Daniel Hendler: "El teatro es una puerta para escapar de la lógica de los algoritmos"

13 de abril, 2022 | 13.08

El actor uruguayo Daniel Hendler, director de "Adelfa", la obra de Florencia Aroldi sobre el desencuentro de tres primas a lo largo de tres décadas que se presenta los sábados a las 20 en el Camarín de las Musas (Mario Bravo 960), definió al teatro como "una puerta para escapar un poco de la lógica de los algoritmos".

"El teatro, al menos el independiente, está tan a contracorriente de lo que pasa con la industria del entretenimiento que es un espacio que nos salva un poco en esta época de híperproductividad y búsqueda de rentabilidad, porque es lo anti-rentable y nos permite experimentar haciendo algo inútil desde ese punto de vista", planteó Hendler en charla con Télam, en relación al lugar que ocupa "Adelfa" en su ajustada agenda como actor de cine y plataformas.

En ese sentido, añadió que ve al teatro como "una invitación a salir del algoritmo que nos sugiere qué ver y que siempre funciona, pero que nos aleja de cosas desconocidas que pueden gustarnos y el algoritmo nunca nos lo va a ofrecer".

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"Yo he escuchado -amplió- a mujeres decir que para volver a parir tienen que olvidarse de lo que fue el parto porque si no sería imposible y, en una dimensión menor, algo parecido pasa con el teatro: elijo volver a hacer esto que es un esfuerzo enorme porque entiendo que lo necesito".

En esa búsqueda, además de un espacio de experimentación creativa, "Adelfa" también significó su debut como director teatral en la inagotable plaza porteña y su primera vez como director de un texto ajeno.

Protagonizada por Virginia Lombardo, Verónica Piaggio y José Luis Arias en la piel de las primas Alma, Amanda y Adela, la obra que según la sinopsis atraviesa "tres etapas paradigmáticas de nuestra región, epicentro de diversos influjos ideológicos" (los '70, los '80 y los '90), en los hechos se presenta sin rasgos explícitos de época en tres actos en los que lo único que queda claro es la intención fallida y forzada de estas tres mujeres por encontrarse a lo largo de su historia.

"En la obra nunca se habla de política y sin embargo todo el tiempo está hablando de política", explicó el director de los filmes "Norberto apenas tarde" y "El candidato".

Télam: ¿Por qué elegiste "Adelfa" para debutar como director en la cartelera porteña?

Daniel Hendler: Se conjugaron varias cosas. Las personas que componen el equipo en cuestión, las miradas que confluyen. Yo no dirigía teatro hacía mucho; más allá de dos experiencias en Microteatro, yo dirigía un grupo en Montevideo y la última obra fue a principios de siglo (risas) así que dije "es mi oportunidad". En Buenos Aires nunca me había animado a dirigir quizás porque mi familia teatral está en Uruguay y además en Buenos Aires siempre tenía cosas para ver y sentía que no era momento de ponerme a hacer algo porque primero tenía que ver todo y eso era inagotable. Así que el llamado de esta gente linda fue como una señal de que era un buen momento para animarme. Y además, por supuesto, que al leer el texto me resultó interesante y desafiante porque me interesa cuando hay un universo comprendido y no necesariamente explícito. Lo interesante es cuando las consignas de la dramaturga no se exponen sino en un juego interno que provoca una multiplicidad de sentidos por no estar explicitados. Eso lo que nos pasaba leyendo la obra: a cada uno se nos hacían ideas diferentes, imágenes diferentes y eso hace a la potencia del texto. Esas elipsis de la obra, esa simpleza y complejidad al mismo tiempo, lo que sí tiene es una verdad propia que no se puede contar sino escénicamente. Es muy difícil decir la obra, resumirla, contarla sino haciéndola. Eso es lo que me entusiasmó de esa complejidad estructural que tiene.

T: Entre esa multiplicidad de sentidos, ¿cuál es para vos el foco de la obra?

DH: Lo primero que la obra pone de relieve es esta idea del diálogo imposible, nuestras sociedades están cada vez más divididas, para no hablar en términos tan directamente políticos, en modelos de vida, y me parece que todos tenemos en nuestras familias y grupos de amigos historias de divisiones o de zonas minadas en las que no podemos entrar. La obra pone en relieve ese imposible que es pretender que las estructuras institucionales como la familia tienen que funcionar y tener una fluidez casi imposible porque uno dice "no hablemos de política" con ciertas personas y en realidad todo es política: uno puede hablar de fútbol y estas hablando de política. Hay una incompatibilidad ahí porque, más que ideas diferentes, son realidades paralelas que muchas veces los medios de comunicación fogonean esas lecturas tan disociadas. Así que el abordaje con humor que hace la autora sobre este problema también me parecía que aportaba un aire interesante a algo que en general nos angustia o nos deja sin muchas herramientas.

T: El resultado es un diálogo sordo que aparece en la obra independiente a los contextos...

DH: La división es histórica, lo que me parece que es nuevo es esto de vivir en realidades paralelas, de no estar hablando de las mismas cosas, de tener fuentes de información distintas, de no creer en las fuentes del otro y que el otro empiece a vivir en otro universo paralelo. Ya no es una diferencia ideológica de intereses en pugna, sino ya directamente cada uno ve a otro como cooptado, esta idea del lavaje de cerebro, que va enflaqueciendo el diálogo hasta ser absurdo. La obra roza el absurdo desde ese lugar absolutamente realista, eso me parece inquietante: cómo los diálogos se vuelven absurdos desde una lógica muy real y cercana a todos.

Con información de Télam