(Por Javier Berro) Laureano Pardo, el productor y compositor uruguayo conocido como Lauro, quien tras hacerse de un nombre en su país detrás de proyectos como Rombai y Marama se asentó en Miami para potenciar su carrera y trabajar con grandes figuras de la escena urbana internacional, afirmó que hoy en la gran industria "la única regla es que quede algo bueno y que sorprenda" más allá de los géneros musicales.
Hábil para cumplir diversos roles en la producción musical, trabajó para artistas como Thalía, Arcángel, Mariah Angeliq, Myke Towers, MYA y con artistas argentinos y uruguayos como Oriana Sabatini, J Mena y Agapornis, G Sony y Dani Ribba, entre otros.
Desde que fijó su residencia en Estados Unidos, su carrera tuvo un sostenido despegue de alcance internacional que hoy lo validan para hablar del "negocio" de la música desde una de las capitales más importantes para la música latina que funciona como puerta de entrada al mercado anglosajón para el reggaetón y otros ritmos urbanos latinos.
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"Estoy acá hace tres años después de haber empezado a desarrollarme como productor en Uruguay. Después de Marama y Rombai pasó que en Uruguay directamente no había mercado para las producciones porque es un país muy chico. Venir para acá fue la mejor decisión: pasé de un mercado de barrio a un hipermercado gigante, donde hay todo tipo de artistas y otro movimiento en la industria, mucho más empresarial", señaló en diálogo con Télam.
Aquella decisión lo puso a prueba como ninguna otra: "En Uruguay lo hicimos con nuestra propia forma de trabajo, como nosotros creíamos que era lo mejor para ese momento. Acá o te adaptás o te quedás afuera. Por suerte me adapté súper bien y encontré muchos productores que también eran de otros países".
"Acá se trabaja con horarios de oficina, aunque todavía hay artistas que prefieren trabajar de noche pero cada vez son los menos", reflexionó Pardo, dueño de su propio destino y de un estudio de grabación que nunca detiene su marcha y que lo sigue conectando con nuevos y experimentados talentos para quienes compone, produce y mezcla.
Télam: ¿Cómo fueron tus primeros pasos como productor?
Lauro: Mi papá es músico y también productor. Trabajaba de una forma más análoga por decirlo de alguna forma. Fue él quien me enseñó todo lo que sé de música y lo que pasó es que me regaló una computadora en vez de una PlayStation. Una computadora que funcionaba casi a cuerda, aunque a partir de ahí me compré una mejor y empecé a editar audio, a hacer cosas ahí relacionadas a la producción musical. Antes de Marama y Rombai trabajé con muchos grupos locales de Montevideo, muchos artistas que nunca salieron a la luz pero que a mí me sirvieron como práctica para desarrollarme. Como cualquier adolescente, obviamente, tenía el micrófono más barato y una computadora que apenas funcionaba, pero esas fueron las primeras herramientas que tuve para desarrollarme en algo que se volvió después mi profesión.
T: ¿Esas limitaciones te formaron para que hoy puedas resolver todo tipo de situaciones dentro de un estudio?
L: Sí, hasta hoy me pasa. Es mentira que un estudio de grabación tiene que tener cientos de máquinas. En mi estudio tengo apenas unos buenos monitores, un buen micrófono y una buena interfaz para grabar una guitarra o las voces. Todo lo demás se hace dentro de la computadora. Desde esos tiempos entendí que no era necesario tener mucho más para producir. Hoy en los "camps" que se hacen acá en Miami el artista alquila un departamento con cuatro ambientes y en cada uno armar un estudio que trabajen cuatro productores. Todo se tiene que volver más chico para poder trabajar y el desenvolverte en esas situaciones te lo da el no haber tenido tantos recursos. Si antes resolvía con dos cosas, ahora con tres resuelvo más. No es que necesito tener un estudio profesional con una acústica determinada.
T: ¿Cómo fue que terminaste firmando una canción como productor en el disco "Los Favoritos 2" de Arcángel, donde en principio estabas colaborando en la mezcla?
L: Estaba esa colaboración de Arcángel y Myke Towers que había El Faraón y estaba súper pero había que cambiar algunas cosas. Como yo estaba ahí, me dijeron que había algo que no les terminaba de cerrar. Les dije que si querían podía hacer una prueba y si les gustaba se podía hablar con Faraón para cambiarlo. Fue así que grabé a Arcángel, lo mezclé y listo. En otros tiempos era como 'esta es mi canción, mi creación' pero hoy la música va tan rápido que lo de colaborar se ve bien y es como el pan de cada día. Funciona así, literal.
T: Mucha de esa filosofía de trabajo viene de la cultura del hip-hop ¿Cómo fue tu relación con la escena del rap en Uruguay, teniendo en cuenta que trabajaste con artistas como Zeballos?
L: Es que en verdad en Uruguay está pasando algo súper lindo. Zeballos y Davus, artistas con los que trabajé, vienen de esa parte más hip-hop. Son más como esa onda. Yo capaz soy más como de hacer una canción, repartir un porcentaje y ya. Ellos son más culturales y lo sienten como un estilo de vida. Yo eso lo respeto muchísimo y soy amigo de todos ellos. Yo soy un productor que puede hacer cualquier cosa como reggaetón, trap o lo que fuera, pero con ese tipo de artistas primero tengo que sacarles data antes de volcarlo en una computadora, porque no son como esos artistas que vienen y te piden un hit. Es distinto. Con Zeballos hice un montón de canciones y con Davus sigo trabajando. Y como cualquier persona que vive fuera de su país, trato de pasar la Navidad y el Año Nuevo con mi familia en Uruguay, entonces aprovecho para quedarme un mes y meter todas las sesiones que pueda con los pibes porque quiero estar involucrado con la escena de mi país. Lo digo sin pena y lejos de cualquier egocentrismo. No es ese mi caso. Como estoy mucho lejos de casa, quiero estar conectado con ellos.
T: ¿Qué pensás sobre todas las mixturas de géneros que están apareciendo dentro de la escena urbana?
L: Antes era Daddy Yankee en el reggaetón y Romeo Santos sólo en la bachata y hasta hace no mucho Duki únicamente en el trap. Hoy todos pueden hacer lo que quieran. Sólo hay que sorprender, pero realmente se puede hacer todo, porque no hay reglas. La única regla es que quede algo bueno y eso me parece súper bien. Hoy hay temas de afrobeat que al coro le ponen reggaetón.
T: ¿Y dentro de ese cambio en la industria es que cambió el rol de los productores? ¿Es igual trabajar hoy con un artista consagrado que con uno que está dando sus primeros pasos?
L: Antes como que los artistas buscaban buenas canciones y a partir de ahí elegían a los productores. Ahora se volvió como una época anterior, como a aquella época en la que Luis Miguel trabajaba con Armando Manzanero, pero a la vez tenía un productor arriba que seguía todo. Hoy está pasando eso: Karol G con Ovy On The Drums, Sky Rompiendo con J Balvin, Duki con Yesan y Asan y Trueno con Tatool y Brian Taylor, por ejemplo. ¿Por qué se volvió a esa época? Porque los artistas se dieron cuenta que el truco no es hacer una canción cada quince días y lanzarla. Hacer música hoy es como ir al gimnasio, tenés que estar todos los días en el estudio para probar cosas nuevas, desarrollar tu voz y tu relación con el productor. Pasa muchas veces que de diez canciones que hacemos sale una sola y no es que se tiran las demás, sino que son parte del desarrollo del artista. Esa es la manera de desarrollar artistas nuevos y también a los que tienen una carrera. Hay artistas consagrados que tuvieron grandes éxitos y que después se quedaron en el tiempo o en la cómoda. Y la verdad es que hay tenerlos activos en el estudio.
Con información de Télam