Lejanos universos como París y La Paz en el segundo día de proyecciones del Bafici

22 de abril, 2022 | 11.03

(Por Hugo Sánchez y Pedro Fernández M).- Geografías lejanas y en un punto extrañas entre sí se dieron cita en la Competencia Internacional del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), que ayer cumplió su segundo día de proyecciones.

De un lado un enrarecido, develador y extrañamente fascinante viaje a los pasillos de la ciudad de La Paz habitada por trabajadores y trabajadoras del mercado y las minas y del otro una París sacudida por el deseoso frenesí adolescente frente a la impasible quietud de sus padres ante los desafíos que impone el mundo, que para unos está por ganar y para otros perdido.

En "El gran movimiento", el realizador boliviano Kiro Russo construye un extraño filme, de fuertes resonancias y en el que pone en tensión el lenguaje cinematográfico habitual para introducirnos en una suerte de portal único y secreto para acceder al pulso que tiene la vida en El Alto de La Paz.

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"Se trata antes que nada de un homenaje poético a la ciudad en la que vivo", señaló al presentar la película anoche en Buenos Aires Russo, que mantiene un fuerte vínculo con la Argentina, ya que vivió varios años y estudió cine en Buenos Aires.

Conocido primero por sus cortometrajes y luego por su filme debut, "El viejo calavera", en esta película Russo sigue al protagonista de su ópera prima, el joven minero Elder Mamani, pero ahora en La Paz.

Junto a dos amigos, Helder acaba de llegar a La Paz luego de la movilización conocida como El gran movimiento, en la que jóvenes mineros llegaron caminando desde Oruro en un viaje de siete días en reclamo de trabajo.

En el arribo de esa movilización el filme comienza la construcción de su desarrollo, en una suerte de vagancia o desplazamiento de los tres jóvenes por la ciudad, unas dolencias físicas que aquejan a Helder, unos médicos no logran recetar el malestar -quizás una especie de duelo que atraviesa- y el posterior encuentro con un brujo-médico y con su madrina, una chola mayor llamada Mamá Pancha, que le da asilo al joven en su casa y se preocupa porque consiga trabajo y sane.

Tanto en escenas que se desarrollan en un elevado parque natural en cercanías de La Paz, donde vive y adonde acude en busca de yuyos el brujo, como en una de las tradicionales ferias de El Alto se juegan los mejores escenarios del filme, compuesto de distintas capas y que nunca devela un sentido único sino que artesanalmente va completando su universo escena detrás de escena, en las situaciones y el modo como desarrollan las situaciones.

Russo no apela a actores profesionales, las cholas del mercado, los jóvenes mineros, el extraño personaje de La Paz que asume los saberes ancestrales, son los que hacen, completan y le dan un tono único a sus filmes.

Otro de los filmes que ingresaron ayer a la Competencia Internacional del Bafici fue "La Croisade" (La cruzada), última película del francés Louis Garrel, una comedia de aventuras que ensaya un crítica a la inacción del mundo adulto frente al estado de las cosas en relación con el cambio climático, pero sobre todo, despliega algunos filosos apuntes sobre la burguesía parisina.

La película tiene una base desde donde se yergue el relato crítico sobre una pareja de cuarentones (Louis Garrel y Laetitia Casta), padres del pequeño adolescente Joseph (Joseph Engel), que mientras transita una agitada vida amorosa, en silencio y al igual que centenares de niños en el mundo, fue vendiendo las pertenencias de sus progenitores para alimentar un fondo que tiene como destino crear gigantescos lagos en África que en el futuro palearán la falta de agua, crearán nuevos ecosistemas y disminuirán la temperatura del planeta.

Visto desde el mundo adulto se trata de un disparate, pero el proyecto se asienta en un sólido plan que lleva meses de trabajo y en la lógica irrefutable de la capacidad de los niños en defender sus sueños y utopías.

"La croisade" propone así una confrontación generacional entre esos padres cómodos y en tránsito al total adormecimiento de emociones y deseos -de cambiar al mundo pero también en relación a la pareja- y los chicos que se animan a la quimera de accionar para un cambio posible en un mundo que se encamina hacia el desastre y por caso, también a triángulos amorosos sin culpa.

Un poco condescendiente, frenética por momentos, ingeniosa y despreocupada por cualquier señalamiento a su planteo candoroso, la película de Garrel -que con "L'Homme Fidele" (El hombre fiel) ganó como mejor director en el Bafici 2019- es simpática, fácil de digerir, pero apenas merecedora de formar parte de la competencia mayor del festival.

Ambos filmes tendrás dos funciones más en el Bafici que se pueden consultar en https://drive.google.com/file/d/1T5iqSrzFfF74iF8fdwBUUwNdk6fFufZa/view

Con información de Télam