Lo que se quiere contra lo que se debe, en la italiana "No odiarás"

26 de octubre, 2022 | 13.24

(Por Agustín Argento) "No odiarás", película italiana de Mauro Mancini que se estrena este jueves, comienza con un médico que ve un accidente y al notar que la víctima tiene una esvástica tatuada, le afloja el torniquete y lo deja desangrar mientras espera a que llegue la ambulancia que él mismo llamó, en lo que anticipa un relato que escenifica el debate entre el ser y el deber ser como un puente con el odio y el resentimiento.

"Seguramente yo hubiera ayudado al hombre, pero yo no soy ni médico ni judío, así que no es lo mismo. En pandemia, un médico negro en Estados Unidos tuvo que ayudar a un hombre que tenía un tatuaje nazi. El doctor dijo que al comienzo no quiso a hacer nada, porque es como el instinto de sacar la mano del fuego, pero también había un juramento que hay que cumplir. El personaje de Simone (Alessandro Gassman, hijo del mítico Vittorio) hizo todo lo que tenía que hacer, aunque no todo lo que podría haber hecho", expresó Mancini en una entrevista con Télam.

A partir de este hecho traumático y transformador, el doctor Simone comienza a poner en duda lo que piensa de sí mismo. Dedicado a su carrera, se ha convertido en una eminencia, con un presente económico en la alta sociedad romana y una tranquilidad moral que no le da sobresaltos. Sin embargo, luego de la muerte del neonazi, sus propios cimientos comienzan a temblar y, asediado por la culpa, espía a la familia del difunto.

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Allí se encuentra con que Marika, la hija mayor, debió retornar a la casa paterna para hacerse cargo de su hermano más chico, de unos 10 años, y acompañar en las deudas y problemas que tiene el hermano del medio, Marcello, quien seguía los pasos nazis de su padre. Simone no duda en contratar a la mujer como empleada doméstica, como una manera de redimirse, pero no puede dejar de sentir rechazo por la familia y pensar en el distanciamiento que tuvo con su propio padre, un judío torturado por los nazis.

"Me interesaba generar un debate, un diálogo, con el espectador. Hay un punto de contacto en el odio entre los personajes y eso quería contar, además de abordar la memoria y, todo eso, desde el diálogo. Quería indagar sobre dónde nace el odio y como podemos arreglar eso. Todos los personajes navegan alrededor del odio", comentó el realizador acerca de su primer largometraje, proyectado originalmente en la Semana de la Crítica del Festival de Cine de Venecia de 2020.

"Veámoslo con la pandemia -ahondó-: en vez de unir a la gente la ha dividido, odiando siempre al que piensa diferente, con el tema de las vacunas o sobre lo que uno hacía o dejaba de hacer. A partir de allí, a mí me interesa escuchar a personajes como Marcello (el joven neonazi) porque quiero saber cómo y por qué piensan así".

Télam: La familia de Marika tiene un problema con los inmigrantes y es algo que según los medios está creciendo en Europa y, sobre todo, en las últimas elecciones en Italia.

Mauro Mancini: El filme afronta el tema porque es uno de los más importantes de la actualidad, pero no quería hacer una película que hablara directamente de esos problemas. Me interesaba, en realidad, contarlo desde el punto de vista del protagonista, no desde el mío, porque no quería que estos temas los eclipsaran. En Italia, como en otras partes del mundo, la inmigración es un problema porque como sociedad no entendimos todavía que esto no es un problema. Todos somos seres humanos, seamos de donde seamos.

T: Por otro lado, mostrás a Simone, el supuesto "bueno" de la película, como una persona distanciada de su familia y sin un amor verdadero, mientras que la familia neonazi siente un amor fraternal de la que él carece. Es un contrapunto del estereotipo.

MM: No es una separación neta. Una de las cosas que me gustan del filme es la escena en la que los dos hermanos juegan a la Play y la hermana se tira a hacerles cosquillas y a reírse. Eso forma parte de todos los seres humanos, sean nazis o no. Es algo humano. Cuando empecé a hacer la película vi fotos de neonazis y las que más me impresionaron eran las fotos de familia y de la cotidianeidad, jugando o tirándose a una pileta. Nunca me interesaron las películas que muestran a los malos netamente malos. Todos tenemos claroscuros. Y busqué mezclar eso en todos los personajes.

T: Tampoco aparecen, ni están en discusión, ni la madre de Simone ni la de los tres hermanos. ¿Por qué decidiste dejar afuera a estos personajes femeninos que completan la visión de lo que es una familia tradicional?

MM: No están las dos madres porque el conflicto que quiero contar es entre los dos padres. Pero también hay otro motivo: todas las figuras femeninas están en la figura de Marika. Ella debe regresar a su ciudad natal para recuperar su rol de hermana y, luego, se pone en lugar de madre. Para nosotros, bastaba con este personaje para ocupar el rol materno.

T: ¿Creés que a Simone, con sus actitudes, al final se le va el odio que sentía por Marcello y su padre?

MM: Sinceramente, no sé si a Simone se le va el odio. Cuando escribo personajes, vivo el momento. Es muy difícil saber si mantiene el odio o no. Uno no puede amar a una persona que se odia, pero sí puede aprender a convivir y a manejarlo lo mejor posible. Es muy importante trabajar con esta sustancia, el odio, porque es muy peligrosa, sobre todo en este momento.

Con información de Télam