Mientras transita una gira nacional como parte del legendario dúo Pedro & Pablo, Miguel Cantilo estrenará mañana en la sala porteña Bebop Club su reciente álbum solista Cuentos cantados donde musicaliza e interpreta textos de Oriente Medio que para mí y mi familia son literatura de cabecera y al cantarla encuentro una forma más de disfrutarla.
Cuando se trata de historias jugosas, profundas, inteligentes que tanta admiración me despiertan, me interesó que pudieran ser compartidas con el aditamento de melodías, climas y timbres, sin que perdieran el contenido original, señala Cantilo durante una entrevista con Télam.
El músico y compositor de 72 años, un pilar del rock argentino que gracias a su obra trascendió largamente las fronteras del género y que desde hace tiempo reparte su vida entre el país y España donde se exilió en 1977, presentará Cuentos cantados mañana desde las 20.30 en el local sito en Uriarte 1658 del barrio de Palermo.
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A guitarra y voz, la puesta en vivo del flamante álbum la compartirá con sus hijos gemelos Sufián (en piano, teclados multitímbricos, guitarra eléctrica y coro) y Anael (en bajo y coros) y con Patricio Prado en percusión, flauta traversa y coros.
Pero este lanzamiento en directo de Cuentos cantados se inserta en una agenda nacional compartida con Jorge Durietz donde ambos reeditan el repertorio creado por Pedro & Pablo, una dupla que nació en 1968 y que dotó de personalidad propia al naciente movimiento rockero vernáculo.
Télam: ¿En qué momento sentiste que estos cuentos y leyendas de culturas de Oriente Medio pedían convertirse en canciones?
Miguel Cantilo: Hace unos 20 años realicé el trabajo de adaptación y dejé grabadas estas canciones en el estudio de mi hijo Anael sin saber muy bien cuál sería su destino. Las hice circular entre amigos y allegados, pero en crudo. Luego, con el paso del tiempo mis hijos fueron agregándoles arreglos, participaciones de otros instrumentistas y hace unos meses me encontré con las letras y les pregunté si tenían los registros guardados. Tanto ellos como yo se sorprendieron de lo avanzado que estaba el proyecto. Le agregaron algunos instrumentos, siempre privilegiando el hilo narrativo y me encargué de publicarlo como mi álbum número treinta en nuestro sello y también en las plataformas digitales.
T: ¿Hay en este trabajo también un homenaje a esas culturas tantas veces estigmatizadas por lejanas y extrañas al mundo occidental?
MC: Sí, evidentemente hay algo de exótico, de misterioso en el lenguaje y en los contenidos. Pero para nosotros es literatura de cabecera. Hemos compartido esos cuentos desde su infancia y cantarlos es una forma más de disfrutarlos.
T: Para un artista como vos que cultiva la palabra y canta sus textos ¿qué implica meterse en historias de otros?
MC: Al tratarse de historias de este calibre, es un desafío. Reconozco que no podría escribir algo tan perfecto como, por ejemplo, Las arenas (más difundido como El cuento de las arenas), pero puedo transformarlo en una milonga campera con el toque magistral del bandoneón de Omar Massa y sentir que se argentiniza mágicamente.
T: ¿Cuánto te empuja a seguir trabajando en la música el hecho de hacerlo junto a tus hijos?
MC: Más allá del vínculo familiar, que es muy valioso por cierto, son excelentes profesionales y probados instrumentistas con los que vengo encarando proyectos de grabaciones y actuaciones hace décadas. Sinceramente al lado de su habilidad musical y tecnológica, me siento un lego, un aprendiz en muchos aspectos. Sin ellos no podría haber publicado la mayoría de mis últimos diez álbumes.
T: El registro suma muchos aportes ¿cómo se fueron dando esas colaboraciones?
MC: En primer lugar contar con la colaboración de Eleonor Muchnik, flautista virtuosa actualmente residente en Francia; de Arno Stepanyan experto en duduk, un bellísimo instrumento de origen armenio que ya había participado en nuestro anterior disco Corazón acústico; de Omar Massa quien desarrolla plena actividad compositiva con su bandoneón en Alemania; más el aporte de percusionistas de alto nivel como Facundo Guevara, Juan Ortiz y el baterista Rodrigo Genni. Todo ello armonizado por mis hijos Sufián y Anael, este último productor e ingeniero de grabación y el envoltorio estético de un excelente artista plástico argentino como Javier Romano, residente en Londres. O sea que Cuentos cantados tiene un perfil internacional pero mantiene la impronta local.
T: ¿Cómo aparece y se inserta Gira el sol, la única pieza enteramente tuya, en el repertorio de Cuentos cantados?
MC: Es curioso. Cuando realicé las adaptaciones participábamos en un proyecto de difusión de estos cuentos en un ámbito cultural al que dimos en llamar Fundación Girasol. Se organizaban lecturas, narraciones orales, reuniones aquí y en España bajo ese rótulo. Con el tiempo la fundación dejó de funcionar activamente, pero yo había compuesto el tema de cierre de la selección como un homenaje, como un enlace entre la actividad de divulgación y el aspecto puramente creativo. Me salió un tema totalmente distinto al resto, uno de mis hijos me comentó que parecía un jingle, pero bueno, por alguna razón tendrá esas características que no son provocadas. Hoy me gusta interpretarlo. Es simpático, creo yo y no deja de estar ligado a los cuentos.
T: ¿Cómo viviste las dos noches de recreación de Conesa acompañado por la Orquesta Juan de Dios Filiberto en el CCK?
MC: Fueron una experiencia impresionante bajo todo punto de vista. Nunca habíamos hecho un trabajo así, con arreglos tan inspirados como los de Juan Pollo Raffo y una formación de maestros virtuosos y versátiles en cada uno de sus instrumentos. Además en un ámbito como el Auditorio Nacional, con entrada gratuita para el público. Yo lo resumiría con lo que dijo Durietz cuando nos encontramos para el primer ensayo: Esto es el sueño del pibe.
T: ¿Este reencuentro con Durietz para una gira aún en curso ¿puede verse como una forma de amigarte con esa legendaria creación que fue Pedro & Pablo y que sigue vigente para tantas personas?
MC: Bueno, empecemos por aclarar que nunca me enemisté con ella. El hecho de que frecuentemente encare proyectos como solista aquí y en España, no me distancia del cariño enorme por lo que representa lo hecho y por hacer con Pedro & Pablo. Por el contrario, creo que ese distanciamiento temporal es lo que alimenta nuestra relación profesional de 52 años como dúo. Se ha forjado sobre la base de una amistad que no admite celos ni reclamaciones personalistas.
Con información de Télam