Los Pipis en una historia de amor, teatro joven con estética pop

10 de septiembre, 2022 | 12.18

Los Pipis Teatro, compañía integrada por los actores, directores y dramaturgos Federico Lehmann y Matías Milanese, presenta los domingos a las 18 en Timbre 4 su nueva obra, "El Mecanismo de Alaska", a la que definieron como "una declaración de amor al teatro y al acto de creación".

En diálogo con Télam, la dupla habló acerca de esta pieza en la que despliegan un arsenal de recursos para contar, desde un tono poético y una estética pop, su propia historia, la de dos jóvenes que se conocen en la Universidad Nacional de las Artes, se enamoran en un debate pasional y adoptan una gata que encuentran en un teatro.

"'Mecanismo…' nos encuentra por primera vez en escena a ambos como intérpretes y se hace cargo de esta historia de amor fundante que da origen a la compañía", contaron los actores, que en la vida son novios.

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"Esta fue la excusa para abordar diferentes temas que nos interpelan en este momento: la descendencia, el desglose de nuestro árbol familiar, el legado marica que se encuentra en él, los referentes y los lugares de representación que nos constituyeron de niñes", acotaron en una entrevista escrita en la que eligieron contestar fundidos en uno.

Lehmann y Milanese se destacaron como directores artísticos del evento apertura del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) 2022, en La Bienal de Arte Joven 2022 y resultaron ganadores del premio Estímulo a la creación del Complejo Teatral de Buenos Aires por esta obra.

La pieza, en la que la dupla trabajó durante mucho tiempo y que estrenó en la sala de Boedo ubicada en México 3554, afirma, según explican, el recorrido que hasta la fecha realizaron con otras obras como "Lo único épico aquí lo hemos robado", "Esta historia está re buena" y "Las Jóvenes promesas", entre otras.

En la propuesta, escrita por Lehmann y actuada junto a Milanese, participan el músico Stevie Marinaro y la actriz Camila Marino Alfonsín (asume diferentes roles), quienes aportan su impronta a esta travesía que juega con el lenguaje de la ciencia ficción sobre el futuro y revisa el pasado en una suerte de "antología de la representación y pasión marica".

Además de sus obras, Los Pipis producen el festival de lecturas performáticas Pipipalooza, que reunió a más de 300 artistas a lo largo de sus ediciones, circuló por diferentes espacios y se convirtió en un ámbito de encuentro de la escena porteña.

Télam: ¿Cómo y cuándo surgen los Pipis Teatro? ¿A qué remite su nombre?

Los Pipis: Principalmente la productora nace de encontrarnos con la necesidad de un teatro que aborde temas y estéticas vinculadas con las inquietudes que nos atravesaban como generación.

El nombre oficia como una suerte de forma cariñosa de llamarnos entre nosotros y nuestros amigues, como si se tratara de un gentilicio. Antes de nombrar la compañía pensamos miles de nombres que pudiesen encajar con lo que buscábamos, pero siempre caíamos en nombres solemnes o muy forzados. Entonces, como gesto, decidimos llamar a la compañía con un nombre fácil, pregnante, que sea usado por nosotros mismos y que desolemnice la búsqueda que estábamos dispuestos a emprender.

Matías muchas veces refiere a esta búsqueda como un lugar en donde se generen ficciones, teatralidades, estéticas que le hubiese encantado que le compartan de niñe; en referencia a distintas historias con conciencia de identidad de género y no la heterosexualidad como única posibilidad presente en los consumos culturales. Los Pipis pretenden una estética gay, marica y juvenil.

T: ¿Cómo describirían la propuesta artística de la dupla? ¿En sus obras consideran que subyace una reflexión sobre el teatro actual y futuro? ¿Por qué?

LP: Es una compañía que se funda con la intención de ampliar el espectro de las posibilidades que el teatro porteño presentaba en el momento en el que nos conocimos.

Pensamos en un teatro que reivindique el goce y el trabajo. Que no actúe de forma endogámica, que se anime a abrir las diversas posibilidades que el trabajo colectivo entre diferentes artistas pueda fomentar.

Si bien la estética de Los Pipis encuentra una fuerte influencia estética pop y de los consumos culturales de las generaciones nacidas en los 90. Proponemos un teatro crítico consigo mismo y con sus medios de producción. Que incluya la fiesta, el musical, lo recital como forma de habitar la escena. Que interactúe con sus espectadores y el espacio donde se encuentre representando.

Nos encanta al mismo tiempo el teatro más clásico y de representación y encontramos mucho disfrute en poner en tensión esas fuerzas en escena, que parecían a priori distanciarse.

Pensamos en que la complejidad de las tramas, las estructuras de los textos, la disposición del cuerpo y la voz extremos por un lado generan un universo poético firme que encuentra potencia en el convivio de esos elementos; pero que siempre funcionan como excusa (o trampa) para hacer aparecer el evento teatral en primer lugar; donde el espacio de encuentro, el tiempo compartido entre intérpretes y espectadores se reivindica y pasa a ser un elemento más que opera en la dramaturgia y en la configuración de la obra.

Por ejemplo, durante este año realizamos una residencia artística en El Cultural San Martín donde dirigimos por primera vez a un elenco numeroso de intérpretes. En este proceso y en el espectáculo al que arribó dos elementos fueron claves para trabajar en la obra: el hecho de que les intérpretes no se conocían entre sí y que pertenecían a diferentes formas de pensar y hacer teatro; y que la propuesta dialogaba íntegramente con la historia del lugar residido.

T: ¿Cómo manejan el hecho de ser pareja en la vida personal y en la artística? ¿Cómo es vivir y trabajar juntos?

LP: Desde antes de fundar la compañía invertimos mucho tiempo viendo teatro y compartiendo largos debates en las extensas caminatas en la vuelta del teatro a la casa, algo de lo que luego pasó a ser una forma de trabajo ya existía previamente en estar compartiendo la pasión por la tarea.

T: ¿Con qué se encontrará el público en "El Mecanismo de Alaska"?

LP: Es una obra donde el cuerpo se dispone casi como en el ejercicio de un deporte y con textos sumamente poéticos, donde la idea de dejar algo al mundo y la descendencia como identidades diversas se pone de manifiesto. "El mecanismo de Alaska" es también una declaración de amor al teatro y al acto de creación.

Con información de Télam