Espacio Cultural Universitario de esa ciudad santafesina.
Yo no iba a ser doctor porque dejé los estudios en tercer año. Y no me siento halagado por eso, sino porque siento que mi trabajo ha dado resultado, reflexionó Barboza.
Y en ese pensamiento, agregó: Si yo estoy en Europa es porque a mí me pasó lo mismo que a Astor Piazzolla, aunque yo no me comparo con él que fue quien me dio la mano para llegar hasta allí. Yo podría haber tocado tango o cumbia pero quise hacer chamamé, una música que en Francia no se conocía ni rentaba.
Sin levantar el tono de voz y celebrando el hecho de que esa música haya sido declarada en diciembre de 2020 Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, el artista apuntó que "Francia me permitió hacer lo que yo quería hacer con la música. Acá el chamamé se tocaba en los bailes y como yo no tocaba para bailar no me llamaban y por eso tuve que trabajar de otras cosas".
En ese repaso por el exilio artístico, el creador comentó que "en Europa hasta me invitan a tocar en festivales de jazz y aunque yo les aclaro que toco chamamé y no soy jazzista, ellos me dicen eso es lo que vos creés. Todo lo que hacés es improvisación y así es como tocamos nosotros".
El paso de Barboza por la Argentina antes de volar a Paris el miércoles 9, tiene otras dos presentaciones: el viernes 4 en Tribus Club de Arte (República de Siria 3.572, de Santa Fe) y el sábado 5 en la rosarina Sala Lavardén donde actuará en formación de cuarteto sumando, a la guitarra de Nardo González, el bandoneón de Gustavo Reynoso y el contrabajo de Arito Cardoso.
Con información de Télam