Mariano Pensotti: "Pensar un futuro es mucho más atractivo y riesgoso que reinterpretar el pasado"

03 de marzo, 2023 | 13.16

(Por Pedro Fernández Mouján) Mariano Pensotti acaba de estrenar en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín "Los años", una obra que, dice, "quiere pensar qué vamos a recordar de este tiempo en el futuro" y que para eso se vale de un dispositivo extraño: dos escenarios simultáneos en el que uno es casi la duplicación del otro, o un espejo apenas deformado.

En uno de ellos, 2020, que hace alusión al pasado, el personaje principal (Paco Gorriz) tiene 30 años y filma un documental sobre un chico de la calle que vive en Lugano; en el otro, 2050, que es el presente, el mismo personaje (Marcelo Subiotto) tiene 60 años y acaba de volver a la Argentina proveniente de Alemania.

Además de Subiotto y Gorriz el elenco está compuesto por Bárbara Massó (relatora, esposa joven en el primer escenario; hija en el segundo), Mara Bestelli (amiga en el primero y pareja del padre en el segundo) y Julián Keck (amigo en el primero y novio de la hija en el segundo), acompañados en escena por el músico Diego Vainer.

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La llegada de Pensotti junto a su grupo La Marea a la principal sala del San Martín -sumada el estreno en la sala Casacuberta de "Las ciencias naturales", de Mariano Tenconi Blanco- marca también la furiosa irrupción del teatro independiente porteño, caracterizado por la horizontalidad, la autogestión, la creación permanente de lenguaje y la repulsión a lo canónico, a un espacio que no le es habitual y que se ganó por derecho propio y por "prepotencia de trabajo" sostenida a lo largo del tiempo.

"Los años", que propone una maravillosa maquinaria escénica, donde conviven lo "efímero" del teatro con lo "permanente" del cine, a través de un dispositivo escenográfico de varias caras que funciona como mecanismo de relojería, llega al San Martín precedido también por una extensa gira europea.

La obra, producida en conjunto por el grupo teatral La Marea, el Teatro San Martín y un festival de teatro alemán, debía estrenarse primero en la Argentina pero las postergaciones que trajo la pandemia modificó su recorrido y antes tuvo una prolongada gira extramuros, que se desarrolló entre mayo y diciembre del año pasado y que arrancó en el Teatro Piccolo de Milán y finalizó en el Festival de Otoño de París.

"La obra fue hija de la pandemia -relata Pensotti-, teníamos idea de estrenar en 2020 y yo la tenía escrita, pero en pandemia me empezó a parecer que no estaba del todo lograda: la estructura era similar pero en la versión anterior el tiempo del joven era el pasado, los años 90, y el tiempo del personaje más grande era el presente, 2020".

"Con la pandemia -agrega- me pareció que no era interesante hablar del pasado sino empezar a pensar el futuro en un momento en que parecía que no había mucho futuro, ni socialmente y mucho menos para nosotros que somos un grupo de teatro independiente".

"En esos momentos -concluye- la idea de no tener futuro no era abstracta sino bastante concreta, y a partir de ahí empecé a reescribir el texto y empezó a aparecer la idea de que el tiempo del joven sea el 2020 y el del personaje más grande el 2050, pero no para armar una obra de ciencia ficción sino para pensar qué vamos a recordar de este tiempo en el futuro, cómo nos vamos a contar el 2020 dentro de 30 años, qué cosas sociales y políticas están dando vueltas embrioariamente ahora y pueden estallar en el futuro".

Télam: Además de que presente y pasado son las únicas herramientas para poder inventar futuro.

Mariano Pensotti: Muchas de nuestras obras previas tenían que con cómo todos modificamos y reinventamos nuestro pasado cuando lo narramos, con algo que siempre fue una obsesión mía y que tiene que ver con los restos del pasado en el presente, por ejemplo los rastros de la generación de mis viejos, que eran militantes en los 70, sobre mi generación, y ese contraste entre una generación en la que por momentos nosotros nos percibíamos mucho más fallidos que otra generación un poco más mítica y más heroica. Acá quisimos contar otra cosa y la idea de empezar a pensar en el futuro y qué va a quedar de todo esto en 30 años funcionó en dos direcciones: lo que va a ser recordado y, desde un lugar lúdico y liberador, poder imaginar cómo va a ser este futuro, que en la obra tiene aspectos más oscuros y otros luminosos. Pensar un futuro es mucho más atractivo y más riesgoso que reinterpretar un pasado.

T: También este juego que propone "Los años" pone en corrosión una serie de ideas políticamente correctas del presente.

MP: Para nosotros empezar a hablar de futuro significaba hablar de dos cosas, una más ontológica que tiene que ver con la cuestión de en qué nos vamos a convertir, cómo uno se transforma con el paso del tiempo, en qué medida uno es lo que imagina que va a ser y cuál es la diferencia con lo que termina siendo, pero también era hablar de cosas más concretas como, en el caso argentino, la diferencia entre pensar en el futuro para la clase media, con una mayor batería de recursos, o para un pibe que vive en la marginalidad (que es el que aparece en el documental del protagonista) y para quien el futuro puede ser mañana no puedo morfar. Hay algo de ese contraste, de los distintos tipos de futuro que tenemos en nuestra sociedad, que queríamos que aparecieran reflejados en la obra.

T: Esta cuestión de lo que uno se imagina y lo que finalmente sucede es muy fuerte en "Los años".

MP: La obra todo el tiempo habla de utopías fallidas a lo largo del proceso histórico argentino. Arranca con el personaje principal filmando un documental de edificios de Buenos Aires que copian edificios europeos, que es algo real, y que habla de una ciudad cargada de teatralidad, que es una especie de escenografía y quizás por ahí está también la génesis de por qué muchos siguen considerándose europeos en el exilio en vez de auténticos latinoamericanos. Hay una cosa muy de actuación y representación en el porteño y en ese sentido, la construcción de una especie de París del Sur fue una utopía de la oligarquía de principios del siglo 20 que salió mal; el barrio de Lugano, que aparece mucho en la obra, también es una suerte de utopía de los 60 y los 70 como un lugar pensado para darle condiciones dignas de vivienda a los trabajadores que después quedó atravesado por todas las crisis políticas y económicas de los últimos 60 años; hasta la Republica de los Niños tiene que ver con cierta utopía del primer Peronismo que después devino otra cosa. Hay algo de intentar hacer cierto paralelismo entre las utopías que se convierten en otra cosa y las imágenes que todos tenemos de en qué nos vamos a transformar y en qué nos transformamos, ese es un poco el juego que trata de establecer "Los años".

T: También se ponen en "juego" dos dispositivos: uno teatral y otro fílmico.

MP: Me interesaba que hubiera dos formatos en escena, lo puramente vivo y teatral y lo cinematográfico, porque además en una obra en que uno de los temas centrales es el paso del tiempo me resultó muy atractivo usar un medio efímero, mucho más parecido a la vida como el teatro, donde todo es tiempo presente (porque vos ves una obra y no queda nada, todo es recuerdo, si yo te pido que vos cuentes mi obra vas a inventarla, vas a decirme algo que es tu recuerdo y en esto se parece mucho más a la vida, yo te pido que me cuentes tu día de ayer y no me vas a contar tu día de ayer sino una invención sobre tu día de ayer), en cambio el cine es lo contrario: el intento de apresar la experiencia, de preservar el tiempo; me parecía interesante que en una obra que problematiza el paso del tiempo hubiera como cierto choque entre un medio efímero y otro duradero.

Creación del grupo La Marea, actuada por Marcelo Subiotto, Mara Bestelli, Bárbara Massó, Paco Gorriz y Julián Keck; con música en vivo de Diego Vainer; diseño de iluminación David Seldes; diseño de espacio escénico y vestuario de Mariana Tirantte; producción artística de Florencia Wasser y texto y dirección de Mariano Pensotti, "Los años" se puede ver en la sala Martín Coronado del San Martín (avenida Corrientes 1530) de miércoles a domingos a las 20.30.

Con información de Télam